Jadeando, intentó abrirse paso entre la multitud. Tanta gente junta le daba calor. Ese día había incluso más personas que el día en que fue a hacerse el tatuaje. Niall casi lamentaba haberse puesto la sudadera roja, pero es que cuando había salido de casa había una temperatura bajísima. A veces los inviernos de Londres daban asco, sin embargo no lamentaba nada el haberse mudado allí. Pero no debía pensar en eso, ese día había decidido averiguar que sentía en realidad al ver esos ojazos color chocolate líquido y al escuchar esa risa terriblemente musical. Abriéndose camino entre codazos, consiguió llegar a una estatua en mitad de la calle y se subió para ver por encima de todas las cabezas.
- ¿Qué haces ahí, Indiana?
Niall bajó la vista y lo vio. Ahí, llegándole a la altura de la cintura y con una ceja levantada, estaba él. Zayn. Puso su sonrisa más grande sin poder evitarlo.
- Ya me dirás tu cómo me hubieras encontrado si no llego a subirme aquí.
- Anda, ven, que te ayudo a bajar – le dijo alargando la mano.
El rubio la agarró, dispuesto a saltar, pero perdió pie y se precipitó más de lo debido. Antes de darse cuenta, estaba bien sujeto un palmo por encima del suelo entre los brazos de Zayn. Le agarraba fuertemente por la cintura, haciendo que casi no quedara espacio entre ellos. Cuando Niall lo encaró, se quedó embobado con su mirada. Se puso colorado, mientras fue haciéndose consciente de que el también le abrazaba por los hombros. Ahí si que podría hacerle besado.
- Y ahora me dirás que ha sido sin querer – se burló Zayn.
Niall se separó corriendo y fingió que se sacudía el polvo de la sudadera.
- Que no se te suba a la cabeza – le dijo a regañadientes.
Zayn se rió y le indicó una tienda un segundo antes de dirigirse hacia allí. Niall lo siguió. Cuando llegaron, el chico se adentró en lo más hondo y lo encontró en la sección de sombreros, probándose una enorme pamela de plumas del siglo XVIII. Él sonrió y le entregó a Niall un sombrero de copa con una enrome rosa azul. Después volvió a desaparecer y cuando volvió traía más cosas entre las manos. Para él, una boa de plumas rosa a juego con la pamela y para el rubio un monóculo de oro. Para entonces Niall ya no podía reprimir las carcajadas. Sacó el móvil del bolsillo de la sudadera y alargando el brazo, consiguió que los dos quedaran en el objetivo. Entonces una voz los sorprendió con sus disfraces.
- ¡Eh, vosotros!
- ¡Corre! – le dijo Zayn, tirando el disfraz y agarrándole por la mano.
Niall también se deshizo de sus cosas y casi siendo arrastrado por Zayn, consiguieron dar esquinazo al vendedor en un callejón cercano. Allí no había casi gente. Solo dos pequeñas tiendas. Se pararon a fijarse en un estante para gafas de sol mientras jadeaban. Niall tuvo que apoyarse en sus propias rodillas, la carrera le había dejado exhausto. Alzó la vista y se encontró con que él le miraba, divertido.
- ¿Tenías pensado algo, o solo vamos a probarnos sombreros de hace dos siglos como gilipollas? – preguntó, volviendo a incorporarse.Zayn se puso unas gafas en forma de corazón y sonrió -. Vale, solo vamos a hacer el gilipollas.
Hacer el gilipollas es bueno, te relaja – le dijo él pasándole unas gafas de estrellitas con un bigote postizo incorporado.
- Como sois los franceses – dijo mientras se las probaba, y Zayn se reía.
Niall se dio una vuelta completa para observar todo el callejón con ese cristal rosa fucsia. No hacía ni quince minutos que estaba con él y tenía la cabeza como un bombo. ¿Qué tenía que le hacía sentir tan bien? Lo miró y sonrió sin poder evitarlo. Se estaba mirando en un espejito del escaparate mientras se probaba unas gafas con nariz. Era genial, solo con ser él. No necesitaba esforzarse. Pero entonces una pregunta tomó forma en su mente, algo que no se había cuestionado hasta ese momento. ¿A él le gustaría Niall? Bueno se lo pasaban bien juntos, eso era mutuo. Pero a lo mejor le veía solo como a un amigo. Ahora que lo pensaba había tenido numerosas ocasiones de basarlo y nunca había hecho nada. Aunque a el rubio, le pasaba lo mismo.