❝ CAPÍTULO I❞

144 37 13
                                    

Era de noche, muy pocos se encontraban fuera de sus casas en el pueblo de los humanos pues era muy bien sabido que en cuanto el sol se escondía, los "moobs" salían de sus cuevas y la mayoría de las veces solían atacarlos.

Un chico de cabellos castaños claros, ojos color marrón oscuro y de una tez pálida se encontraba dirigiéndose hacia su casa. El hecho de haberse quedado minando sin un reloj, había hecho que perdiera la noción del tiempo y por eso saliera cuando ya no había mi un pequeñísimo rayo de sol.

El hecho de ir armando con un pico y su espada de manera lo hacía sentirse un poco más protegido pero prefería seguir evitando a toda costa a los zombies y demás moobs para no arriesgarse.

Justo cuando llegó a su casa se encontró con lo que identificó como un Enderman, sabía que era demasiado extraño encontrarse a uno de ellos en su mundo, el mundo de los humanos pues ellos mayormente se quedaban en el End.

Logró identificarlo por aquellas características tan peculiares de ellos, cabello negro, vestimenta del mismo color, ojos de varias tonalidades del morado y medir alrededor de dos metros, además de ese resplandor lila que emanaba.

El Enderman se encontraba de espaldas a el más bajo, comenzó a voltear lentamente hasta quedar frente a frente con el pequeño humano y con una mano extendida ofreciéndole un diente de león.

El bajito no solo desvió la mirada por la vergüenza y sonrojo que sentía en sus mejillas, sino también porque había aprendido que a ellos les incomodaba y molestaba tener contacto visual con algún humano.

No fue hasta un pequeño descuido cuando por fin tuvieron contacto visual, esto enfureció al más alto el cual no pudo evitar sus instintos de querer asesinar al humano, este último corrió hacia dentro de la casa buscando resguardarse, para su buena o mala suerte, el Enderman logró entrar a su casa y comenzó nuevamente a perseguirlo. Fue hasta que lo acorraló en una de las esquinas de la sala que aquel Enderman recobro sus cinco sentidos y le dejo en paz, teletransportandose hacia su mundo y dejando el diente de león flotando sobre la pequeña mesita que había en el centro.

Tal vez el pequeño humano nunca lo sabría pero el Enderman había estado observándolo a lo lejos desde que había pisado ese mundo, era por esa razón que se había encariñado tanto con él y que quería llevarle ese pequeño detalle...y también esa fue una razón por la cual no lo asesinó.

Lo que ese pequeño humano no sabía era que él también se terminaría encariñado con aquel Enderman.

Mundos Diferentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora