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¿Qué onda, Brown?

¡¿Que onda, Brown?!

Este tipo es un simple deportista hormonal adolescente con problemas de popularidad y con ego gigante. ¡No tiene ni un brillo! Es como si mezclara a Archie con Wall-e y saliera este idiota pubertal monosílabo con cabello engominado y pantalones oversize.

Matt Kutcher es el supuesto rompecorazones, el líder revolucionario. Es MVP todos los años y también el presidente del Centro de Alumnos incluso. Él es el rey.

En cambio, Matthew Knight es un pedazo de basura que mastica tabaco para sentirse genial y usa converse rojas con cordones negros. ¡Monstruo!

—¿Que hacías donde el director? Tú no eres de los que se meten en problemas.

¡Vamos Arbie! No creo que sea posible sonar más cliché y afeminada de lo que acabas de sonar. Tú eres mejor que eso. Vives sola, sin padres y reparas tus propias motocicletas. Una vez, mataste una ardilla y la usaste para iniciar el fuego.

Claramente estoy exagerando, pero entienden el punto de que ella es mucho más que esto.

—Tal vez pasar tanto tiempo contigo me ha hecho un poco más rebelde.

Solo te ha hecho más estúpido, Justin Bieber.

—Te voy a ser sincero, Arbie. —El chico saca de su mochila unos afiches plastificados. Greta Thunberg le está dando un infarto—. Son campañas para la convivencia interescolar para los eventos deportivos. Siempre termina en pelea o sufrimiento, por ende, estoy haciendo una campaña para que haya más respeto y sana competencia.

Ok, este es el Matt Kutcher que conozco damas y caballeros: un aburrido de mierda, pero por alguna razón popular.

Es un total nerd que trae a las mujeres completamente locas.

Pero claro, se enamora de la rebelde, de la mala.

He leído este libro demasiadas veces y vivirlo en la vida real es una sensación completamente diferente.

—¿Y tú? ¿Qué haces cerca de la oficina de Satanás?

Arbie se cruza de brazos.

—Voy a inscribir a mi amigo Dylan a la preparatoria. Sus viejos están en Irlanda y lo dejaron aquí conmigo.

Descripción número 1 de Anne Wallace (Arbie Brown): no sabe mentir.

—¿Irlanda? —Matthew se voltea hacia mi—. Hermano, eso es enfermo. ¿Y te dejaron aquí solo, tronco?

—Aparentemente —continuó con la mentira, sin saber que decir.

Matthew frunce el ceño, confundido, antes de voltearse hacia Arbie.

—Bueno, capaz y tu y yo podemos salir algún día a, no sé, mover el esqueleto. —Abro inmensamente los ojos al escucharlo hablar—. Bueno, me piro, vampiro.

Matthew se va por el pasillo, chocando los cinco con cualquiera que pase.

Cuando ya no lo veo, me volteo hacia Arbie.

—Habla como un viejo.

—¿De qué coño estás hablando, Gardner? Claro, se me olvida que para ti nosotros somos unos fósiles. Tú quédate aquí, iré a convencer al dinosaurio de que te deje entrar.

Esperé afuera por lo menos quince minutos hasta que Arbie se dignó a aparecer.

—Estás adentro, por lo menos por lo que queda del semestre —me avisa la chica pasándome la identificación escolar, en donde dice mi nombre, mi supuesta edad y una foto de Mickey Mouse—. No tenía foto tuya y es muy tacaño para contratar un fotógrafo fuera de fecha.

The Journalist (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora