Epílogo

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Cuando pierdes lo que más te importaba por una acción tuya, quedando tan marchito, la perra del Karma te olvida, y es ahí cuando te mueves, es ahí cuando las justicias, e injusticias para otros suceden.

Fue en una fiesta elegante, donde empresarios y sus acompañantes (mayormente secretarias o secretarios) la dominaban.

Gracias a las empresas que había utilizado como vías, Jeon Jungkook, se encontraba sentado entre una de esas tantas mesas elegantes.

Un porte serio, ojos vacíos y un corazón dividido.

En aquello se había convertido desde que las únicas dos estrellas de su vida habían desaparecido, imposibles de encontrar.

Tres años solo, desde que su corazón no quiso a nadie más, desde que no volvió a tocar a nadie más, desde que se convirtió en un especie de robot vivo, que se concentraba únicamente en sus negocios.

Levantándose completamente harto, camino hacía el baño, entrando, abrió el grifo y se hecho agua en el rostro para refrescarse, suspirando mientras miraba su reflejo, había aceptado venir por una razón, que con el tiempo se estaba desvaneciendo.

— ¿Paletas?

Su entrecejo se frunció, su soledad interrumpida por una pequeña figura que vió al bajar la mirada, un niño que muy apenas podía caminar en esas piernas cortas, chupando su dedo pulgar, mientras que con la mano libre, extendía su mano a el.

— ¿Por que tendría paletas?— Respondió de forma seca, deshaciéndose de aquella extraña sensación, tomo una servilleta para secarse, haciendo todo lo posible por evitar mirarlo.

— Paletas, plis.

— ¿Donde demonios esta tu padre?, ¿no es irresponsable dejar a un niño solo? — Murmurando molesto, observo a su alrededor, siendo ellos dos los únicos que estaban en el lugar.

— No se, plis, paletas — Con un puchero triste en su redonda cara, abrazo la pierna de Jungkook, lloriqueando.

Parpadeando, se quedo mirando al niño que ahora lo aprisionaba. Lo que le había llamado la atención, había sido aquel bonito lunar que estaba en la punta de su nariz, resaltando orgulloso.

Un singular lunar, que solo había visto en dos personas.

Tan pálido como podía estar su cara y sin ser consciente del todo, tomo al niño en brazos, cargándolo contra su pecho, lo observo de cerca. Enormes ojos lo miraban de igual forma, con curiosidad, era un vivo retrato suyo. Su corazón se aceleró.

Hacía meses que Jimin, un detective privado al que había contratado, le había dicho que había buscado algunas pistas de su familia, pues había encontrado relación con algunos de sus aliados, asistiendo a eventos como estos, Jungkook había perdido la esperanza hace semanas, cuando absolutamente nada daba resultado.

— Hola, papá Tae no se — Los ojos del bebé volvieron a llenarse de lágrimas. Jungkook se quedó mudo.

— ¿Cómo es que... — Susurro, deleitado, su mano libre se alzo y acaricio las mejillas del niño. —... ¿como es que se llama tu padre?

— ¡Cariño!, ¡¿donde es que te metiste!? — Una voz grave y a la vez tan dulce se escucho fuera del baño. Pasos resonando. —, ¡cariño, te he dicho que no debes irte de la nada por que me asustas, mi amor!, ¡vamos, sal de donde estés!

Una voz que había escuchado cantar arrullandolo en las noches de insomnio cuando era joven y que había cantado para hacer dormir también a su pequeño bebé.

Su pecho se agito. Su corazón latió de forma desenfrenada. Ni una sola palabra salía de su boca, estupefacto.

Y sin querer ni saber, una pequeña lágrima recorrió su mejilla.

Y Jeon Jungkook, no había llorado desde hace tres años. Hasta ahora, se alegro de hacerlo.

Sonriendo, beso las mejillas regordetas, y su frente una y otra vez, risitas llenaron el baño, risas que le alegraron y despertaron el alma que había tenido apagada. Era el, aquí estaban.

La puerta fue abierta.

— ¿Cariño...

Dejando la cabeza de su hijo en su hombro, sus lagrimosos ojos cayeron en aquellos que se encontraban abiertos, sorprendidos, y asustados.

No sentía rencor, solo quería tenerlos junto a el, incluso si otros decían que no lo merecía, que era injusto, no le importaba, lo necesitaba.

— Está bien, Taehyung, está bien, amor mío.

Tres años. Tres malditos años y su preciosa familia estaba con el.

Y como si Taehyung también lo ansiara, brazos delgados lo rodearon, sollozos y gimoteos llenaron el lugar.

No sabía sí era una especie de oportunidad o piedad, pero ahora todo le importaba una mierda y si lo era, entonces lo aprovecharía, aún si tenía que renunciar a todo lo que construyó.

Estaba dispuesto, mientras tuviera lo que tanto anhelo entre sus brazos. Su bonito bebé, y Kim Taehyung, para el, definían la palabra amor.

— Te amo tanto — Susurro desde el fondo de su corazón, siendo ellos los únicos capaces de romper el hielo de su ser.

The Consequences of Greed [KOOKV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora