Capitulo 4 : Desconfianza

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      Podría estar durmiento pero percibía a alguien inclinado sobre ella.


      Su mano se movió y arrojó lo que tenía al alcance mientras su cuerpo saltaba fuera del camino antes de darse cuenta de qué era lo que estaba haciendo.

      El hombre mayor apenas la miró con el ceño levemente fruncido, como si Helena no acabara de atacarlo violentamente con una almohada sin provocación.

      —Lo siento, yo... —se levantó de la cama torpemente, su rostro ruborizándose mientras trastabillaba—. Lo siento mucho señor Alfred, no quería...

      Miró a su alrededor, confundida, aunque reconoció al mayordomo de inmediato le tomó un momento recordar dónde estaba, y dándose cuenta de que Jason no estaba en la cama, donde lo había dejado varias horas antes.

—No se preocupe, no es la única en esta casa con un difícil despertar —respondió él como si nada, de camino a la puerta—. Me tomé el atrevimiento de prepararle la tina. El resto de la familia la espera en el comedor para desayunar. Baje por las escaleras al lado derecho. ¿Es alérgica a algún alimento?

—Solamente a las fresas hasta ahora, me bañaré rápido y lo siento de nuevo señor Alfred

     Le puso el seguro a la puerta del baño y se quitó el pijama rápidamente.

     El agua de la tina estaba a la temperatura perfecta, y Helena se sumergió por completo, aguantando la respiración, tratando de lavarse el recuerdo aún vívido del sueño que estaba teniendo justo hasta que Alfred la despertase.

    No le tenía miedo a la muerte, se lo había dicho a sí misma durante años, pero su corazón seguía latiendo fuerte y veloz lo que se sentía como un mal presagio.

    Salió a la superficie cuando ya sentía que se estaba ahogando, y sintió el alivio del aire llenar sus pulmones, estaba viva, y mientras le quedara un aliento iba a seguir buscando a su madre, iba a salvarla, aún si debía perder ella la vida en el intento.

    Salió del baño un poco después y se vistió rápidamente, una parte de ella agradeciendo no tener que compartir el baño con ninguno de los muchachos.

    Su madre había pagado buenos internados para ella, demasiado buenos, y esas comodidades no le eran desconocidas, pero a decir verdad no lo había esperado en la mansión Wayne. No por falta de dinero, por supuesto, más porque no había esperado ser tan bien recibida, acomodada tan atentamente, como a un familiar querido que viene de visita.

    No sabía si el amo de casa había permitido que la pusieran ahí porque era la hija de la mujer a la que más había amado, o porque sabía que era su hija. Si había visto los videos en la memoria flash, ya lo sabía.

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    La mañana estaba avanzada cuando finalmente hizo su camino hacia el comedor. La mesa era lo suficientemente grande para acomodar a veinte personas, si no más, pero estaban todos sentados a un lado, con un puesto libre a la cabecera esperando ser ocupado por Bruce Wayne, por supuesto. Había un plato ya servido y otro puesto vacío entre Jason y Damian, y Helena se apresuró a tomar su lugar designado después de dar a todos un pequeño saludo con una sonrisa algo incómoda.

      —¿Eres vegana? ¿Necesitas que Alfred te traiga otra cosa? —Damian pareció notar su vacilación.

     —No, no, está bien, sólo se ve tan bueno que no sé por dónde comenzar —respondió tomando su tenedor y dándole al chico una sonrisa—. ¿Por qué, tú eres vegano?

La hija de BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora