Capítulo 1

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Acababa de empezar el invierno en Storybrook, poca gente para por las calles debido a las temperaturas altas, y las que se atrevían a salir van con abrigos de plumas, gorros, bufandas de punto y guantes.

Los habitantes de el pequeño pueblo están acostumbrados a el clima frío ya que siempre suele hacer frío, incluso en verano un jersey no viene mal llevarlo a mano.

Regina está en su gran casa acostada en el sofá con una manta y leyendo un libro. La alcaldía hoy estaba cerrada porque es domingo así que no recurriría sus servicios. Henry este fin de semana le tocaba con Emma por lo que tendría el día libre para relajarse de la estresante semana que lleva acumulaba.

Ella adora esos momentos de soledad, no la malinterpretes, ella adora a su hijo y su trabajo pero de vez en cuando un descanso de todo el estrés no la viene mal.

Tumbada en el sofá disfruta de un buen libro, ni más ni menos que las mil y una noches, hasta que su teléfono empieza a sonar. Decidió ignorarlo hasta que dejó de sonar, pero volvió a sonar y está vez no pudo dejarlo pasar , al ver el nombre de quién la llamaba se enfureció pensando que Emma Swan la ha llamado por cualquier tontería. Pero de todas maneras descolgó.

– Emma Swan, que la lleva a interrumpirme en mi día de descanso.– Contestó enfadada.

– Pues acaba de llegar una mujer que dice ser tu madre.

Al escuchar eso a Regina se le erizaron los pelos de la nuca.

– Swan eso es imposible mi madre está muerta, lleva así desde antes de que lanzará la maldición, yo misma me encargué de que así fuera, así que deje de decir sandeces.

– Pues aquí hay una mujer que me ha dicho que se llama Corazón Mills y que es tu madre así que ven a donde La Abuelita.

Regina al oír eso resopló.

– Voy para allá.

Cerro el libro cuidadosamente marcando la página por la que va leyendo, se levantó del sofá y subió a arreglarse.

Cuando terminó de ducharse fue a su vestidor y saco un traje de dos piezas negro con una camisa de seda morada, se maquillo y salió de casa con sus mejores tacones.

Cuando llego a La Abuelita entró y se quedó helada cuando vio a su difunta madre con ropa del bosque encantado hablando con Emma en una mesa. Fue a la barra y pidió un café bien cargado para ver si no está alucinando.

Cuando Cora la vio se quedó helada, la vio tan guapa y con ese porte que le inculcó desde que está era pequeña que no pudo más que recordar lo mal que la trato durante toda su vida.

Estaba en el país de las maravillas viendo por un espejo a su hija y su vida cuando la vio con Henry no pudo evitar pensar cómo habría sido su vida si no se hubiese arrancado el corazón, por lo que fue a su cripta y cojió el corazón, al metérselo en el pecho no pudo evitar sentir asco hacia si misma por todo lo que ha hecho, pero sobre todo lo que más la reconcomía era el portarse tan mal con su hija, así que decidió ir hasta Storybrook a intentar enmendar sus errores. Paso meses buscando alguna manera hasta que la encontró. Cuando llego se encontró a Emma y le preguntó que donde podría encontrar a Regina.

– ¿Para qué quiere usted a Regina?

– Es mi hija. Cora Mills encantada.

Ahora se encontraban en La Abuelita. Regina estaba pálida al ver a su madre y recordar todo lo que la hizo.

– ¿Podemos hablar?– Preguntó Cora a su hija.

– Esto tiene que ser una pesadilla.– Dijo consternada– Tu estás muerta.– Contestó Regina.

– Eso creíste, fue muy fácil manipular al pirata manco.

Regina al oír eso salió a la calle, necesitaba tomar aire después de ver a su madre que había vuelto de entre los muertos.

– Regina cariño lo siento mucho.– dijo la más mayor saliendo detrás de su hija.

– Tu pidiendo disculpas, quién eres y qué has hecho con mi madre.– Respondió con sarcasmo.

– Es cierto, soy yo, estoy aquí, y quiero enmendar mis errores. Tengo mi corazón en su sitio y no pienso sacarlo de ahí ahora que se lo que se siente.

– Un poco tarde para eso no madre. Tendrías que habértelo puesto antes de joderme la vida.– Contestó rencorosa

– Lo sé y no sabes cuánto me arrepiento de todo lo que te hice.

– Pues eso son muchos arrepentimientos, porque si me pongo y aquí a enumerar cosas el mundo se pone a temblar.

Y se fue dejando a Cora con la palabra en la boca. Está cabreada, como puede venir después de tantos años y decirla que se ha puesto el corazón y que lo siente mucho, eso no tiene ni pies ni cabeza.

Lo que perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora