Capítulo 1

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Quizás la gente estaba equivocada sobre mí y yo no era circunspecto y recto sino un cobarde. Tal vez mis creencias era totalmente erróneas y yo sólo parecía ser genial y sólido como un roble pero la realidad me golpeaba como las brisas otoñales.

Ya una semana desde la partida de mi amante, nadie preguntaba por él, como si no hubiese existido y deseé esperanzado poder alcanzar tal posición y disfrazar mi agonía con indiferencia frívola pero mierda, las marcas de sus dedos largos aún navegaban por mi piel caliente y tersa.

Pero la cicatriz más grande la tenía dibujada en el corazón.

"Porque tus palabras de despedida dolieron más que cien puñetazos". No logro recordar con certeza qué fue lo que me impidió en concreto no ir en su búsqueda, en no correr al aeropuerto y rogarle de rodillas que se quedara y que si quería herirme pues que lo haga, pero que me lastimase a mi lado.

Pero no lo hice, porque esa beca lo haría feliz, posiblemente más que yo.

Y esa noche no regresó a la casa del árbol.

Ni la siguiente. Y así sucesivamente.

El lunes de esa semana Jessica aniquiló la distancia, iniciando la conversación cordial y educada, "¿cómo has estado?", "se te ve cansado", "¿has comido?", pero yo únicamente contesté una sarta de mentiras, que todo se mantenían perfecto en mí vida aburrida. Hasta que todo dio un giro en nuestra charla.

- ¿Has visto a LuHan? - encuestó con una mezcla de frialdad y preocupación, angustia que podía fácilmente confundirse con enfado.

- No, no lo vi. - respondí y abrí la boca para dar un bostezo tan colosal que podría romperme la mandíbula. - No lo he visto en un largo período. - agregué.

- ¿Es cierto que se fue a Washington? - cambió el rumbo de la plática con brusquedad sin notar mi falta de interés o de consciencia. - Me llegó el rumor y no lo creo, hoy iré a su casa y si no hay nadie lo llamaré otra vez, aunque no creo que responda, lo he llamado desde el viernes.

- Quizás está ocupado. - le hablé y por momentos cerraba los ojos intentado abatir el sueño.

- Mmm cierto, como sea gracias, SeHun y duerme bien, ¿si? Tiffany está preocupada por ti. - y se retiró elegante y moderna como solía hacerlo, intimidando con su belleza avasalladora por los pasillos del instituto. Si Tiffany estuviera aquí, sería su compañera ideal, acompañando con su simpatía radiante.

Pero no estaba, así que constaba de la compañía de Kai y Tao, quizás EunJung, quién sabe.

Oh Dios lo peor de toda esta desgracia era que mi última visión de su persona fue un LuHan sosegado y cadavérico, con ojeras danzando alrededor de sus ojos redondos y almendrados, labios desérticos. Y yo, yo ansiaba memorarlo como un muchacho lozano y tan inocente como satanas. Durante éste período mis neuronas me habían asegurado que el nuestro era un amor entre un suicida y un homicida, yo mataría por él y él moriría por mí, pero dadas las condiciones y averías en nuestra relación, al parecer yo cumplí ambos roles.

Y así fue, porque morí por él.

Me sentía fallecido y angustiado a tal punto de saltarme la mitad de las clases durante la jornada escolar. Y vaya mierda que no me molestaba en lo más mínimo, todos mis esfuerzos académicos se iban al carajo ¡y vaya mierda que no me daba ni una pizca de carencia!

¿Por qué mierda me hiciste esto LuHan?, ¿es que acaso no has sido capaz que apaciguar tu personalidad tiránica al menos unos pocos segundos más? Por más escaso que sea el tiempo, debiste darme tiempo para prepararme a convivir sin tu calor y frialdad, sin esas duplicidad de polos confusos y controvertidos en tu personalidad.

Y ahora sólo me queda admirar las inexistentes lágrimas recorrer mi catadura pálida y moribunda, envejecida y sombría, todo mi ser perdía color a medida que el olor de su anatomía abandonaba la ciudad.

Reaparecí en mi casa después de una hora deambulando por Seúl, sólo, sin compañías risueñas y sexualmente peligrosas. Sin unos labios ávidos y lozanos, con falsa pureza desbordante, redondos como unas fresas refrescantes y exquisitas.

Fue un martes a las once y cuarenta y tres de la noche, que el anochecido cielo oscuro teñido de motas brillantes llamadas estrellas, oyó algo muy similar a un sollozo. Pero no lloré, oh Dios, no lloré.

Oh SeHun no lloraba, pero esa noche estuve a punto, rozando la sensibilidad de mi capacidad para contener la aflicción. Pero no lloré.

Y jamás lo haría.

El frío invadía mi organismo como las polillas en el verano, como las campañas políticas a las grandes avenidas, como su risa a mis oídos.

Y la desesperación no me permitía mover mis extremidades ni ninguna partícula vital de mí interior. Porque el amor era un dolor imperial pero si se trataba de LuHan, realmente no me importaba convertirme en un masoquista. Y verdaderamente esperaría un trillar de años, justamente para verle esos labios enternecedores y ojos pupilos.
Intenté dormir, repetidas veces. Pero el calor y el sudor frío contenían mis aficciones al sueño, el invierno pronto al parecer no sucumbiría a mi letargo nostálgico a la medianoche.
Mi madre se apareció de repente en mi cuarto, con las vistas húmedas y cristalizadas, las mejillas enrojecidas y el corazón latiendo a mil por milésima.
- Cariño... ¿Qué te sucede? - preguntó preocupada y atemorizada.
- ¿Qué haces aquí, madre? - encuesté quizás demasiado tosco. - Respeta mi privacidad ya no tengo cinco años.
- Pero tampoco dieciocho así que respeta mis reglas y dime qué sucede, me desperté por los ruidos de tu cuarto, jamás has sido un niño inquieto, cuéntame.
Jamás te lo diré.
- Madre... Estoy bien, sólo que hace calor.
- ¿En pleno otoño?
No.
- Sí.
- ¿Es esa la verdad?
No.
- Sí, madre, ahora por favor retírate que tu presencia me imposibilita descansar, gracias.
- Tú padre siempre ha omitido y ocultado sus sentimientos ¿sabías? - agregó a medida que se alejaba del umbral de la puerta de mi amplio y pulcro dormitorio.
- Quizás tenías razón madre, quizás si me parezco a él. - susurré.
Desde su partida todas mis palabras se asemejaban a murmuros, y las noches en la casa del árbol eliminaban una gota de mi decadente esperanza en su regreso, mientras tanto las prácticas se tornaron aburridas y las duchas al finalizar perdieron pasión prohibida, tal vez porque ya nadie me la chupaba justo posterior a la ducha.
- SeHun, mañana veremos unas películas en mi casa, ¿vienes?
- ¿Quiénes van? - bastante amargo mi tono en comparación con la sonrisa jovial y acaramelada de Kai.
- Bueno, tú, Hyoyeon, seguramente Yuri, Kyungsoo, Tao, Taemin y no lo sé, ¿MinHo quizás? Puedo llamar a Tiffany si gustas.
- Ese probablemente sería mi ultimo deseo, no por ella, sino porque... porque... Oh, nada olvídalo.
- Porque no es él. - vocablos que me hicieron detenerme en seco y estático en el campo de fútbol. - Te comprendo, no es ella, el problema es que no es él. - su mirada se dirigió a un punto en el infinito soñador, y no me torturé a mí mismo por saber la respuesta ni por entender a qué persona en específico se refería.
- Y bien, ¿vienes?
- Oh, por supuesto, voy.

I'll wait a thousand years (Just Forget Me II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora