Capítulo 8

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Enero.

Es un sábado por la tarde y Rocío, Corina, Adriana y yo estamos en la estación de autobuses.

-No me creo que vuelva, tengo muchas ganas de verla -digo

-Y yo, la verdad es que hace mucho tiempo -añade Adriana

-¿Qué autobús era Rocío? -dice Corina

-Creo que es uno verde con una raya morada por el lado, o eso es lo que me ha dicho ella -dice Rocío con una sonrisa- se supone que tendrían que llegar sobre las 3.30 p.m

-O sea, que ya estarán al venir -añadí

De pronto, escuchamos una voz familiar que nos llama desde lejos

-Ángeeeeeeeel, Rocíooooooo, Corinaaaaaa, Adrianaaaaaaa

-Allí está -advierte Corina y de pronto, vamos los cuatro en pelotón a recibir, depués de casi dos meses a nuestra amiga Paula

-Oye, nos tienes que contar todo -le digo

-Eso, eso y sobre todo si había buenorros por allí por Jaén -añade Rocío

-¡Rocío!¡No le seas infiel a Niall! -dice Corina y echamos a reír

Paula nos lo contó todo, que había hecho durante las vacaciones, que el autobús al final lo había retrasado dos días y por eso llego por otra línea, que había visto muchos chicos guapos y muchísimas más cosas que nos llevó toda la tarde.

Cuando dieron las 6.30.p.m Adriana y yo estábamos volviendo a casa, paramos por un quiosco a comprar unos chicles. Ya más o menos estaba oscuro.

-''... a ella le encanta la música que TOCA TOCA TOCA...'' - venía cantando Adriana

-Uff, no te cansas ehh, ¿te queda alguna canción de reggaeton en el móvil? -le dije riéndome

-¿Bromeas? Me quedan dos listas enteras con más de 100 canciones cada una -me dijo con ansias de que me picara

-Pues tendrán que esperar a otro día, ya hemos llegado a tu casa

La casa era azul, la única de ese color en toda la calle, estaba en uno de los barrios alejados del centro;  yo vivía dos o tres calles más al lado. Ella entró en casa, y su madre me saludó.

-Hola, Ángel

-Hola Nuria - le dije

-¿Pasas y le digo a tu madre que venga a recojerte? Ya es tarde y no deberías andar por ahí solo...

-No, gracias, no hace falta, son solo dos calles al lado -le dije con una sonrisa y me marché hacia casa.

Al cruzar la esquina vi a dos gitanos con navajas cruzando la calle, así que antes de que me vieran, cojí por otra calle. Entonces mi móvil empezó a sonar, era mi madre, no tuve tiempo de cojerlo, tan solo pude quitarle la voz y ponerlo en modo avión (fuera de cobertura) antes de que uno de los gitanos me agarrase por detrás y el otro me pusiese la navaja en la garganta. No veía nada, me empujaba la cabeza hacia arriba.

-Danos el móvil -dijo uno

Estaba paralizado, no me creía lo que estaba pasando, cuando me tranquilicé un poco lo unico que pude decir fue:

-¿Qué?

-¡¡¡QUE NOS DES EL MÓVIL HIJO DE **** (PALABROTA)

Notaba la navaja atravesando la camiseta; estaba fría,como el hielo, y cada vez dolía más la punta de hierro contra la piel. No estaba en condiciones de correr. No tuve más remedio que dárselo. Un chico me obsevaba asustado desde la esquina, donde ellos no lo habían visto. Salieron corriendo y me dejé caer de rodillas al suelo. El chico que me observaba se acercó. A la luz de la farola pude observar que era rubio y tendría alrededor de 16 años. Me ayudó a sentarme y me miró la herida. No me habían hecho nada. Me acompañó a casa, donde mis padres no estaban aún y todo se volvió negro en cuanto que entré en casa. Mi madre me despertó y advertí que ese chico se había ido. Eran las 9. No podía hablar,los labios me tiritaban del miedo.

-¿Qué te pasa Ángel? -dijo mi madre

-Ma-Mamá - eché a llorar

-¿Qué ocurre?¿Me lo puedes contar?

-Me han robado -aquella palabra que sonó dolorosa en mi propia kenua, no tuvo el mismo efecto en mi madre

-Te lo dije -no me podía creer que me habían robado y ella lo único que me dijera era eso

Me lié en la manta indispuesto a hablar, llorando. También descubrí que, debajo de la almohada, había un papel que ponía: Rubén y un número de teléfono. Aquello me alegró la noche.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2014 ⏰

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