Capítulo I

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"Estar vivo es una mierda". Esa es la frase que siempre repite nuestro protagonista tan pesimista. Su nombre es Philip Antoine. Tiene 17 años, sus ojos son azules, su pelo es rubio y su piel es muy pálida. Sería el ejemplo perfecto de chico bello y perfecto si no fuera por un problemilla: mide 1'60m. Se le podría describir como un shota.

Por si no fuera poco, encima es otaku y friki. Le gustan los animes, los videojuegos, el rol, el manga, las novelas y en general cualquier cosa que tenga que ver con fantasía. Le gusta evadir la realidad.

También es alguien bastante tímido y antisocial. Se le da mal interactuar con otros seres humanos, especialmente con miembros del sexo opuesto.

Lo único bueno que tiene es su apellido. Nació en una de las familias más ricas de Francia. Su padre, el cabeza de la familia, se caso con una mujer de Reino Unido. De esa unión nació Philip.

Su madre falleció por culpa del cáncer y él se encuentra viviendo solo en Inglaterra, debido a que su padre siempre está ocupado.

Philip siempre a odiado su apellido, puesto que lo único que le a traído son desgracias. Gente que lo único que hace es acercarse a él para así poner sus zarpas en su fortuna.

La gente le mira con celos o envidia por su riqueza. También hay los que le tiene miedo por lo que sería capaz de hacerles con el poder e influencia que tiene. En su instituto corría el rumor de que si lo hacías molestar, sería capaz de arruinar por completo a toda tu familia e incluso que sería capaz de cerrar todo el instituto si así lo quisiese. Básicamente la gente lo ve como un rey intocable.

En realidad el simplemente es un chico que le es difícil hacer amigos y que encima su lugar se procedencia no es precisamente de ayuda.

Nunca a tenido a nadie de su lado y, la única persona que estuvo junto a él acabo traicionadolo. Fue una chica de la que él se enamoró. Parecía como si ambos estuvieron profundamente enamorados, pero en realidad ella solo estaba detrás de su fortuna. Le dijo que su madre necesitaba una operación muy costosa y que no podía permitirse lo. Philip le dió el dinero, sin embargo al día siguiente ella despareció.

Desde ese día el chico nunca ha abandonado su habitación. Intenta evadir la realidad estando en mundos imaginarios y de fantasía que nunca existirán. Sin embargo él sabe que esto no servirá de nada, puesto que algún día tendrá que heredar todas las riquezas de su familia.

Cansado de todo, decide acabar con su vida. Se pregunta si se encontrará con su madre en el otro mundo. Se pregunta si existirá el cielo o el infierno. En el fondo no le preocupa, pues da igual donde esté siempre será la misma mierda.

Y así, se pone la soga en el cuello y se dispone a dejarse caer de la silla.

Una luz resplandece. Un extraño círculo aparece ante él. Dicha luz le ciega durante unos instantes. Al volver a abrir sus ojos se encuentra en un lugar que nunca había visto.

- Bienvenidos, mis héroes -dijo un hombre de mediana edad. Cada poro de su cuerpo exclamaba que él era un rey.

Philip se encontraba rodeado de mucha gente que vestía una armadura y que se encontraba armada. Solo habían 6 personas que destacaban. Era el hombre que le había hablado, una joven doncella que parecía una princesa, una chica de cabello rubio y de grandes senos, o otra joven pelirroja, con la cara llena de pecas y que en cuanro a delantera no iba muy por detrás que la anterior, una última chica de piel morena y sin tanto volumen como las anteriores y un joven hombre de pelo negro.

- Mi nombres es Alberth Goldreich y esta es mi hija Lilith Goldreich. Ahora mismo se encuentra en Eydillia, un enorme contiene donde existe la magia e innumerables criaturas. Para ser precisos están en el reino de Rivia, una tierra habitada mayoritariamente por humanos.

- ¿Q-que queréis de nosotros? - dijo con dudas el adolescente de pelo negro.

- Sois los héroes bendecidos por la gran Diosa Lumia -dijo el rey- Habéis sido traídos aquí por su poder y rescatados de una situación donde vuestras vidas peligraban. A cambio, nos deberías ayudar contra la Calamidad y su terrible ejército de demonios.

Las dudas y las inquietudes se vieron reflejadas en las caras de los jóvenes allí presentes. ¿Debían luchar en un lugar que no habían conocido hasta el día de hoy? ¿Debían sacrificar sus vidas por la felicidad de esa gente?

- Padre, no deberías habérselo dicho de manera tan abrupta -reprochó Lilith- Jóvenes héroes, tenemos habitaciones preparadas para vosotros. Por favor descansad.

Y así, nuestros héroes fueron llevados a sus respectivas habitaciones. Philip se tumbó y en la cama. Era bastante cómoda, no tanto como la suya pero no estaba mal. Puso su brazo en su frente y miró hacia el techo. No sabía si estar feliz por su situación o triste por no poder encontrar su tan ansiada muerte.

Tras pensarlo, lo decidió. Esbozó una enorme sonrisa y decidió ser feliz. Pensaba cambiar, pensaba ser fuerte y mejorar. Pensaba en que al fin podía conocer a gente que no pensará únicamente en su apellido.

Y así, de un salto, se levantó de la cama y de dirigió a la puerta de la habitación.

- Oye -dijo, dirigiéndose a una sirvienta que había vigilando su puerta.

- ¿Si?

- Ya lo he meditado lo suficiente y he decidido aceptar mi papel como héroe.

- ¡Genial! -exclamó- Voy a decírselo a su majestad.

Philip había decidido luchar por algo. Hacía mucho tiempo que no tenía un motivo para vivir, desde lo de aquella chica. Pero al fin su sonrisa era genuina.

Tras unos 15 minutos, todos los héroes fueron reunidos en el mismo lugar, está vez sin guardias. Eran los 4, el rey y la princesa.

- Veo que todos habéis aceptado, mañana empezareis vuestro entrenamiento. Si todo sale según lo planeado, en 2 meses participareis en vuestra primera batalla. Hoy, podéis dedicaros a conoceros mejor.

Soy Una AberraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora