Un mar de lágrimas heroínas (II)

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Y un día, derramó lágrimas por la calle y se topó con un hombre.

Se desahogó con un desconocido, al que le pidió salvación.

Y pensó que era Dios, con un disfraz mundano, y le pidió un favor: 

"Oh, señor, sea quien sea, dígame qué tan hermosas son mis lágrimas de agonía, porque quiero entender al mundo". 


Y el hombre, mudo por cuestiones de la vida, la hizo caminar hasta la playa y en el agua le mostró el resultado de lo que había hecho el mundo. Y allí, prometió no volver a sufrir, si aquel hombre escribía algo para ella. 

Y el hombre no sabía que escribir, pero aceptó por una razón: Aquellas lágrimas solo debían estar presas en un océano y no libres sobre las mejillas de la joven. 

Y ella no volvió a sufrir.

Y él escribió sobre ella. 

Escribió en la arena: LIBERTAD.

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