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Bueno, realmente mentiría si dijera que no me molestaba. Prácticamente era una pelota de dudas y miedo enfrente de las enormes puertas de metal negro que encerraba la elegante institución con pintas de Castillo más que una escuela.
Tome mucho aire en mis pulmones mientras repetía un pequeño conjuro mágico que mi padre me había enseñado hace años para calmarme. – Uno, dos, me da tos. Uno, dos, Me da tos. – todo estarás bien. Todo estar a bien. Seguía repitiendo internamente mientras llevaba mi mano a mi pecho tratando de clamar mi corazón desbocado.
Realmente ese enorme edificio me hacía sentir tan pequeña a comparación. Los jardines dentro de la institución sólo dejaban notar lo prestigiosa que era esta escuela, y hacían notar con un duro golpe que ya no estaba en mi clase con mis compañeros molestos gritando todo el tiempo, no estaban mis amigos para pasar los recreo o mandarnos cartas entre clase y clase. Maldita sea ni siquiera estaba mi padre como para poder ayudarlo en su trabajo y olvidar está molesta bola que crecía en mi estómago.
Negué con la cabeza para sacarme esos pensamientos, tenía que entrar segura y con la cabeza en alto si no quería que me pisotearan. Camine tras soltar el aire de mis pulmones entre esos portones de metal tan elegantes. Las baldosas resonaban fuertemente entre mis oídos a cada paso que daba. Las voces de mis compañeros sólo se hacían más lejanas mientras que caminaba admirando de forma embobada las antiguas estructuras.
Realmente era como entrar a un Palacio de cuento de hadas. Con paredes de roca grisácea que le daban siento toque antiguo, esculturas escalando por las paredes contando una historia de la cual era completamente ajena, pero eso no significaba que los bellos rostros tallados en la piedra no me sorprendieran. Realmente parecía que esos sujetos se pararán de un momento a otro y saldrían de los pilares que cubren y sostienen el recinto.
Termine fijando mi atención en la glorieta que descansaba junto a un pequeño lago artificial, lleno de fuentes y peces de diferentes y hermosos colores. La construcción de madera casi parecía arrancada de algún mundo de fantasía, con las enredaderas escalando por los postes de blanco color, mostrando con viveza las hermosas flores que perfumaban el lugar. Dentro había una pequeña mesa de mármol redonda con asientos a su alrededor, y sin pensarlo mucho supuse que ese sería mi lugar favorito para ponerme a leer.
Viendo la hora, Me había dado cuenta que faltaban aunque sea unos quince minutos como para que comenzarán las clases o el acto de apertura de este año, así que sin pensarlo mucho comencé a buscar sin mucho interés la novela policial que tanto me había recomendado papá, pero mis dedos se encontraron con un pequeño frasco completamente frío al tacto. No pude evitar sobresaltarme un poco mientras lo tomaba con las manos, logrando ver perfecta mente la etiqueta del envase “gas pimienta contra alfas” podría decirse que el ser policía lo había vuelto un poco paranoico en cuanto a mi seguridad se refiere, pero aunque me parecía una tontería sus palabras habían llegado a mi conciencia como un corte frío de un afilado cuchillo. Eres la única omega en esa escuela, Me dijo mientras me entregaba un enorme quit de defensa personal, tu y tu padre deben cuidarse mucho en ese lugar. Más tu con todos esos desgraciados rondando por ahí. Padre me había dicho que no era necesario que me preocupara tanto por eso, pero las palabras de Leone seguían rondando por mi cabeza con bastante frecuencia.
Maldecir un poco me genética mezclaba entre mis dos progenitores, después de todo había heredado la delicada complexión de Bruno, como sus rasgos amables y suaves que tanto cariño me hacían sentir. Pero tenía los ojos de Leone, al igual que sus labios regordete y su cabello plateado tan llamativo. Yo no me referiría a mi como una “belleza” pero los varios tipos que mi papá tuvo que espantar a lo largo de mi vida sería prueba suficiente para que el no me quitará los ojos de encima de ninguna manera.
Me había perdido tanto en mi propio mundo que no pude ver a ese joven que me estaba mirando en silencio. Me sobresale al tener sus bellos ojos verde agua sobre mi figura distraída, pero fue más el impacto del ser que estaba en frente a mi más que el susto mismo. Su cabello largo y tan rubio y deslumbrante como el sol estaban atados por una larga trenza que caía por su costado, una mirada fría y analítica inspeccionaron mi cuerpo y mis ojos, yendo de arriba hacia abajo hasta caer en el frasco que rápidamente guarde en el uniforme de mi falda negra.
Tal vez la paranoia de mi papá había dejado una huella más grande en de lo que hubiera querido admitir, por que al ver como ese joven se acercaba un poco a mi me hizo apretar con fuerza el pequeño frasco de metal que estaba en ni mano. Sólo se sentó a una distancia prudente de mi, sonriéndome levemente de lado mientras hurgaba en el bolsillo de su morral para sacar el segundo libro de la trilogía que tenía en un costado de la pequeña mesa del centro.
No pude evitar sonreír de lado con levedad mientras veía como abría con tranquilidad el libro y se ponía a leer en silencio.
Estaba apunto de hacer lo mismo, pero alguien más entro el la glorieta para luego soltar un pequeño chillido inesperado al verme. Realmente debía tener una suerte del demonio, esos dos alfas que estaban frente a mi parecían haber sido tallado por los mismos ángeles.
Ahora se trataba de una mujer de cabello corto que me miraba con interés acompañada de una prolija ceja alzada para luego mirar a su compañero mientras uno de sus mechones rosados caía al costado de su mejilla. Sus ojos eran tan verdes como la esmeralda más hermosa en la tierra, tenía la cabeza en alto y una postura que podía mostrar la suficiente confianza como para hacer que mis rodillas temblasen un poco. Esa mujer de rosados cabellos contrastaba mucho con la presencia tranquila que el otro rubio transmitía mientras miraba en silencio a la mujer que recién había entrado.
– Boungiorno. – Anunció ella con una sonrisa de lado mientras posaba su mirada en mi, analizando mi uniforme y mi rostro mientras sonreía de lado.
– Boungiorno, Trish. – Respondió el otro con una voz tan calmada y suave que casi parecía un susurro. Movió sus ojos de su pelirosa  compañera hasta mi para sonreír nuevamente mostrando un brillo en sus dientes. – Boungiorno a usted también signorina. – comentó con ese encantador tono mientras colocaba un marca páginas en su libro, dejando las manos sobre este una vez que lo cerró.
La otra simplemente se sentó a su lado mientras comenzaba una conversación informal entre esos dos. Por más que quisiera concentrarme en mi lectura, las voces angelicales de ese par no me lo permitían. Las palabras se enredaban en mi cabeza sin poder concentrarme en lo que me importaba.
Termine cerrando el libro con un suspiro para comenzar a tomar mis cosas. La hora estaba cerca y no quería llegar tarde el primer día. Copiando mi acción ambos dejaron lo que estaban haciendo para tomar sus cosas y comenzaban a caminar al unísono en una misma dirección.
Tome el mapa que se me había entregado junto al uniforme una vez que lo compramos, y comenzar a buscar el lugar al cual tenía que ir. Había como tres puntos de reunión marcados en el mapa, uno más alejado de otro, y realmente no sabía para que lado ir. Parece que esa tal “Trish” se había dado cuenta de mi desconcierto al mirar con terror el numeroso número de aulas, bibliotecas, salones de música, ciencias y otras actividades más los clubs estudiantiles. Me llamo la atención mientras me hablaba con una sonrisa altanera en el rostro.
– Si estás perdida puedes venir con nosotros. – A pesar de esas palabras que parecían ser amables, había abierto toque de burla en ellas mientras me miraba con una de sus manos en la cintura. El otro no dijo nada, simplemente río para si mismo mirándome con lo que yo intérprete como desdén. Maldecía el orgullo tan característico de papá que se me había pegado desde que nací, si bien quería demostrar que podía ubicarme sola realmente no quería llegar tarde el primer día. Mentalmente había maldecido a Narancia por haberme hecho olvidar ir al tur escolar, te maldigo maratón de películas de la guerra de las galaxias y los ojos de cachorro que el me puso para que me quedará con el par de muchachos esa noche.
Asiento no muy convencida mientras caminaba hacia ellos, que comenzaron su marcha por los preciosos jardines llenos de tantas fragancias diferentes de flores que, no había visto en mi vida, que lograban marearme un poco al olerlas. El chico rubio se escabullo en medio de la pelirosa y yo mientras miraba de cuando en cuando mi figura. Su mirada me hacía sentir un tanto incómoda por lo que decidí ignorarlo mientras los seguía, deseando poder salir de esa incómoda situación.
– No te había visto nunca ¿de qué familia eres? – Pregunto Trish sin despegar los ojos del camino, pero era obvio que me lo preguntaba a mi.
– Vine por una beca. – De nada servía ocultar lo evidente o tratar de mentir, después de todo se me daba fatal por culpa de mi padre, quien tenía una extraña manera de averiguar siempre que mentía. La chica sonrió aún más mientras me miraba con sorna.
– O, así que eres esa famosa omega de la que todo el mundo habla. – prácticamente me congelen n cuanto escuche esas palabras ¿realmente todo el mundo hablaba de mi o está Alfa sólo quería tomarme el pelo? Ante mi expresión casi pálida ella no evita soltar una leve risita mientras el otro sólo rodaba los ojos. – ¡Así que si es una omega! Giorno, me ganaste otra vez, a este pazo mi papi me va a matar por invitarte tantas veces a comer. – comentó con una nueva mientras que ese tal Giorno no podía evitar reír para si mismo.
– Déjala en paz, No es fácil ser un omega rodeado de alfas. – y tras girar repentinamente en una esquina del edificio, se hicieron presente las voces de una multitud.
El anfiteatro era tan grande y deslumbrante como el resto de la institución. Con un enorme escenario en frente de todos los asientos aterciopelados, se podía ver con mucha facilidad a un hombre de cabellera azul que estaba en frente nuestro con un micrófono y una dulce sonrisa. Trish me tomo del brazo y nos fuimos a instalar a un par de asientos en la segunda fila, por su parte Giorno se había perdido en la muchedumbre, y el barullo y movimiento de la gente no me permitía verlo.
Termine por soltar un suspiro en cuanto le rendí a buscarlo con la vista, para darme cuenta que aún seguía tomada de la mano con la pelirosada. La aleje con delicadeza mientras le agradecía el haberme ayudado a llegar hasta aquí, y ella solamente asintió mientras comenzaba a hablar con un hombre que estaba a su lado.
Ahora que me daba cuenta, ese joven se parecía mucho a esa alfa, aunque su rostro era más animado y sus ojos mucho más brillantes y con un bello color de miel. Su rostro estaba salpicado por muchas pecas, y su largo cabello rosado se encontraba trenzado y con una pequeña línea de zic-zac. Realmente parecía ser alguien angelical en cuanto sonreía mostrando un perfecta hilera de dientes.
Decidí dejar de verlo en cuanto escuche al hombre de azul cabellera darnos el buenos días a todos. A su costado, pude ver a padre con una hermosa sonrisa en el rostro que deslumbran aún más que los focos que le apuntaban. Me saludo levemente con la mano y yo le devolví un gesto en forma de apoyo. Saque mi móvil y comencé a grabar en cuanto lo vi que diría un discurso de bienvenida.
Me hubiera gustado que papá lo hubiera visto con sus propios ojos, Bruno estaba tan feliz y deslumbrante que le costaba un poco mantener el profesionalismo mientras hablaba con una voz tan dulce que podía cautivar a cualquiera que lo oía.
– Que omega más mono ¿No te parece? Ojalá nos toque como profesor, aunque no se que enseña. – comentó la de cabellos rosados en un leve susurró.
– Es profesor de literatura, y si, es muy mono. – ella me miro con una ceja alzada mientras unía los puntos en su cabeza. Tras posar sus ojos en mi figura un momento pudo deducir por cuenta propia que ese omega era mi familiar. – es mi padre, me dieron una beca y a el él puesto de docente.
Tras asentir de forma comprensiva comenzó a aplaudir en cuanto Bruno terminó el discurso de inauguración. Luego fueron llamados dos alumnos que representarían el cuerpo estudiantil este año. Trish aplaudió más fuerte en cuanto mañas vimos esa cabellera rubia desfilar sobre el escenario junto a otro chico igualmente rubio pero tirando más al anaranjado.
Giorno tomo el papel que se le había dado y comenzó a hablar de forma pausada y elegante, lograba capturar todas las miradas, no sólo por su bella fisonomía, sino también por esa voz tan profunda que casi parecía mágica. El otro chico tampoco daba mal El discurso, pero realmente se notaba que no quería estar allí arriba.
Tras bajarse del escenario fue caminando hacia su asiento a lado del mío. – Felicidades Giorno, no sabía que dirías un discurso. – el sólo me sonrió con delicadeza para luego mirar al frente, evitando al muchacho de ojos de miel que ponía su mirada fija en el. Trish golpeó a ese hombre y lo regaño, supongo que debía ser su hermano mayor y aunque tenía el aspecto delicado de un omega, el olor que desprendía era sin duda de un alfa.
Giorno por su parte ni lo miro, tal vez existía alguna rivalidad entre los dos a la cual era completamente ajena. Tras subir el director de Vento Aureo al escenario y saludar a todos los alumnos, nos levantamos todos al unísono para comenzar a caminar hacia nuestras respectivas clases, pero antes de salir al pasillo se nos dio nuestros horarios en una hoja de papel.
Me encontraba a en la clase 1-A, la primera hora sería filosofía con un tal Risotto Nero como profesor.
Trish se puso a mi lado mientras caminábamos a nuestro respectivo salón, enganchando un brazo en el mío mientras miraba fijamente y con el ceño fruncido a un par de estudiantes que ni había notado anteriormente. Giorno también enganchó su brazo en el mío, y acompañó la velada mirada con Trish. Ese par simplemente comenzó a caminar hacia su clase, que parecía ser mayor a la nuestra.
– Si quieres que esos idiotas no te molesten, deberás esconder mejor tu olor. – las palabras que el rubio había susurrado contra mi oreja me había causado un escalofrío que corría por mi espalda, hasta que sentía que deslizaba por ni mano un frasco. Lo mire un poco atónita, pero el solo me sonrió con ternura. – debemos cuidarnos entre omega ¿no crees? – casi se me caía la mandíbula, no me hubiera imaginado que ese muchacho con un porte tan serio y frío podía ser un omega igual que yo. Al mirar a Trish ella también sonrió de lado. Me pregunté si ella también era una omega, pero claramente ese no era el caso, el olor que desprendía era de un alfa hecho y derecho. Al oler mejor al rubio me Di cuenta que no había ningún aroma proveniente de él, más bien podría ser confundido con un beta.

Sin discutir otra palabra seguimos caminando por el pasillo hasta llegar a nuestra respectiva clase, y tras  sentarnos en una mesa de la primera fila comenzamos a hablar entre susurros.
– ¿Realmente eres un omega? – no pude disfrazar ni sorpresa en la oración. El asintió con algo de pena mientras colocaba su dedo en sus labios, para pedirme que guardará silencio en esto.

– Sólo Trish lo sabía, ya que me encontró en un celo un día y me llevo a la enfermería. – Explico el.
– Luego de eso nos hicimos amigos. – terminó explicando ella mientras sacaba sus libros. Hice lo mismo, para cuando el profesor entro acompañado de un grupo de padres en los que podía ver nuevamente a ese sujeto de cabello rosado. El director también había entrado para decir unas palabras, y luego me pido que lo viera en su oficina apenas terminarán las clases. Unos murmullos comenzaron a soñar por todo el salón mientras que yo asentía entendiendo lo que me dijo, y así la clase comenzó.

La tentación del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora