La verdad sale de la Luz

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Comencé a retroceder sin saber que buscaba o a dónde iría, pero en eso alguien me tomó de la muñeca. Era mi madre, que apenas hace unos segundos había sido lanzada por los aires hasta dar en la cocina, estaba ahí de pie con un labio roto y la nariz sangrando. Mantenía una mirada furiosa. Una mirada que no había visto en ella nunca. Una mirada como la de un guerrero a punto de pelear por algo que está tratando de defender. Mamá estaba furiosa, no asustada por aquella cosa enorme que había irrumpido en casa, si no furiosa como si conociera las intenciones de esa cosa.

—Mila, quiero que tú y Hayley corra y salgan de aquí, ¿de acuerdo? —estaba furiosa, lo sabía, pero en aquel momento mamá me habló de un modo muy protector como siempre solía hacer.

—Pero...

—Escucha, es por tu seguridad. Hayley sabrá a dónde llevarte. —dijo pasando la mirada de mis ojos hacia Hayley que asintió.

Tenía pensado protestar pero la criatura estaba frente a nosotras y era un... ¿león gigante? No lo sabía. El monstruo tenía cuerpo de león color rojizo, pero la cola tenía púas en la punta, como una cola de escorpión y tenía unas enormes alas negras. El monstruo lanzó un rugido que parecía de león, pero de un león enorme, cómo si hubiese tenido un altavoz con un volumen demasiado alto para que produjera tal volumen. No sabía que era, pero algo si sabía: esa criatura estaba allí por la misma razón que la Srita. Miller...quería matarme.

— ¡Mantícora! — gritó Hayley. Ella si sabía que era esa cosa enorme que se hallaba frente a nosotras en ese momento, pero al parecer, por su tono de voz, no sabía cómo luchar contra ella.

— ¡Llévate a Mila! — gritó mamá desde la cocina de dónde volvía con dos sartenes en mano. Los hacía girar como si empuñara una espada y apuntaba a la mantícora.

La mantícora estaba en busca de mí que no notaba a mi madre detrás apuntando para plantearle un buen sartenazo en su cabeza. Al impacto la mantícora supo quién lo había atacado y volvió la mirada rápidamente hacía su nueva presa. Mi madre. Ésta en vez de parecer asustada parecía satisfecha por haber logrado llamar la atención del monstruo y le sonrió. Lanzó otro sartenazo atinando de nuevo en la cabeza del monstruo, y el monstruo se defendía lanzado su cola de escorpión hacia ella, que cubría su cabeza con un sartén. Yo, que estaba escondida detrás de la lacena, veía a mi madre peleando como toda una guerrera y no lo creía posible. ¿Era mi madre esa que estaba ahí afuera peleando con la mantícora?

Pero el asombro no duró mucho porque de pronto mamá perdió el equilibrio y resbaló cayendo aún cubriéndose la cabeza, pero se notaba que ya no resistía más. De pronto, la manticora había dejado de atacarla; había lanzado una de sus púas. Por suerte se ensartó en la sartén y no en su cara.

—Olvide que lanza sus púas. —dijo Hayley al momento de ver que lanzaba otra púa.

—Tengo que ayudar a mi mamá. —ni yo creí eso que acababa de decir, no por su mamá si no porque eso de luchar y de tener reflejos se le daba muy bien, pero no en momento en que me sentía asustada o nerviosa.

— ¿Te has vuelto loca? —me reprendió Hayley. —Esa cosa lanza púas. Son venenosas, si te pica una o al menos te roza, mueres. —informó, pero no la escuché y ya me había puesto en pie y había tomado una manzana para lanzarla.

Tengo buena puntería, tengo que admitirlo. Lancé la manzana y le dio en el blanco: en la cabeza de la mantícora. La bestia rápidamente volvió su enfurecida mirada hacia mí, que le había lanzado la manzana. Se lanzó directo hacía mí saltando por encima de los muebles que estaban entre los dos. Visualicé en la sala las flecha y el arco que Hayley había tenido hace una hora, me decidí a ir por ellas pero para ello tenía que rodear a la criatura, lo cual era imposible sin que al menos lanzara tres de sus púas. No supe cómo pero me lancé hacia un lado esquivando la cola de escorpión que pudo haberme golpeado justo en el pecho.

Soy Como...El AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora