¡Soy gay, joder!

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La mueca de asco que su pequeño amigo tenía le hizo salir de sus ensoñaciones.

— Pero dios, míralos... Que asco, por favor... —iba quejándose en voz muy alta, con la clara intención de que todos le escucharan.

Seungcheol no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas mirando a los dos chicos que unos segundos antes se estaban besando dulcemente.

Su amigo Jihoon, por otro lado, no era capaz de disimular el asco que sentía. Aunque tampoco quería hacerlo.

Odiaba a los homosexuales. Tal y como le había explicado varias veces a su mejor amigo más alto, las razones eran sencillas.

Eran unos pervertidos salidos y daba asco.

Precisamente por eso, Cheol nunca le había dicho que él mismo era gay. Sabía que le daría un infarto si se llegaba a enterar de que había estado en la cama con tres de esos “amigos” que alguna vez le había presentado.

Woozi como amigo era increíble. Se portaba muy bien con él, su madre le adoraba y quedaban muchas tardes para estudiar. Sí, estudiar. Nadie que los conociera entendía como siempre sacaban las mejores notas.

Y bueno, eso era resultado de la infinita paciencia de Seungcheol.

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Mientras el peliazul caminaba hasta el parque, donde habían quedado todos sus amigos, iba pensando porqué seguía siendo su amigo.

Y siempre llegaba a la misma conclusión: su único defecto era su homofobia. Aunque era un defecto absolutamente horrible y siempre se preguntaba hasta cuando podría aguantar eso.

Ya hacía casi diez años que se conocían. A los 14, Woozi era una bolita adorable y tierna. Cualquiera se moría por abrazarle a cada segundo y jugar con sus mejillas.

Pero sin que nadie supiera como, de un día para el otro, poco antes de cumplir los 15, ya no era más esa cosita que iba sonriendo a cada segundo. Ya no era ese niño amable con todo el mundo.

Odiaba con toda su alma a los homo.

Pero aún con esas, el autoproclamado idiota se había enamorado de su mejor amigo. Sí, el homofóbico. Sí, ese que tenía en frente de su cara. Sí, ese que estaba gritándole a dos chicas cogidas de la mano cosas horribles.

Las pobres chicas se veían asustadas y avergonzadas. Él agachó la cabeza totalmente rendido y se acercó para apartar al chico de la pareja, con la intención de relajarle.

— Lo siento mucho, de verdad... —susurró rápidamente a las chicas mientras se llevaba a su amigo del hombro. Cuando estuvieron lo suficiente lejos como para que el gritón ya no viera a las chicas, le soltó y se puso enfrente de él, hablándole entre dientes.— Para ya, por el amor de dios, Jihoon.

— ¿Qué? —espetó incrédulo el más bajito, no estaba acostumbrado a que le hablaran así.

— Que pares, joder. ¿No ves el daño que les haces a esas personas? ¿Acaso te han hecho algo a tí?

— Sí, darme asco. Si se guardaran esas asquerosidades para su intimidad, yo no me pondría así —se cruzó de brazos completamente ofendido, ya no sabía cuantas veces habían tenido esa conversación—. Si ya no tienes nada más de lo que quejarte, vamos a llegar tarde con los chicos.

El rubio empezó a caminar, dándose cuenta de que estaban entre unos árboles y nadie había visto su pelea. Vio a los demás de su grupo de amigos a lo lejos, jugando lo que parecía ser un partido de baloncesto.

¡Soy gay, joder! - Jicheol (Seventeen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora