Capitulo 6

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Draco cayo de rodillas sobre la alfombra una vez que Harry había desaparecido y cubrió su rostro con ambas manos tratando de opacar sus gemidos y las lágrimas de impotencia. Maldijo al lord oscuro en todos los idiomas que conocía, se recrimino más de una vez a si mismo por su debilidad más de una vez al haberse mostrado vulnerable y más aún necesitado del toque de cualquier persona y aun mas de la del héroe del mundo mágico.

Golpeo el piso con el puño un par de veces y se obligó a ponerse de pie para recobrar la compostura. Limpio sus lágrimas y se sentó en el sofá que había formado su mente, se abrazó a sí mismo y procuro calentarse en el tibio calor de la chimenea frente a él. Suspiro una y otra vez.

-Maldito Potter- dijo suavemente y en desgana sin ánimo de dejar salir su acostumbrada mordacidad. Entro en un tibio calor proporcionado por la chimenea.

Su corazón estaba revuelto de muchas maneras, Potter, sus amigos, su familia, los gemelos, Voldemort.

Todas sus malditas preocupaciones se galopaban frente a sus ojos y Draco no encontraba la fuerza necesaria para enfrentarse a todo aquello. Odiaba admitirlo, incluso considerarlo, pero quería-en verdad deseaba- un apoyo real con él, no una sombra de sueños que le hacía olvidar y adquirir cierto grato de estabilidad fugaz y olvidar sus preocupaciones por un par de horas para luego despertar y enfrentarse a su mundo revuelto y oscuro.

Un simple apretón en su mano hacía que se creyera que Voldemort perdería. Que por fin el mundo mágico se libraría de su cruenta presencia. Sonrío con ironía por sus deseos. Draco Malfoy nunca -¡Nunca!- admitiría que necesitaba a alguien, especialmente a alguien que solo le ofreciera un lugar pacífico y común, hasta el punto de lo cotidiano, en su mente.

Como había añorado secretamente el caos de las discusiones y temple de su mente buscando contestaciones rápidas e ingeniosas a insultos espontáneos. Le hacía sentir normal- sangre pura, millonario y atractivo- pero normal.

Daba la sensación de que todo en el mundo giraba e iba bien.

-Potter solo me usa por información- pensó con seguridad y su ánimo cayo aún más, el fuego de la chimenea se empezaba a extinguir dando un espectáculo de luces que brillaban con fuerza antes de desaparecer, señal de que su tiempo consiente en su inconsciente-si tenía sentido- se estaba acabando.

Y Draco de verdad solo quería ese pequeño pedazo de tranquilidad que obtenía cada que dormía, los abrazos y los besos habían estado bien y se había engañado a si mismo que aquello significaba algo más que "desahogo y experimentación" . La decisión de entregarse en el sentido físico le había causado en un principio un sentimiento de asco y obligación se había vuelto en un instante la mejor idea del mundo aun entre la bruma de placer y liberación.

Se había dejado dominar por esa parte de sí mismo que le habían enseñado a controlar desde un inicio de su vida. Podía admitirlo con sinceridad y no podría estar más contento por haberlo hecho, al menos en un rincón de su mente.

-¡Que pensamientos tan estúpidos!- Se reprendió con severidad, pero no por ello se negó a reconocer que es verdad.

La amistad.

Una vez la suya había sido rechazada de la forma más dolorosa, al menos para un niño, pero que Potter se halla disculpado era un peso menos de sus hombros, uno que no recordaba que pesara tanto, se volvió ligero aunque aquello le confundía y le hacía preguntarse con que llenaría de pronto el hueco que había dejado aquel resentimiento, el espacio vacío en su pecho le incomodaba, picaba y se revolvía buscando con que llenarse aunque eso le costara admitirlo

Su corazón confundido no le daba más que respuestas cruzadas.

Lo odio

No lo odio

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