Celestinas

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Parte Dos

Terminaba de enviar el último correo a su asistente con los últimos cambios que se tenían que hacer al contrato que firmaría mañana con LVMH. Finalmente tanto trabajo daría sus primeros frutos.

Bloqueó su teléfono y comprobó la hora en su reloj, eran las cuatro y treinta de la tarde. En breve vería a su madre y aun no había discurrido que le contaría sobre la chica que supuestamente lo acompañaba y por otro lado estaba justamente el asunto de la chica ya que no le había contado a su conductor los pequeños detalles de la merienda. Agobiado inclinó la cabeza, apoyando la frente en su mano.

- ¿Se encuentra bien señor Agreste? – Lentamente levantó la mirada para encontrarse con uno vivaces ojos azules reflejados en el retrovisor que lo miraban preocupados.

Abstraído en sus pensamientos no respondió, levantó la vista dejando escapar su pensativa mirada por la ventana sintiendo la suave vibración del coche al circular por la adoquinada Rue Royale. Los escaparates de las lujosas tiendas se continuaban uno a uno frente a él y un pesado suspiro escapó por su labios, sus ojos se abrieron desmesurados al darse cuenta de algo, rápidamente clavó su mirada en su conductor detallando el cabello escondido en un sencillo moño, la gorra que le venía grande y esa americana de poliéster que debió de tener tiempos mejores.

- ¡Detenga el coche! - Ordenó con urgencia.

Sorprendida Marinette frenó bruscamente, ocasionando el enfado de los conductores que venían tras de ellos.

- ¡Ahí!, ¡Estacione el coche ahí! - Exigente con el dedo señalaba el único lugar libre para dejar el vehículo.

Sin decir nada la azabache acató la extraña orden de su cliente a quien no dejaba de ver confundida por el retrovisor.

En cuanto bajó del vehículo, miró con vehemencia hacia ambos lados de la acera, hasta que justo ahí frente a él se abría un luminoso escaparate donde un hermoso vestido corto en nítido rojo con escote alto en redondo y falda tipo A, amplio en el ruedo se mostraba hacia él.

Una imperceptible sonrisa de satisfacción de haber encontrado aquello que no sabía que buscaba se dibujo en sus labios.

- Señorita Dupain, haga el favor de venir conmigo. - Indicó a su ya más de por sí confundida chofer.

Marinette bajó del coche y acatando las indicaciones siguió a su cliente quien ya había entrado a la tienda. Levemente palideció cuando con ojos abiertos como platos veía en lo alto el nombre de la boutique, "Diseños Dumont". Por lo que fuera su cliente había decidido entrar al lugar hasta donde hace unos días ella había trabajado, con cierto recelo entró en la tienda de modas donde su cliente ya daba unas indicaciones a la dependienta.

En cuanto entró el semblante de la dependienta cambio mostrando una gran sonrisa y dejando lo que estaba haciendo para ir rápidamente hacia ella.

- ¡Marinette! Qué alegría verte por aquí. - Saludó con un efusivo abrazo.

- ¿El señor Dumont ha vuelto a contratarte? Sabía que entraría en razón. ¿Quién en su sano juicio dejaría escapar a alguien con tu talento? - Con cada conjetura de su antigua compañera Marinette se tensaba un poco más, mirando de soslayo a su cliente quien tenía toda la atención puesta en una prenda roja que sostenía entre las manos.

- Ho...hola Monique, no...no he regresado, ahora estoy trabajando con... - Tímida respondía cuando fue interrumpida.

- Señorita Dupain, - Sin prestar atención a la conversación de las dos chicas se acercó a su chofer - ¿Podría probárselo? - Le extendía el vestido rojo del escaparate.

Una Linda Tarde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora