1

25 4 1
                                        

Me siento sola.

Normalmente diría algo como que mi única compañía son las llamas cálidas del fuego abundante en el pequeño callejón, o que el paquete de cereales Magic Crunch de Mickey Mouse a medio comer. No los digo ya que no estaba físicamente sola.

Lo estaba emocionalmente.

Ser alguien de quien la gente huye constantemente es algo que uno no sueña cuando niña. Ni siquiera Barbie tenía una vestimenta de callejera o maliante. Ninguna niña la compraría.

No había Hada Madrina para esta Cenicienta.

Siento como arrebatan el libro de mis manos.

―Te pago para que escribas, no para que leas ―me regaña el señor Knight quitándome mi copia de The Alley Cat por Amy Brown, mi libro favorito―. ¿Cuantas veces haz leído esto?

Trago saliva, nervioso por contestar.

―Esta es mi quinta vez. ―El señor Knight, mi jefe, bufa al escucharme, colocándose el libro bajo su brazo―. ¡Ok ok! Por favor no me lo quite, es que... dios amo ese libro. ¿Sabía que Amy Brown vivía aquí, en este pueblo? Ella es genial.

Mi jefe suelto un largo suspiro antes de sentarse en mi escritorio, sobre las hojas que recién había ordenado antes de ponerme a leer. Mis lentes bajan por el puente de mi nariz ya que se resbalan por el sudor y nerviosismo.

―Sí, y tiene treinta años más que tú; deja de babear por ella, es raro, es extraño y no lo quiero en mi oficina.

Mi jefe se da la vuelta y camina hacia su escritorio. Rápidamente, me paro de la silla casi cayéndome, llegando a colocarme frente a él con la mano alzada pidiendo mi libro. El señor Knight, frustrado, me lo entrega, haciéndome a un lado y encerrándose en su oficina.

Me llamo Dylan; Dylan Gardner, como Jennifer Garner solo que con una d, aunque se pronuncia de la misma manera. Soy un periodista recién graduado con un trabajo en el centro de mi pueblo natal. Soy un aficionado por la lectura, y por aficionado me refiero a que me he leído el mismo libro cinco veces, y aun me sorprende de la misma manera.

Lo mío son más las películas, el cine, las aventuras. Por ende, me pusieron en farándula, la única cosa en la que soy bueno. Escribo acerca de los estrenos, soy un crítico de cine innato y, mi tema favorito es cuando tocan los throwbacks y tengo que escribir acerca de shows o películas antiguas.

Amy Brown siempre me acompaña en eso.

Y ahora que oí que está en el pueblo, no puedo pasar la oportunidad para entrevistarla y tengo que refrescar mi memoria acerca de su libro.

Pero, el problema es que mi jefe es el encargado de la entrevista y si quiero estar ahí, tengo que solo mirar. No preguntas, no saludarla, no hacer absolutamente nada. Pero por lo menos estaré en la misma habitación que Amy Brown y vale la pena.

Vuelvo a abrir el libro, sentándome en mi silla con ruedas nuevamente.

Es difícil distinguir el estar solo con la soledad. La soledad es una cosa muy difícil y complicada de entender. El hecho de que este acompañada no significa que lo sienta. ¿Cómo es exactamente sentirse acompañada? Porque veo personas a mi alrededor, pero siento como si estuviera en un vacío oscuro, alejada.

Guiada únicamente por su voz.

―¡DEJA DE LEER, GARDNER! ―Suelto inmediatamente el libro al escucharlo gritar.

× × × × × × × × × × × × × × ×

La casa de Amy Brown es enorme. Y ni siquiera vive aquí, es como su segunda casa.

The Journalist (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora