Ladrón de Frustraciones

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¡Estaba decidido no participaría en semejante locura!

Tenten agito el blanco pañuelo en el aire y lo arrojo a su cama, la reunión informativa de esa mañana había sido una pérdida total de su tiempo y un daño permanente a su psiquis.

¿Porque tenía que obedecer esa tonta normativa?

Ella era una kunoichi orgullosa y fuerte, preferiría morir antes que obedecer y ceder el mando de su cuerpo a un hombre, un total desconocido, se había esforzado en superar tantas barreras que la subestimaban por ser una mujer, para que al inicio de una guerra le salgan con lo único que no pudiera cambiar.

Su cuerpo.

Tenía que haber alguna forma de evitar aquel mal trago, se cuestionó muchas cosas y planeo muchas otras, todas mirando con depresión el pequeño pañuelo blanco y la bolsita lila.

¿Como? ¿Como?

Podría fingir que ya no era virgen, de todas formas tenia diecinueve años, era lo esperado, asi la normativa no le aplicaría.

Un inconveniente.

¿Y si le hacían un examen físico? Por la actitud de la Hokage supo que se lo tomaba muy en serio.

-¡Rayos!- maldijo frustrada no había salida fácil a esto, lo único que quedaba era encontrar un hombre cualquiera para que se acueste con ella, ya lo dijo la Hokage nadie podía negarse. Ahora el problema era ¿quien?

Debía ser alguien que olvidase rápidamente, alguien que no le molestara con tontas chácharas, solo debía encargarse del asunto de la normativa brevemente.

Barajo nombres, pero todos se la hacían demasiado conocidos.

Quizá simplemente se lo pidiera al primer hombre que pasara por su ventana cuando se asomara.

El cuerpo le temblo. Un escenario caótico frente a ella.

Y si el hombre era como "aquel"

Hace mucho, cuando era aún una gennin creyó enamorarse de un chico de su edad, a estas alturas no recordaba el nombre, pero no olvidaba lo que le hizo, aunque fue un impulso insensato de su parte habia confesado sus sentimientos y le habia robado un beso a ese chico.

Estaba tan feliz, era la primera vez que su corazón bailaba en su pecho y sentía mariposas en el estómago.

Pero luego de ese día muchos chicos y chicas de su clase la señalaban y hablaban a sus espaldas.

Ese chico al que había visto noble y bueno se mofaba de ella tachándola de sanguijuela y poca cosa, una regalada.

El rumor se extendió y se transloco a muchas formas más horribles. Si por esa época no los hubieran separados en grupos no lo habría superado, el rumor se disipo, pero el daño estaba hecho.

No confiaba en los hombres para enamorarse, podrían ser útiles en batallas y otras cosas, pero la mayoría solo pensaba en usarla por ser mujer.

Un claro ejemplo era esa normativa.

Tocaron a su puerta, algo rabiosa la abrió. Era su amiga Hinata tan o mas agobiada por la normativa, venía a charlar con ella, lastimosamente no tenia más respuestas que ella sobre el asunto.

Charlaron un largo rato, barajando nombres que hacían enrojecer a la heredera. Cuando la sangre se le subió a la cabeza y empezó a dolerle, despacho a la más joven, sin respuestas para ella, quedando en salir al dia siguiente.

Debía encontrar a un hombre que no se mofe de ella por su falta de experiencia o que usara su "contacto" como una anciana con el cuento de alguna gracia de sus nietos, mera entretención.

Kunoichis En La GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora