Capítulo I

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Boston College.

Hubiese sido un buen primer día si mamá estuviese aquí. En cambio, dejó una nota apoyada en la mesa que decía: "Linda, no te desperté porque me fuí bastante temprano, vuelvo tarde del trabajo, te ama, mamá".
Al menos así sabía que podría fumar tranquila, ya que a ella no le gustaba que lo hiciera en su presencia, decía que dentro de poco tendría cáncer e iba a morir, pero bueno, qué más da, si últimamente es lo que más espero.

No crean que exagero, quizás sí, pero pónganse un momento en mis zapatos: hace un tiempo, en otra ciudad (fué en la que más tiempo nos quedamos, que yo recuerde), había hecho un amigo, o un mejor amigo, por así decirse. Su nombre era Aaron Cox. Sí, era. Él me introdujo en el «mundo de las drogas», por llamarlo de alguna forma. Aunque al principio no quería llevarme ahí con él, lo convencí de que eso sería algo que nos uniría más, y así lo hizo. Comenzamos a salir simplemente para compartir experiencias y fumar un rato, luego, ese tiempo se convirtió en todo el día, así hasta que mamá descubrió lo que hacía y quería que dejara de ver a Aaron. Se lo conté, y él se sintió tan culpable que dejamos de vernos, en ese tiempo, sólo quería alejarme de mi madre por hacer que se alejara de mí la única persona que me había querido realmente hasta ahora, además de ella.
Pasaron meses y llegó el cumpleaños de Aaron, mamá sabía que yo querría ir a pasar el día con él, así que arregló una "salida" conmigo de todo el día, me hizo salir tan rápido al auto, que olvidé mi teléfono en casa.
1... 2... 3... 10 llamadas perdidas desde el número de Aaron.
Ese día fué el día en que más culpé a mamá injustamente, ella no sabía lo que pasaría, pero pasó, y me siento culpable de no haber estado ahí para él.
Había tenido un problema grave con su familia, según la llamada y sus propias palabras: sentía que su mundo se caía a pedazos, y el no tenerme a mí, que era como su hermana, junto a él, lo destrozaba más. Mis lágrimas caían al escuchar su voz. Fui a verlo, y ya era tarde. Su familia (a quienes aún les guardo rencor) me dieron a entender, con lágrimas en los ojos, que ya era tarde. Aaron había sufrido una sobredosis. Había dejado una carta con mi nombre, la cual estaba en sus manos cuando la policía lo encontró, empezaron a cuestionar para quién sería aquella carta con sus últimas palabras escritas, y alcé la mano, con lágrimas en los ojos dije "esa carta me pertenece". Su familia quería leer conmigo aquellas palabras, pero supe que si venía de aquel chico, mi mejor amigo, querría que las lea únicamente yo.
Que en paz descanses, Aaron Cox.

Luego de aquello, nos mudamos aquí, un lugar bastante lejos para empezar de 0 (es la vez número 10 que empezamos así), y sólo espero que esta vez todo sea diferente.

Terminé de fumar, al fin y al cabo, no quería llegar con un olor desagradable el primer día, porque debía causar una "buena primer impresión" según mamá.

Ahora, el Boston College no parecía tan malo por fuera, tendría que averiguar si por dentro se veía igual de bien, aunque no quisiera. Desde que consumo, no me ha gustado venir aquí, a la escuela en general, no cigarros, no hierba, no nada. Sólo debía esperar a salir para hacer lo que yo quisiera.

Y así empezaba mí día: matemática avanzada. No sé por qué me toca esta clase, pero, veamos qué tal estoy, por suerte, creo que los números se me dan bien.

- Alumnos. - todos siguieron gritando, el ruido era ensordecedor, no parecían chicos de último año, sino, más bien, del primero.
- ¡ALUMNOS! - escuché al profesor Smith gritar junto a mí, diablos, sí que me dejaría sorda si se dignaba a pegar otro grito de esos. - Ella es Alexa, nueva estudiante del último año, háganla sentir cómoda. - miró de reojo a un grupo de chicos que sólo se quedaron mirándome. Qué incómodo.

Pasé delante de los bancos hasta encontrar un lugar vacío, por suerte para mí, lejos de ese grupo que me miraba tanto.

Bien, espero que esto sea divertido, de otra forma, odiaré venir aquí más de lo que ya lo hago.

DrogadicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora