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Capítulo  5

Cuando Jungkook pronunció esas palabras, mi corazón dejó de latir por unos segundos. Mi mente comenzó a trabajar más rápido de lo que normalmente hacia, tratando de encontrar una excusa o mentira lo suficientemente buena como para engañarlo.

Se me estaba acabando el tiempo y este cabrón no hacía más que causarme problemas.
No podía permitir que él se enterará. No por ahora.

Tomé aire y cerré los ojos, tratando de calmarme. Había pasado mucho para llegar hasta aquí, nadie me detendría.

Y menos él.

— ¿A dónde encontraste exactamente ese reloj? — Indagué, tratando de parecer segura.

Él sonrió con sorda ante mi pregunta. Típico de él; creía que me tenía acorralada — ¿Dónde crees tú?

— Seguro que se lo sacaste a un niño ¿Verdad? — repliqué, quitando el reloj de sus manos de un manotazo. A Jungkook se le transformó el rostro. Ya no parecía tan confiado como antes.

— ¿Cómo...?

— Supongo que con el alboroto que hay allí afuera  fuiste a revisar zonas aledañas. Encontraste el reloj, que lo poseía un niño, y creíste que era mío ¿verdad? — dije con un tono burlesco — Este reloj se lo di a ese niño de regalo, pero seguro que eso ya lo sabes.

Jungkook maldijó por debajo y se mordió el labio inferior, mostrando frustración. De repente,  ya no me tenía.

— Entonces ¿Dime que hacía ese niño ahí? Él estaba a cargo del sacerdote Jung pero de repente, y extrañamente, fue entregado a una mujer este mismo día ¿no te parece demasiada coincidencia?

Era inteligente. Como siempre.

Pero yo lo era más.

Sonreí y me levanté hasta quedar solo a unos centímetros de él— Sabias que soy una benefactora de esta ciudad ¿Verdad? Ese niño estaba a mi cargo, así que simplemente lo trasladé hacia un nuevo lugar. La iglesia estaba resultando peligrosa para los niños y debo velar por su seguridad — expliqué —. El tramite ya estaba planificado hacia  mucho tiempo, solo me faltaba encontrar una familia. Tengo los papeles, puedo mostrartelo, si así lo deseas.

Lo que le estaba diciendo no era del todo mentira. Hacía un mes atrás, con un infiltrado de Namjoon, mandé a investigar al Padre Jung y cuando me enteré que el hombre podía ser potencialmente un peligro para los niños de ahí, ordené que los pequeños fuesen trasladados a otros lugares.
Por suerte había guardado copias de mis cartas.

Jungkook suspiró y se revolvió el pelo, exasperado — Creo que no deberías estar aquí, en mi cuarto, haciéndome un interrogatorio obsoleto. La seguridad de ese territorio estaba bajo tu cuidado ahora. Si la situación empeora, no podrás cumplir con tú promesa y tendrás que irte de aquí por incompetente.

Él levantó la vista, de repente, y las clavó en mis orbes. Su cuerpo se movió más cerca de mi, haciendo que instintivamente el mío retrocediera hasta que mi espalda tocó lo fría y dura madera de la puerta.
Sin embargo nuestras miradas siguieron conectadas, como si tratasen de ver más allá de lo que profesaban superficialmente. Las preguntas no dichas en palabras volaban una a una con cada instante que permanecimos en silencio, observándonos.

peccātum « j. jungkook »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora