Mi perdición

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Escucha pequeña , cada uno de nosotros tenemos nuestro destino esperándonos  , nunca trates de huir de él  o buscará  venganza...

Hay personas que nacen con la suerte de tener una vida plena y feliz y están otras como que solo luchan por sobrevivir. Nací en este pequeño pueblo, a donde desde niña me enseñaron que a quedarme callada y me educaron para algún día ser "esposa de un desconocido" o en todo caso una simplemente esclava de las tradiciones de este pueblo.

Hoy era el día donde mi vida dependería sobre la decisión  de un desconocido. Estoy en cama mirando al techo, tratando de aceptar mi triste destino feliz destino, para ser honesta solo desearía desparecer. Mis Padres se encontraban abajo desayunando como si hoy fuera un día normal como cualquier otro, para ser honesta nunca sentí que mi vida les importara. Yo era la última de mis dos hermanas y la oveja negra de mi familia. La ceremonia comenzaba a las 12:00 p.m, pero se debía estar 20 minutos antes para escuchar un par de sermones, lo cuales prefería evitar.

Mi madre entró y me dejó el pequeño vestido blanco, él cual significa pureza y virginidad  si alguien me elegía la boda seria en su país el día que mi futuro "esposo", lo eligiera.
Tenía que llevar el pelo suelto junto a una rosa blanca y una pequeña maleta con  mis pertenecías en caso de ser elegida. No sabía que destino me esperaba, por lo cual decidí  salir un rato a nadar en el pequeño lago donde me  encontraría con Leonel de quien siempre había estado enamorada desde niña y quien era el amor de mi vida.

Salí de casa y me puse la capucha para no dar sospechas, camine hasta el lago y ahí estaba el de espaldas, me acerque a el lentamente para abrazarlo por la espalda.

- Isabella, me asustas.  - río Leonel

- lo siento cariño. - mostré una sonrisa.

El se giró y me miró para después besarme.

- Te amo Leonel. - dije mirándolo a los ojos.

- y yo a ti princesa.

- No quiero que vayas... - me miro triste.

- No me escogerán, soy tan simple a diferencias de las demás.  - le afirmé

El solo me beso y se limito abrazarme, pero sentía algo diferente él. Mire el reloj y eran las 11:30 pm, me asuste y me despedí de Leonel  prometiendo que no pasaría  nada, para después salir corriendo.

Corrí  a casa mirando el reloj en mano , las campanas comenzaban  a sonar, estaba tan  asustada que llegué a casa azotando la puerta y subiendo a mi habitación.

- Mierda . - Era lo único que decía mientras cogí el vestido y me lo ponía rápidamente, escogí un maquillaje rápido,  sombra , rímel y labial para después colocar las zapatillas. No me preocupa llegar pero si no lo hacia mi familia seria castigada y era un precio que no estaba dispuesta a pagar. 

Mire el reloj y eran 12 : 00 pm

Sin pensarlo dos veces salí corriendo para dirigirme  al centro del pueblo donde se llevaría acabo la ceremonia de subasta, al llegar todas las doncellas ya se encontraban en el centro de la multitud, y la elección ya había comenzado, busque a mis padres  y ellos me fulminaron  con la mirada.

Sin darme cuenta una de las encargadas, me miro muy molesta para después cogerme del brazo y llevarme sin piedad juntos a las demás chicas.

- Eso sería todo, una vez mas gracias por estar aquí con nosotros celebrando esta tradición que se ha mantenido por generaciones, es un honor servirles.- anuncio el alcalde.

El Monstruo que salvó mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora