Conociendo al Demonio

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La sala del curso de la señorita Bustier quedó en total silencio, cuando el nuevo alumno se paró frente a ellos. Luego de un par de segundos, los murmullos ocuparon ese espacio.

—Atención, chicos —exclamó la maestra, dando un par de aplausos —. Necesito que sean amables con Félix Graham, es el primo de Adrien y esperamos que pueda adaptarse al grupo, pese a lo avanzado que está el año —Sonrió cuando escuchó a sus estudiantes corear un animado «Sí» — Bien, Marinette...

La mencionada, que estaba anotando algo en su libreta, levantó la mirada hacia la profesora, encontrándose con la mirada curiosa del primo de Adrien. Decidió pasar de él y dirigirse a su maestra.

—¿Sí? —consultó.

—Como presidenta de la clase, encárgate de que esté al corriente de las actividades, exámenes y de mostrarle el colegio, por favor.

—Claro —dijo animada, poniéndose de pie —. Yo me encargaré.

—Ella es Marinette Dupain-Cheng —indicó Caline—. Puedes pedirle cualquier cosa que necesites.

—Gracias —dijo. Marinette le sonrió, pero algo en su mirada hizo que se sintiera incómoda y se sentara rápidamente. Luego de que Félix pasó a sentarse atrás, en el espacio disponible, ella suspiró aliviada, ¿por qué la hacia sentir intimidada?

Lo dejó ser y continuó con la jornada estudiantil, hasta que sonó el timbre que indicaba el receso. Guardó sus cosas y tomando su teléfono celular, fue hasta el puesto del nuevo estudiante para ofrecerle su ayuda. Ella se tomaba muy en serio su papel de presidenta de curso.

Él parecía estar en su propio mundo, ignorándola completamente, así que se dio el tiempo de examinarlo. Si no fuera por el detalle de la nariz, casi podría jurar que Adrien y él eran hermanos gemelos ¿Sería algún secreto de la familia Agreste? Se río de su alucinación, llamando la atención del rubio de cabellos aplastados.

—¿Necesitas reírte al lado mío? —preguntó, cerrando su libro.

—El Instituto no le pertenece a nadie en específico, así que, literalmente —movió su dedo índice frente a ella—, puedo reírme donde quiera.

Félix dejó el libro a un lado y apoyando su brazo derecho sobre el escritorio, la observó. Marinette desvió la mirada, pero no pudo evitar sentir que sus mejillas se sonrojaban por el claro escáner que le estaba haciendo el de ojos verdes.

—¿Qué? —preguntó, un tanto alterada.

—Pensaba que es hora de ir a conocer el instituto, señorita presidenta —Marinette lo volvió a observar. Su mirada verde se veía bastante divertida por la situación, pero ella no iba a dejarse avasallar. Si podía tratar con Chat Noir en medio de batallas, podría con éste en el patio del instituto.

Félix se puso de pie y, con las manos tomadas en sus espaldas, siguió a Marinette por los distintos sectores del colegio, ante la mirada confundida de Adrien. ¿Por qué se sentía intranquilo mientras veía como Marinette, con una sonrisa, le indicaba cada lugar a su primo? ¡Paren! ¿Félix sonrió y estaba haciendo, qué?

Marinette terminó en la puerta que daba a los casilleros con una sonrisa, indicándole que ahí podía dejar sus cosas, además de enseñarle el acceso a los baños. Al terminar el recorrido, le enseñó su teléfono celular.

—¿Me podrías dar tu número de teléfono? —preguntó, causando que el chico sonriera y la acorralara contra la pared, pegando su mano derecha cerca de ella. ¿Por qué sentía eso como un deja vú? Bueno, Ladybug había vivido algo parecido con esa copia hermética de Adrien.

—¿Está coqueteando conmigo, presidenta? —la interrogó y Marinette lo miró fijamente. Realmente había algo en ese chico, porque por más que tuviera ganas de sentirse cohibida por su actuar, otra emoción brotaba de ella. ¿Valentía?

—Aquí parece que es otro el que coquetea —respondió con una sonrisa, sin cortar la conexión visual—. Solo tengo los teléfonos de todos mis compañeros en caso de que surja algo. No te creas tan especial —y cuando le guiñó el ojo, Félix cambió la pose, reemplazando la mano por su brazo para sostenerse la cabeza. Marinette tenía la vía de escape libre, pero no se movió.

—Muy interesante...

—¡Oye! —ambos dejaron de mirarse, para observar como Adrien llegaba a ellos, bastante ¿molesto? No, Adrien no se enojaba— ¡Cuidado, que ella es mi amiga!

—Y pronto, tu prima —respondió Félix sin mirarlo, haciendo que Adrien se detuviera de golpe y mirara a Marinette, confundido.

—¿Qué? —señaló a Marinette— ¡Pero ella no es una Agreste! ¡¿Cómo va a ser mi prima?!

Félix lo miró sin saber si reír o llorar, y Marinette se cubrió el rostro con ambas manos. ¿Por qué tenía que ser tan inocente? ¡Hasta ella había entendido!

—¿Quién es pariente nuestro? ¿Tom o Sabine?

No muy lejos de ahí, Nino comía palomitas de maíz, observando la escena. Alya se le acercó, confundida. ¿De dónde había sacado eso?

—¿Es normal que quiera golpear a Adrien? —preguntó Nino, observando a los tres frente a él. Marinette y Félix, claramente, se estaban aguantando la risa, y Adrien seguía tratando de entender en qué rama de su árbol genealógico, era pariente de Marinette.

—Oye, Adrien —Marinette miró a su amigo—. ¿Por qué no te vas y dejas que me siga fastidiando, tranquilamente?

—¿Eh? —por algún motivo, aquella frase de Marinette lo irritó, pero antes que pudiera decir algo, Félix tomó la palabra.

—Yo haré que Marinette entre a la familia —Marinette puso en blanco los ojos al ver la expresión de sorpresa de Adrien y ya venía escuchando otra estupidez de éste...

—¿Vas a adoptarla? —dicho y hecho, cuando Félix lanzó una gran carcajada, Marinette tomó su celular y se puso a ver que había en el mundo de las redes sociales, el parcito ya la estaba aburriendo. ¿Se tardarían mucho?

—¡No! —Félix se acercó a su primo y colocó la mano en su hombro—. Aunque el destino la hizo tu amiga, ella será mi esposa.

—Ah —exclamó Adrien, finalmente entendiendo— ¿Qué?

—No es así... —Félix volteó hacia Marinette esperándola encontrar ahí pero ya no estaba— ¿Marinette? ¡Marinette! —exclamó.

—¡Lo siento, debo irme! —respondió casi en la puerta. La verdad era que, si bien Félix era algo divertido, no podía tolerar a ambos juntos. Un escalofrió la recorrió entera y caminó hacia su casa. Tenía la sensación de que esto recién había comenzado.

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Continuará...

Entre un Ángel y un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora