¿En dónde se hallan tus pies?

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La vista fija en un punto: la nuca de mi enemigo. Tratar de leer sus pensamientos no era divertido. En su cerebro, solo se hallaba el deseo de querer volar; y yo, aún seguía sumido en la pérdida de quien se halla en las tierras del amargo olvido. Era anormal que lo extrañase, cuando yo mismo lo había matado. Pero, aún de aquella manera, seguía despertando mi enojo. Por ello, me disparé a mí mismo, para dar caza infinita a su alma.

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