Momentos Incomodos de un Kriptoniano.

Oído vs Moral

Diez minutos sobrevolando Gotica había sido suficiente para saber que Batman estaba tomando esta noche libre. Inusualmente parecía tranquila, ninguna emergencia de primera necesidad ocurriendo excepto por dos intentos de robo los cuales no pudo resistirse interceptar.

Tras dejar a los criminales atados en la comisaria con la mejor de sus sonrisas y buenas intenciones para una agradable noche siguió su curso en dirección donde se encontraba el detective.

Bruce siempre era fácil de encontrar en el tumulto de esa ciudad, conocía el compás de su corazón a la perfección. Habían trabajado tantos años a la par el uno del otro, cooperado en tantas misiones e investigaciones que lo reconocería en cualquier lado.

Y esta noche parecía ser una de investigación, el latido provenía de la Mansión Wayne. Voló directo a aquel lugar con un par de dudas.

¿Esos latidos no estaban más acelerados que de costumbre? ¿Qué sucedía a estas horas? ¿Tenía una discusión con su Robin?

No encontraba más latidos en aquella mansión que el de su mayordomo, el que por cierto se encontraba descansando en un ala de la casa alejada del dormitorio de Bruce y el de Robin que dormía profundamente. Así que lo que sucedía con Batman podía ser algún estado alterado.

¿Malas noticias tal vez?

La preocupación existía de manera innegable y aminoró su velocidad para descender sobre el balcón de su habitación lo más discreto posible. No iba a tocar el timbre a estas horas. La cortina corrida anulaba toda posibilidad de saber que sucedía en el interior a simple vista.

Podía ocupar su visión y confirmar su estado, pero era su habitación. Una cosa era examinarle por su salud y otra era profanar su intimidad de madrugada.

Estuvo a punto de tocar con uno de sus dedos el cristal cuando escuchó algo curioso. Un sonido entrecortado y grave. Bruce Wayne se encontraba solo y eso se oía como un ¿gemido?

¿Un jadeo?

Inmediatamente su cuerpo se tensó al reconocer aquel sonido que podía escuchar sin esfuerzo como si fuese susurrado en su oído. Su voz tenía ese tono seductor y masculino, algo ronco que erizaba su piel. Una parte de él sintió vergüenza y se planteó el voltear y alejarse volando de allí cuanto antes, mientras que la otra quería asegurarse de que no era su imaginación.

El caballero de la noche, el detective, Batman, es decir exactamente Bruce Wayne, el muy reprochable multimillonario se encontraba masturbando.

Y él estaba allí. Al otro lado del cristal sin ser detectado a tiempo de marcharse antes de ser tachado como un pervertido voyerista.

No había forma que lograse salir de esto si era detectado. Sería imposible.

Debía estar volando, alejándose de ese lugar lo más rápido posible pero su cuerpo no respondía. Estaba atraído por una insana curiosidad. ¿Como no había pensado en esto antes?

Bruce era humano, tenía altos niveles de estrés, no todo podía ser trabajo e investigación. En algún punto el gran detective debía perder la compostura. Esto era natural. ¡Todos lo hacían!

Y si todos lo hacían ¿Por qué solo ahora le importaba?

Era la primera vez que tenia esta necesidad, este deseo de permanecer allí hasta el final, escucharle perder el aliento. ¿A quien llamaría antes de llegar al éxtasis? ¿Qué mujer estaba en sus fantasías?

Tantas cosas que quería saber y tan reprochable el que alargara su presencia allí.

Finalmente tras unos segundos de gran esfuerzo y guiado por su integridad moral logró salir del trance y sobrevolar la ciudad una vez más, justo a tiempo de escuchar la respuesta a una de sus preguntas.

"Kal"

Y eso fue suficiente para hacerle perder el equilibrio y caer atónito. Una broma. Tenía que ser una broma. Sentía su rostro arder, su corazón latir tan fuerte que amenazaba con salir por su boca.

¡Imposible!

-Clark. Te sugiero que la siguiente vez que me requieras envíes un mensaje – el pequeño intercomunicador en su oído vibró y con eso cada sensible fibra de su ser fue masacrada, hundiéndole en la vergüenza – Confírmame si haz entendido –

-No se volverá a repetir

-Eso espero Clark.

Bruce Wayne era algo más.