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Posó la cabeza en la ventanilla del coche, el paisaje parecía no cambiar desde hacía media hora. Los árboles tapaban todo rastro de civilización, tan sólo se podía apreciar el balanceo de las hojas causa del viento invernal, el cual azotaba con gentileza, había sido una estación tranquila hasta el momento. En la radio sonaba Bbibbi de la famosa cantante IU, una canción demasiado tierna para la escena que se estaba viendo dentro de ese coche en marcha. JeongIn iba en la parte trasera sólo mientras que en la delantera conducía su madre, llevaban dos horas en carretera y su padre se había negado a acompañarlos, no quería ver a su pequeño entrando en aquella "cárcel". Y para qué mentir, también se sentía defraudado.

Yang NaSeul apartó levemente sus afilados ojos castaños de la carretera para observar el espejo retrovisor, su hijo miraba con desinterés a través del vidrio. Suspiró pesadamente provocando que su cabello azabache se deslizara levemente por su rostro, soltándose del despeinado recogido que sostenía su melena. Le costaba asimilar todo lo que estaba ocurriendo.

—Innie, ¿te puedo preguntar algo?—cuestionó la mujer que, pese a ser una pregunta, no esperó a que el pelirrojo respondiera—. Quiero que seas totalmente sincero, ¿de verdad no tuviste nada que ver?—preguntó para después presuinar

—Estaba fumando y no tuve cuidado—contestó con sequedad. Él no consumía tabaco, pero era mejor decir eso que las razones reales.

NaSeul asintió mientras notaba cómo sus ojos se cristalizaban, las lágrimas no tardaron en surcar sus níveas mejillas—Prometo que te sacaré de aquel dichoso lugar en cuanto pueda—hizo una pausa para ahogar un sollozo—.Te lo juro.

Aunque lo prometiera, JeongIn sabía de sobra que debía cumplir los años especulados en aquel lugar, a menos que sus padres sobornaran a la ley. Su familia no tenía tanto dinero, así que la idea de pagar a cambio de restarle años de condena no era una opción. Si no era incapaz, ¿por qué le prometía tal cosa? La razón está en que es una promesa vacía, iguales que las normales pero sólo en el exterior, dentro no hay nada. Estaba tan cansado de que todos usaran las promesas vacías, era mil veces mejor darse de bruces con la realidad que vivir esperanzados a que algo cambie.

—Gracias mamá—agradeció solamente para brindarle el consuelo que en esos momentos anhelaba su progenitora, sería terrible decirle lo que verdaderamente pasaba por su mente.

—Pórtate bien y no te juntes con gente peligrosa, algunas veces socializar con los profesores es mejor que hacerlo con tus compañeros. Si están ahí es por algo, aunque sea una escuela estricta no dejan de ser malas influencias—repitió por quinta vez en el viaje; esa sería la última, ya podía ver la institución sobresalir entre los árboles.

JeongIn mostró una cálida sonrisa—Tranquila mamá.

Tras unos dos minutos más al fin llegaron al aparcamiento, había algunos coches que seguramente pertenecían a los profesores. A simple vista se podía ver que aquel lugar tenía una estructura inmensa y bastante escalofriante. Las altas ventanas tenían rejas de metal, las puertas poseían un cristal reforzado que no dejaba pasar la luz, la fachada gris tenía una extensión de mínimo cinco pisos y se alcanzaba a apreciar un cartel de bronce algo desgastado con el escudo del centro. La entrada era amplia, carecía de alguna decoración y había un mostrador de tonalidades oscuras en la pared del fondo, donde una sonriente chica de cabellos rubios se hallaba ordenando unos documentos.

Ambos Yang se encaminaron hacia el único mueble de la sala, sólo se podían escuchar sus pasos y el suave tarareo de la empleada.

NaSeul decidió alzar la voz una vez llegaron al destino anteriormente mencionado—¿Disculpe?

—¡Oh, hola!—saludó la chica levantando la vista de las hojas, se podía apreciar en su camiseta de color gris un pin con "Kim DaHyun" escrito en él—, ¿en qué le puedo ayudar?—se podía apreciar un atisbo de alegría en su tono.

—Venía a traer a mi hijo—mostró una pequeña sonrisa mientras apoyaba su peso sobre el mostrador.

La rubia asintió con energías—Yang JeongIn, sí. Justo ahora estaba preparando el documento que debía revisar antes de confirmar el ingreso de su hijo—alzó un papel escrito por ambas partes—. Puede rellenar los datos aquí, a su derecha hay un bolígrafo.

La señora Yang aceptó y de forma inmediata comenzó a escribir en el documento, añadiendo datos básicos cómo el nombre de su marido, número de teléfono al que llamar, etc. Por mientras JeongIn se mantenía curioso mirando aquel espacio carente de decoración y algunas veces analizaba a la alegre recepcionista, la cual daba algunas indicaciones a su madre para ayudarla. Era un poco triste saber que pasaría los próximos tres años de su vida ahí, viendo a sus padres sólo los domingos una hora ya que era el tiempo de visita.

—Hey—susurró alguien tratando de llamar su atención. Miró hacia la izquierda, había una puerta gris levemente abierta, por la cual asomaba un chico de mejillas abultadas—Hola, ¿eres el pirómano?—JeongIn frunció levemente el ceño y con duda asintió.

—Estúpido, te dije que no me preguntaras directamente—se escuchó otra voz, perteneciente al chico que estaba atrás del anterior—. Existe la sutileza—añadió asomándose, acción que permitió a JeongIn ver su apariencia: un joven de cabello rubio y notables pecas.—Hola—saludó moviendo con gentileza su diestra.

La secretaría despegó la vista de la señora Yang al ver como su hijo miraba hacia la puerta que daba entrada a la escuela, conociendo quienes posiblemente estarían ahí. A paso ligero se acercó hacia el umbral y con un veloz movimiento expuso a los jóvenes, mirándolos con un rostro neutro mientras una de sus manos fue llevada a su cadera.

—Han JiSung y Lee Felix, a la próxima mando un volante de castigo al despacho para que los encierren en vuestra habitación—su tono no daba señales de enojo o algún sentimiento en general, era neutral.

Uno de ellos encaró a la rubia imitando su postura, el de mejillas rellenas y cabello castaño. Este frunció el ceño y abultó un poco el labio inferior, intentando intimidar a la joven secretaria haciéndola ver que estaba más enfadado que ella.

—Siempre eres más dura con nosotros que con los demás. Necesito explicaciones, exijo explicaciones—el castaño observó fijamente el rostro de DaHyun y al ver que no cambiaba pese a su intento de intimidación, se encogió un poco mostrando una sonrisa algo incomoda—...¿por favor?

La chica hizo un pequeño masaje en su sien—¿Quizá sea que los demás no fuerzan esta cerradura un mínimo de dos veces al día?

—Los demás son aburridos y poco normales, algo común en los niños es el deseo de explorar—el de pecas que se había mantenido callado todo el rato dio un paso al frente—. Deberían dejarnos a Sunggie y a mí hacer pequeñas trastadas cómo estas, hay que disfrutar de la juventud—el chico castaño asintió con énfasis ante las palabras de su amigo.

—Tienen dieciocho años.

JeongIn apretó sus labios para no dejar que su risa se escapara, pero fue inútil. Una pequeña carcajada llamó la atención de los chicos, provocándoles unas sonrisas que segundos después fueron tapadas de nuevo por la puerta. La secretaria sacó una llave azul de su bolsillo y procedió a introducirla en el ojo de la cerradura.

—Disculpa, ya he terminado—alzó la voz levemente NaSeul para llamar la atención de la mujer más joven.

—Lamento lo ocurrido, esos dos son un desastre, pero buenos chicos. Su hijo estará bien aquí, se lo prometo—JeongIn ladeó la sonrisa pues tan buenos no debían ser para estar ahí, algo grave habían hecho.

La mayor mostró una sonrisa—No me preocupo por ello, estoy segura de que Innie sabe con quien debería hablar y que grupo es una mala influencia.

Si tan sólo supiera que la apariencia angelical de su hijo no eran nada más que una engañosa portada.

That world 𝙎*𝘾𝙆𝙎 || HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora