Fue un primero de diciembre el día en que llegaste a mi vida y dos años después en esa misma fecha decidiste marcharte sin más. La coincidencia fue extraña y desafortunada a la vez, entre más pienso en ello, el dolor más crece.
Aún recuerdo todo como si fuera ayer. Desde el momento en que te vi frente a mi puerta con el cabello húmedo, al igual que tu ropa. La primer palabra que salió de tus finos labios, aquella que se sintió como si fuera un soplo que se mezclaba con el aire de la ciudad haciéndolo más ligero de lo que ya era. Los últimos momentos que pasamos juntos, y el día, ese día en el que me regalaste un último suspiro, el cual atesoro en mi corazón junto con la esperanza de que todo haya sido un sueño.
1 / Diciembre / 1980
Una gran tormenta azotaba la ciudad. El agua estaba cubriendo ferozmente el pavimento de las calles como si fuera posible ahogarlas de alguna manera. El granizo caía sin miedo alguno sobre cualquier cosa que se atravesara en su camino como autos, edificios y calles, creando un agradable sonido. La brisa soplaba con avidez indicando a las gotas de agua que camino tomar.
La gente descansaba tranquilamente en su hogar sin preocupación alguna, mirando el televisor, haciendo palomitas, preparando el agua caliente para una ducha o simplemente descansando en sus habitaciones como cualquiera haría en éstas fechas.
Mientras la lluvia llenaba de vida las plantas, el silencio de mi hogar realzaba el sonido que creaban miles de gotas cristalinas que golpeaban mi ventana con fiereza.
Mis temblorosas manos sostenían la tibia taza de café buscando un poco de calor en ella. El vapor que desprendía era cálido y desaparecía en el aire como si de nada se tratase.
La atmósfera era perfecta, quizás me pondría a leer un libro más tarde para pasar el rato pues hoy era sábado así que nadie trabajaría y menos con la imparable lluvia que acompañaba la tormenta.
El pequeño espacio de mi hogar me hacía sentirme realmente bien, pues entre más pequeño era, menos aire frío le cabía.
Me encontraba sentado en el sofá mientras que la mesita de estar sostenía mis pies por encima de ella en una posición bastante cómoda. Acerqué la taza de café a mis labios, soplando un poco para que se enfriara y no me quemara al tomarle. Di un sorbo pequeño para asegurarme de que estuviera delicioso y cuando quise dar el segundo un inesperado sonido me interrumpió. Era el timbre siendo tocado varias veces trayendo consigo unos golpes leves en la puerta y la curiosidad de saber quien había decidido visitarme también estaba presente.
Mis padres estaban muy lejos, de viaje más bien, por lo que no podrían ser ellos definitivamente y mi hermana probablemente ni siquiera pensaría en visitarme con este clima. Entonces no tenía la mínima idea de quién era.
Me levanté del cómodo y cálido hueco que había hecho en mi sofá. Dejé la taza sobre la pequeña mesa y caminé hacía la puerta, me asomé por el diminuto hoyo en la puerta de entrada y divisé a un chico tembloroso congelándose mientras miraba a la nada. Abrí la puerta algo insegura pues aunque era de día nunca estaba demás temer por mi seguridad.
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CARTAS CON OLOR A CAFÉ ➪ JK + TH
Fiksi Penggemar❝Si me hubieran dicho que partirías sin más, te juro que hubiera hecho lo posible por encontrarte mucho antes❞ Muchas gracias a @whitoutnonee por la portada, el gif y el banner