Lo siento, Coups

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Media hora exacta después, se encontraba en la puerta de un edificio de pisos. Nunca había ido allí así que esperaba no haberse equivocado de dirección. Llamó al timbre y esperó que alguien le abriera, cosa que pasó a los segundos.

Subió en el ascensor y le dio al botón número 3 lleno de incertidumbre. Seguía sin saber si había llegado bien porque ni siquiera habían preguntado antes de abrir.

Pero en cuanto se abrieron las puertas del ascensor y vio a su amigo esperándole en el marco de la primera puerta, se alivió.

Sobretodo al verle tan tímido. No sabía que le pasaba pero era lo más adorable del mundo a sus ojos.

Estaba con un pijama blanco, con pequeños dibujos de frutas, de esos de invierno tan gordos que no pasa ni una brisa. Su mirada estaba pegada al suelo y movía sus dedos con nerviosismo.

Le conocía tanto que sin que se lo dijera ya había entendido que quería disculparse por todo lo que le había hecho pasar, aunque no encontrara las palabras para hacerlo.

Sin decir nada, le dejó pasar y le guió hasta su habitación. Cheol iba observando toda la casa con detenimiento pues era la primera vez que entraba allí. Aún después de tantos años, nunca había conocido a su padre ni nada relacionado con él.

— La semana pasada vine a visitar a mi padre y me pidió que me quedara a dormir —comentó en un murmullo cuando entraron en la habitación—. Vi que la cama era grande así que pensé que podrías venir. Hace mucho que no estoy con mi padre y su pareja más de una hora y no quería quedarme solo.

Jihoon volvía a parecer un niño, ese niño al que conoció. Toda su madurez y odio parecían haberse esfumado.

— Tranquilo, está bien, te haré compañía —sonrió el más alto, dejando su mochila con sus cosas en el suelo.

En su interior, Woozi estaba agradeciendo al cielo, al mar y a la tierra lo bueno que era su amigo. Ni siquiera notaba una pizca de enfado o rencor en sus palabras y eso le alegraba. No quería perder a su mejor amigo por nada del mundo.

— ¿Por qué le dijiste que sí a quedarte a dormir? Llevas años casi sin hablarle.

— Ya... No lo sé... Después de que me dijeras eso, pensé mucho —justo en ese momento, se escuchó la puerta principal y unas risas, notablemente masculinas—. Prometo que luego te lo explico, pero de verdad lo siento, Coups.

Sin darle tiempo a reaccionar salió del cuarto en dirección a las voces. El peliazul le siguió mientras sonreía por esa disculpa. No recordaba ni una vez en la que Woozi se hubiera disculpado tan sinceramente.

Cuando fijó su vista en las dos personas que habían entrado, abrió la boca perplejo. Eran dos hombres, de unos cincuenta años tomados de la mano, con los dedos entrelazados. El que claramente era el padre de Jihoon (porque sí, eran casi una copia), llevaba también un par de cajas de pizza y el otro, al que se le veían las uñas pintadas de color verde vivo, llevaba una bolsa con bebidas.

— ¡Cariño, ya hemos llegado!

Cheol se asustó por el grito repentino de ese hombre castaño. Soltó la mano del padre y revolvió el cabello de Jihoon con dulzura. El alto admiró por unos segundos las uñas del señor y pensó en lo bien que le quedaría ese color de pelo a su amigo.

— Tú eres Seungcheol ¿no? —el padre se acercó a él y le abrazó dándole la bienvenida.— Siéntete como en casa. Soy Yoongi y él es mi pareja, Jimin.

Sin poder asimilarlo tan de repente, se giró a mirar a su amigo. Nunca le había dicho que su padre tenía novio. Y sinceramente, no podía creérselo. La persona más homofóbica que había conocido tenía un padre con novio...

¡Soy gay, joder! - Jicheol (Seventeen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora