" ¿¿¿Xar maïmo??? " (1)
(" ¿¿¿Qué ocurre??? ")
Preguntó el guerrero más grande, a la vez que daba el paso que anteriormente no fue capaz. Obviamente era impensable que 'Gulta Kär Jör' hubiese permitido a nadie leer el Pergamino, así se tratase de uno de los cinco Guardianes. No es de extrañar pues que, aún habiendo sido testigos del extraordinario fenómeno acaecido, ninguno de ellos tuviera el menor conocimiento sobre el motivo por el que estaba ocurriendo todo aquello; no siendo éste el caso de Röku-Al.
De nuevo fueron los dos Guardianes de menor tamaño quienes, apartando sus respectivas manos del prisionero, se acercaron al luminoso umbral para tratar de descubrir qué era lo que estaba sucediendo. Pero su intento quedó truncado cuando súbitamente escucharon un sonido, lejano pero potente, proveniente de los agujeros que tenía un pequeño montículo existente un poco más allá de la zona norte de la laguna. Parecía que sonara más lejos de lo que realmente estaba, así que era lógico pensar que estos agujeros conectaban con alguna gruta subterránea. Uno de los dos se volvió hacia atrás, y dirigiéndose al más corpulento, desde la distancia preguntó a viva voz:
" ¡Imgrald! ¿Fîrbun xar atay? " (2)
(" ¿Imgrald! ¿Qué es ese sonido? ")
De nuevo, el que aparentaba tener el mando sobre los otros cuatro respondió:
" Etoyia zapyil Altar Jör era. Lümâ gär Altar Jör süra-ra. " (3)
(" No lo sé. Tened cuidado. ")
El sonido se escuchaba cada vez con más fuerza, con más cercanía, hasta el punto en que los oídos de los allí presentes comenzaron a dolerles de manera exorbitada, provocando que con las manos se taparan sus puntiagudas orejas tratando de paliar el dolor. Este hiriente y casi ultrasónico sonido hizo que Röku-Al recobrara tanto la consciencia como la compostura, volviendo en sí mismo. Entonces, de repente, el sonido cesó. Y acto seguido, por los agujeros del montículo comenzaron a salir una cantidad incontable de manchas negras que fueron agrupándose en el claro cielo matutino, formando un oscuro nubarrón; y de nuevo, una vez no quedaba nada en los agujeros, el hiriente e irritante sonido regresó.
" ¿Gôrflinx...? ¡¡¡GÔRFLIIINX!!! "
Gritó Imgrald. Justo entonces el gran nubarrón se precipitó disparado hacia ellos desde las alturas.
Los gôrflinx eran unos animaluchos carnívoros bastante desagradables, que se alimentaban tanto de carroña, ya fuera fresca o pútrida, como de presas vivas a las que daban caza. Del mismo tamaño que las palomas y con aspecto de cucarachas, poseían unas mandíbulas extremadamente desarrolladas capaces de rebanar un pedazo de carne con tan sólo una mordida. Estos repugnantes bichejos despedían un fétido olor que provocaba nauseas y mareos, e incluso pérdida de conocimiento si se sufría una exposición prolongada a él (cosa muy complicada, ya que normalmente las víctimas eran devoradas vivas antes de eso).
Eran capaces de volar gracias a unas grandes alas negras constituidas por una fina membrana de piel, flexible y elástica, la cual era sostenida por unas prolongaciones del exoesqueleto a modo de dedos, como si de alas de murciélago se tratasen; de hecho se asemejaban sobremanera. Localizaban a sus presas por medio de una larga lengua retráctil, bífida cual serpiente, que se desenrrollaba al abrir sus inmensas mandíbulas serradas y les permitía encontrarlas por medio del calor corporal, así como por las vibraciones de los irritantes sonidos que emitían, a modo de sonar.
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El Pergamino De Los Mundos
FantasyHace mucho tiempo, un gran héroe llamado Altharkû salvó a su Pueblo de la extinción absoluta, pero dicho acto le costó la vida. Ahora Röku-Al, su último descendiente con vida cree que su Mundo vuelve a estar en peligro, pero nadie le toma en serio...