Gwen.
Mi mano baja con incomodidad la parte baja de la falda por milésima vez en la noche, recuerdo que me había quedado genial cuando la compré... hace unos cinco años. No había tomado en cuenta que la vida universitaria me había hecho subir un par de kilos que se habían ido directamente a mis caderas.
Las compañeras —o ex-compañeras ya que estamos— que me habían acompañado a celebrar nuestro éxito desaparecieron después de los primeros 5 minutos. Probablemente me dejaron aquí y olvidaron mi existencia.
No me caían bien, de todas maneras.
No puedo evitar que un suspiro escape de mis labios mientras llevo una botella de agua a mi boca y bebo. Después de la primera copa y darme cuenta de que estaba en total soledad, preferí irme por el agua para mantener mis cinco sentidos intactos. No quería que alguien pusiera algo en mi trago sin que me diera cuenta, mi madre tendría un ataque al corazón al darse cuenta que su reputación se vería afectada cuando mi foto apareciera en las noticias a la mañana siguiente.
Y después se preocuparía por mí... quizás.
— Ese sonido fue demasiado triste para venir de una mujer como tú.
Ahora, esa sí es una agradable voz. Miel para mis oídos, o como se diga. Giro el rostro para ver su origen y entonces la miel llega a mis ojos.
La palabra sexo hecha hombre.
Los hombres son mentirosos, Gwen. En especial los que se acercan a coquetearle a mujeres solas e indefensas en el medio de un bar.
Cierro mi botella de agua con recelo antes de responderle. — ¿Acaso las mujeres como yo no podemos estar tristes?
La sorpresa en sus ojos casi me hace reír. Un sonido de frustración escapo de él y sonó tan tierno que me disgustó, porque no era justo que el luciera como un dios griego que podía ser tierno mientras yo estaba aquí dando pena. — Lo lamento, reprobé las clases de coqueteo. Tal vez no me debí dormir en ellas.
Ahora sí reí, y podría haber jurado que sus ojos se iluminaron cuando me escuchó. Pero de seguro se vio así por el tipo de luces que tenía el lugar. Ocupó el asiento a mi lado y me sonrío. Oh-oh, su sonrisa es birllante, creo que estoy ciega.— Soy Kile.
Dudo antes de decir mi nombre, pero, ¿que tanto puede pasar? — Soy Gwen.
Y así comenzó la mejor noche de mi vida.
Y también fue el comienzo de toda una historia, pero en ese entonces, yo no lo sabría aún.
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Ahora y siempre (#1)
Teen FictionCuando su prometido traiciona su confianza, Gwen Smith decide terminar su compromiso y alejar a todos los hombres que podrían intentar entrar en su vida romántica. Son unos mentirosos y manipuladores después de todo. Pero su promesa casi se va a la...