El destino del Demonio

1.5K 144 88
                                    

Aquella era la situación más loca que había vivido en todos esos años. Oh sí, más loca que ponerse un traje ajustado y saltar por los techos de París, atrapando mariposas oscuras.

Realmente no entendía que estaba pasando. Hacía algunos días, precisamente desde que Felix llegó a la escuela, Adrien había estado bastante raro con respecto a ella.

Al principio pensó que era porque creía que Felix iba a molestarla y él, como el chico correcto que era, quería protegerla, pero con el correr de los días se dio cuenta de que no era solo eso. ¿Sería que en realidad sí le gustaba a Adrien? Eso estuvo dándole vueltas en la cabeza hasta que el rubio abrió la boca para volver a encasillarla en la friendzone. «Era la amiga Marinette» y no debía olvidarse de eso.

¡Esa situación la ponía de muy mal humor!

Y ahora, de repente, Felix iba a regresar a Londres. Esa noticia la desalentó un poco, pues no podía negar que él era un condimento interesante en su vida diaria, algo así como su Chat cotidiano, no tan caballero, pero con una chispeza que lo hacía divertido... hasta que se pasaba de la raya y tenía que volvérsela a trazar con su propia mano. Ya le había dado un puñetazo una vez, así que uno más podía venir fácilmente.

En fin, con la pronta despedida del demonio de Londres, decidió ser buena samaritana e invitarlo a comer con su familia antes de que tomara el Startrain hacia su país. Sería un almuerzo simple y liviano entre los cuatro, o mejor dicho, entre los cinco, pues el "Ángel de París" se autoinvitó a comer con ellos.

Y así estaban ahora. El Ángel de París sonreía encantado mientras ayudaba a Sabine a preparar las cosas para el almuerzo, mientras el Demonio de Londres observaba a su primo con el ceño fruncido. Marinette los observaba a los dos, cruzada de brazos. ¿Cuál sería la verdadera rutina de ese par? ¿Siempre se habrían llevado mal? ¿O es que el tiempo y la distancia había hecho estragos en ellos?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llegada de Tom. Felix, inmediatamente, se puso de pie, aprovechando que su primo traía los platos en sus manos y no podía moverse rápido.

—Buenas tardes, soy Felix —saludó, extendiendo su mano al hombre frente a él, de forma cortés —. Soy primo de Adrien y compañero de su preciosa hija —al decir eso, Tom frunció el ceño. Felix pensó que había equivocado la estrategia, pero...

—¿Crees que mi hija es preciosa?

—¡Por supuesto! Su hija no solo es preciosa, sino que es muy astuta e inteligente. Es una presidenta muy confiable.

Tom relajó su expresión y, finalmente, estrechó la mano de Felix.

—Este chico me encanta, Marinette —dijo, mirando a su hija —. Deberías quedarte con éste. Tiene la misma cara del anterior, pero a él si le gustas.

—¡¡Papá!! —protestó, mirando roja a Adrien que había dejado caer los tenedores de su mano.

—Oh —exclamó Tom, llevándose la mano derecha a la boca —. Lo siento.

Adrien no dijo nada y solo se agachó a recoger los dos tenedores que se le cayeron, un tanto aturdido. ¿Acaso estaban hablando de él? Levantó la mirada hacia su primo, que parecía ganar el favor de Tom con mucha rapidez, así que decidió dejar sus pensamientos de lado y volver al ataque con Sabine. A ella la tenía que tener de su lado.

—Disculpe, ¿Dónde puedo enjuagar esto?

—Oh, no te preocupes, Adrien —Sabine tomó los tenedores y los dejó en el lavaplatos para entregarle unos nuevos —. Pon estos.

—Gracias, ¿necesita algo más?

—No, cariño, gracias —dijo, palmeándole el hombro con una sonrisa amable. ¡Eso se sentía como si le hubieran puesto una estrellita en medio de la frente! Miró a su primo que hablaba con Tom y parecían que estaban contándose chistes. Frunció el ceño, ¡Él también quería contar chistes! ¡¿Y Marinette también estaba contando chistes?! ¡Eso no era justo!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre un Ángel y un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora