Capítulo 2

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Algunas veces las buenas acciones surgen de pensamientos egoístas, la sensación de satisfacción es tan alta que quieres hacerlo otra vez. Ayudan a algo o alguien a través de esa satisfacción que nació del egoísmo.

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El pelirrojo rechazó la mano de albina y sólo la miraba sintiendo como el más grande de sus temores caminaba una y otra vez en su espalda como si se hubiera manifestado en una araña. Tal vez era por la sangre que caía por el pelo y el rostro de la contraria o por la inquietante mirada del espectro que estuvo a punto de matarlo. Quería llorar otra vez, respiraba agitadamente y rápidamente, apuntó de hiperventilarse.

La chica al ver cómo el chico seguía en ese estado lo levantó por sí misma, cuando él ya estuvo de pie lo primero que vio fue la puerta, así que sin pensárselo mucho corrió hacía esta para escapar, olvidándose de todo, sólo quería salir de esa casa maldita, no sin antes cruzarse con la mirada del hombre, la cual se veía divertida. Cuando el de ojos cafés ya había llegado a la puerta había un gran problema, la puerta no se abría, la pateaba y golpeaba, pero esta no quería abrirse.

Ya desesperado miró la ventana por la cual había entrado y por fortuna para él estaba abierta, por ese instante. Porque cuando corrió hacía está se cerró el instante, esto hizo que el pobre chico entrara en desesperación y comenzará a golpear la ventana con la esperanza de romperla, cosa que tampoco sucedió. Aun así seguía golpeando, no rompió la ventana, sólo consiguió lastimar más sus manos, después de varios minutos llenos de dolor y desesperación el pelirrojo se rindió y volvió a llorar, lo único que deseaba era salir de ahí, llevaba tan poco tiempo en ese lugar pero ya había conseguido que se llevará parte de la cordura del pobre chico.

—¿Te estás divirtiendo?—Preguntó el espectro detrás del contrario con un tono burlesco, cosa que hizo que esté dejara de lamentarse y girará para encontrarse con el hombre corrupto. Quiso gritar, pero no podía, el miedo lo consumía desde dentro y no tenía intención de detenerse.

—P...por favor...déjenme ir...—Suplicó el ladrón sollozando, se sentía débil—N...no le diré a nadie de ustedes, sólo...déjenme ir, n...no me hagan daño...—Volvió a suplicar sollozando aún más. Mientras el contrario sólo lo miraba sin decir nada.

La albina que había estado en la habitación todo este tiempo salió encontrándose con la escena ya mencionada, sólo dijo una cosa mientras miraba al chico con tristeza.

—No tienes que preocuparte, no vamos a lastimarte—Comentó la albina con una sonrisa mientras se acercaba al chico poco a poco, y el contrario no podía retroceder.

El de ojos cafés sólo observaba sintiéndose cómo el espectador de una obra, sabiendo que él era el protagonista.
No quería hablar ni oír, sólo quería huir.

Le daba igual sí afuera no tuviera nada, solo deseaba salir, sentía que esté era su final siendo incierto el hecho de dejar este mundo para siempre. Y nadie sabía que hacer en esa situación, excepto el hombre corrupto. El cual deseaba ver cómo el pobre chico moría sin poder hacer nada, cosa que iba a hacer de no ser por la mirada de la chica que lo observaba con gran tristeza casi suplicándole con la mirada que no hiciera nada.

Vincent se preguntaba porque la albina no quería matarlo, ni ella misma sabía porque, pero pensar que podría salvar a ese chico le provocaba una sensación tan relajante que en el fondo le gustaría revivir este momento una y otra vez sólo para poder sentir esa sensación una vez más.

—No lo lastimes—Le susurro la muñeca corrupta al contrario, una buena acción debido a un pensamiento egoísta.

El guardián de la sombra blanca miró a la chica y suspiró para después tomar al chico de la muñeca con fuerza y tirarlo nuevamente a su habitación, el contrario trató de soltarse del agarre cosa que lastimó más su muñeca.

¿Esperanza? (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora