Chapter Four

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Los peldaños de madera absorbían las lágrimas del australiano mientras éste revisaba la habitación de Seung Min.

Nunca lo había extrañado tanto como en ese momento, vió la pila de papeles que usaba para hacer origamis y su llanto aumentó, ahora se sumó el hipo. De verdad lo extrañaba.

De repente, vió su armario abierto y una caja destacaba a pesar de estar en la oscuridad, ¿será esa la caja que Seung Min no quería que abriera? se preguntaba Felix. Nadie lo iba a detener, nadie saldría herido así que la abriría, necesitaba ver qué tan perfectas podían ser esas grullas como para que Seung Min las guardara allí.

Tomó la tapa entre sus pequeñas manos y la dejó en la cama. Tomando una grulla con sumo cuidado, sonriendo levemente.
Tenía razón, estaba hecha perfectamente; las puntas eran puntiagudas como debían, el pico estaba doblado tan prolijamente que no se había desdoblado.

Pero había algo que lo desconcertó, parecía que del lado reverso de la hoja había algo escrito; el papel era algo translúcido y se podía ver la tinta negra casi traspasandolo.

Sin dudarlo, desdobló la figura haciendo los pasos en reversa para no romperlo, encontrando lo que esperaba, un mensaje junto con un número en la esquina superior izquierda.

83.
Tus pecas son constelaciones que deseo unir con mis besos.

Felix río por unos segundos hasta que se dió cuenta que Seung Min había escrito aquello refiriéndose a él, nadie más que conociera tenía pecas.

¿Seung Min gustaba de él?

Tenía que ver si las demás grullas decían también cosas de ese estilo.

La caja de las cien grullas ➵ SeungLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora