El reloj cucú que anunciaba el fin del mundo

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Había una vez un reloj, en lo alto de torre, donde el aire frío le llegaba y el sol olvidaba cubrirlo con su manto.

Vivía agotado, viejo por los andares de su vida, pero a pesar de todo seguía sonando.

Pero nadie en la casa escucho jamás su letanía, a pesar de que sonaba en el día, mientras las persona tomaban su desayuno, en la tarde  cuando  el bebé lloraba e incluso al anochecer cuando todo se quedaba en silencio.

El reloj estaba tan cansado, sus cuerdas estaban desgastadas, su estructura de madera tenía abolladuras de todas las ocasiones que alguien lo tiró.

Pero seguía provocando ruido, porque su alma de reloj así se lo marcaba, aunque cada vez parecía que sonaba más bajito y las personas a su alrededor a penas notaban su xistencia.

Poco a poco solo se escucharon los ecos del reloj que chillaba quedito, mientras el mundo seguía girando y los pájaros no dejaron de cantar, ni el niño de la casa dejó de chillar y en la mesa todos comían como de costumbre y nadie se preguntó que hora era, porque aunque todos solían tener prisa a nadie le importaba tomar el  tiempo.

Vivían tan asustados de sus estragos que terminaron dejándolo morir y sus sueños junto con el.

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