Mi nombre es Daniel Martínez y como todo uruguayo debería saber, soy candidato a la presidencia de Uruguay.
Sin embargo, mi partido no llegó al 50% de los votos requeridos y ahora, desgraciadamente, vamos al balotaje contra los blancos... Desgraciadamente para la gente que tiene que ir, votar y hacer cola con estos calores otra vez, porque yo me quedo en mi casa abajo del aire acondicionado.
Y bueno, a pesar de todo, la situación del balotaje me preocupa. No porque Cabildo Abierto y el Partido Colorado se hayan unido al Partido Blanco, sino por la forma en que mi corazón late cada vez que escucho o leo el nombre Luis Lacalle Pou...
Aka Cuquito.
Siendo sincero, no solo a Talvi y Manini se les cayeron los calzones ante ese pelo y esa carita de ángel que tiene, a mí se me cayó hasta la heterosexualidad.
Me pasó específicamente el día que tuvimos los resultados de las elecciones. Ese día, era obvio que íbamos a ganar nosotros, primero porque los Colorados son unos muertos, Cabildo Abierto da cringe y a los otros partidos quién los juna.
Luego de ganar me fui al Palacio Legislativo. Siempre elegante, de traje y corbata, el Cuqui me esperaba. Me saludó, me sonrió y dijo algo que nunca voy a poder olvidar porque alteró todos mis sentidos:
- Te quiero flexibilizar el salario.
Caí rendido ante sus encantos.
Bueno no, pero sí me puse rojo y le di la mano. Yo lo quería flexibilizar a besos. Nos sentamos en el living a tomar champán y picar unos bocadillos mientras debatíamos qué hacer con el Uruguay. En ese momento nuestras diferencias políticas parecían lejanas. Me perdía en aquella sonrisa de apariencia inocente, en aquellos ojos color hojas de otoño cachondas.
- Tus ojos son... Como el barro -le dije.
- ¿Que decis Daniel? -me preguntó Cuqui sonrosado.
- Que te amo.
No medimos el tiempo que nos llevó besarnos. Habíamos tomado dos copas de champán así que hacíamos como que estábamos muy borrachos.
Luis Lacalle Pou se durmió en mi pecho y despertamos con los primeros rayos del sol... No mentira, a las dos horas cuando nos pegó mal el champán con los bocadillos.
Mientras Cuqui estaba en el baño, quise poner una canción romántica en el plasma último modelo de Tabaré, que por esa noche había salido con Astori.
- ¿Que estás por poner? -me pregunta Cuqui cuando sale del baño.
- El himno -le digo- Que que, que que ¿que fue, que fue? Azuquita pal café
- Ay saca eso -me dice tapándose los oídos-, yo no escucho música de pobres. A mí poneme música en inglés, como Tchaikovsky así.
- ¿Eeeeh? Tampoco te hagas el cheto Luis, dale.
Me re desconcertó. Se notaba que quería responderme pero en ese momento tocaron el timbre.
- Yo voy -dijo Cuquito.
Doscientos mil empleados hay en el Palacio Legislativo pero va él, me mata de amor lo servicial que es. Por otro lado, no entiendo quién viene a romper los huevos e interrumpir nuestra velada romántica, ojalá no sea gente buscando trabajo y seguridad.
Cuando ya había puesto a Tchaikovsky en el plasma, el Cuqui se apareció con nada más y nada menos que Larrañaga, Andrade y Juan Sartori. La puta madre, me tenían re preocupados estos locos, los daba por muertos.
- Holandaaaa -los saludé re piola- ¿que hacelga, muchachos?
- Mira -dice el guapo y tira arriba de la mesa un montón de papeletas rotas del "sí" a la reforma- así me quedó el ojete con estas elecciones.
- Roto ahre -dice Cuquito riéndose.
- Che que música de mierda -dice Andrade mirando el plasma-, solo vos escuchas esta música de cheto pelado, dale, pone a Lucas Sugo hermano.
- Otro pobre cumbiero con pinta de mantenido por el Mides -respondió Luis Lacalle.
- Chicos fiesta en lo de Talvi -dijo Sartori con el celular en la mano- me acaba de avisar Manini.
- Sapbeee -festejó Andrade- vapaii.
- Para los de Izquierda no -le aclaró Sartori.
- Y bueno vamos, total no tenemos nada que hacer, ahora viene Tabaré y nos echa a la mierda de acá -dijo Larrañaga y agarró del brazo a mi Cuqui.
¿Quién se cree? La puta madre, ya se lo quiere llevar a lo del Colorado ese. Iba a chillar pero el propio Luis Lacalle se soltó de su agarre y me sorprendió con lo que le dijo.
- Yo sin Daniel no voy a ningún lado, Jorge. Igual me roban.
A estas alturas estoy muy enamorado.
- Más de lo que tú padre al país no creo -le dijo Andrade re sacado.
- Ay dale quien te va robar a vos Luis -le dijo Sartori- y si te roban al rato te devuelven.
- Ahre -dijo el Cuqui.
- Yo voy -dije y me puse las Gucci con un short de Nike, buzo y cadena, estoy que goteo- que la chupen si no están invitados los de Izquierda.
- Vamos -dijo Lacalle y me agarró del brazo, causando que me sonrojara hasta la pelada.
Cuestión que dejamos el Palacio Legislativo y nos subimos al auto del guapo. Adelante iba Sartori y atrás Lacalle conmigo y Andrade que al final lo llevamos porque sino tiene que ir a dormir en un cartón del basurero. Nos daba lástima.
Sin embargo en el camino tuvimos que hacer una parada, porque como en esos videos donde el tipo va conduciendo y en el camino se encuentra con la mina del aro, nosotros encontramos a otro sujeto en el medio de una calle, con la diferencia de que no era un espectro, estaba tirado y Larrañaga casi lo pasa por arriba.
Bajamos del auto para ver de quien se trataba y cuando lo vimos... No podíamos creer que era él.
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Un amor en balotaje (Lacartínez)
RomanceTodo lo que pase en esta historia es ficticio, ohsi