UNO: CON ESTRELLAS EN EL CIELO

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James estaba recostado en la rama de un árbol, observando el cielo. Como si este le hipnotizara con tanta belleza.

Era de noche. Y el oscuro ambiente era salpicado por miles de millones de estrellas que acompañaban a la luna. Finalmente. Después de mucho tiempo. James pudo observar cuan hermoso era el cielo. Por decirlo de alguna manera. La naturaleza había recuperado lo que aluna vez fue suyo.

El recordaba todo lo que había hecho antes de que ese día llegara. Sentía la nostalgia apoderar su cuerpo, haciendo que percibiera un vacío en su interior.

El sonido que causa el caminar sobre la nieve lo distrajo, captando su atención.

-¿Qué haces ahí arriba? –Era su hermano, Mike. Él podría reconocerlo. Su voz ronca y fuerte pero a la vez tranquila.

James volteó a ver a su hermano –Observo las estrellas. Nunca he tenido la satisfacción de ver cómo eran antes.

-¿Antes de ese día?

James giró su mirada y la regresó al cielo. –No. No me refiero a aquel día. Me refiero mucho tiempo antes de ese día. Tú aun eras un crio. Y, a lo que a mí respecta. Solo era un niño que no sabía nada sobre el mundo.

-Vaya...

James emitió una risa ahogada, casi muda que hizo que sus hombros se sacudieran levemente. Él, con una rápida acrobacia se bajó del árbol donde estaba recostado y cayó sobre la nieve.

-Vaya, Mike. Eres un chaval muy maduro para tu edad. –James le sacudió el cabello con su mano. Y comenzó a caminar a la casa para dormir un poco.

-Bueno. Las circunstancias en las que estamos me han obligado a serlo.

James se paró en seco. Como si le hubiesen insultado gravemente. Dio media vuelta y caminó hacia su hermano. Al llegar con él se puso ligeramente de cunclillas para estar a la misma altura que su hermano. No era una gran diferencia de altura. James medía unos cinco centímetros más que Mike, quizá unos ocho. Los músculos de sus piernas se tensaron y se endurecieron. Miró directamente a los ojos de su hermano, tan penetrantes y a la vez clamados, esos ojos de ese color almendra quemada que se parecían tanto a los de su madre.

-Hey. Está bien que seas maduró para unas cuantas cosas. Pero lo cierto es que aun eres un niño. No estoy diciendo que seas un chiquillo. Pero aun eres muy joven. Y te lo digo yo.

-Vamos James. Tengo quince años. No soy un bebe. Y tú solo eres tres años y medio más grande que yo. Eso no hace un sabio de cuarenta años.

-Cierto, cierto. Quizá no sea un anciano. Pero créeme. Las circunstancias de antes nos obligaron a madurar y adaptarnos a un mundo donde los niños mueren. Principalmente porque ahora este es un mundo hostil e inseguro. Admiro como estás tomando las cosas. Dudo que otro chico de tu edad pueda tomarlo como tú. Al menos. Le costaría mucho más el aceptarlo. Yo, por ejemplo, a tu edad era muy blando, y quizá lo siga siendo.

-¿A que llegamos con esto? –Mike se estaba impacientando. Un defecto que el encontraba en James, es que no era una persona completamente directa. Al menos no cuando no estaba enojado. Y él lo sabía. –Le das muchas vueltas al asunto, James. Solo ve al grano.

James tomó una bocanada de aire y lo expulsó de boca con una exhalación. –A lo que quiero llegar con todo este sermón es que. No dejes que las circunstancias te arrebaten lo más preciado de esta vida. Lo más preciado que aun tienes.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2017 ⏰

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