Segundos, minutos, vaya mierda.
Desperté empapado de sudor helado y vibrante, con el cabello abrazando mi frente transpirada, los labios entreabiertos y el cuerpo tiritando.
- ¡Madre! - vociferé en un tono bastante elevado, que le explotaría los estribos a mi progenitora. - ¡Madre, por favor! - la llamé asustado.
- ¡SeHun! ¿¡Qué sucede hijo!? - abrió la puerta de un portazo y se arrimó a mi lado, descubriendo mi anatomía enterrada en el edredón. - Hijo...
- Madre..., necesito hablar con EunJung, urgente. - tenía el rostro pálido lo que contrastaba con mis mejillas enrojecidas y traslúcidas a la vez.
- Está bien cariño, le llamaré ahora mismo. - Y se retiró, porque tenía muy en claro el panorama, yo no le comentaría nada al respecto, ni a ella, ni a nadie (excepto a mi profesional personal, EunJung).
Me vestí con el uniforme gris, y un sobretodo negro. Un nítido atuendo, oh Dios, hasta la ropa escolar me recordaba lo difícil que eran las cosas cotidianas sin su presencia. Era cuestión de tiempo, pero ya casi se cumplía un mes de su ausencia y el esperar en la casa del árbol estaba matándome. Cada noche esperar, esperar, y que nadie aparezca.
Al menos ésta tarde sí saldría, con Kai, Hyoyeon, Yuri, Kyungsoo, Tao, Taemin, quién sabe ¿MinHo, tal vez?
Una lista escasa de compañías que quizás merecían más atención, pero aparentemente estar a mi lado tenía la misma significancia que no estarlo, mi ser era total y completamente imperceptible.
- No irás a la escuela, SeHun, programé tu cita con EunJung. - anunció angustiada.
- Está bien madre, gracias, usaré mi auto.
- ¿No quieres que te lleve?
Sí y que me abraces fuertemente.
- No.
- Está bien hijo, como quieras.
Me retiré, deseando que las situaciones fueran distintas y que la posibilidad de expresar mis secretos y sentimientos a mi madre no se quedara extintas en un agujero de decepciones y silencio. Seamos justos, he sido un idiota.
Aparqué el carro y procuré no perder el control. Esperé en la sala de espera, y medité.
¿Es que mi vida entera se resume a esperar por algo bueno?, ¿no debería ir a buscarlo?
- Oh SeHun, tu turno. - su voz pacífica como un río sosegado, su cabello corto perfectamente recto cortado con prolijidad femenina.
- Buenos días. - saludé con gratitud.
- Tu madre llamó, dime qué sucede. - resumió los vocablos y prefirió ir directamente al grano.
- Eh... esto, siempre es incómodo al principio...
- Oh lo sé cariño, tómate tu tiempo, pero recuerda que nada de lo que digas saldrá de éstas cuatro paredes, así que...
- Bien, usted... usted debería saber que yo... -respiré profundo porque las confesiones nunca se me han dado bien. - ¿Se puede morir de amor? Por favor, dígame que sí.
- Oh SeHun, ¿has venido con una especialista a platicar sobre problemas amorosos? - su mirada mezclada de sarcasmo y ternura. - Eres tan dulce, venga, voy a callarme y cuéntame lo que quieras.
- Mi "amigo" del que le hablé en nuestras últimas sesiones, él... se fue a Washington y... no creo que vuelva, pero me pidió que lo espere. - suspiré prolongado. - Pero esto no es lo único que quería decirle, yo... Sólo le cuento esto a usted porque... - elevé la mirada al techo y me concentré en evitar romperme frente a ella. - Porque usted es lo más cercano a un amigo.
- ¿No tienes amigos, SeHun? - encuestó con tristeza a lo que negué con la cabeza.
- Están mis compañeros pero no son amigos, sólo son colegas. - el viento azotó la ventana y las cortinas creando un baile elegantemente rítmico. - Estoy solo. Y ahora que... - tragué saliva que ya se sentía espesa de tragedia, me armé de valor para pronunciar su nombre. - Y ahora que LuHan se fue estoy más solo que nunca.
- SeHun es normal sentirse solo, podrías tratar de congeniar más con tus "colegas", estás lidiando con un corazón roto como si se tratase de una muerte y es porque posiblemente algo se murió dentro tuyo el día que te abandonó, pero no debes precipitarte a cometer acciones como dejar de asistir a clases o contener el llanto hasta que te piquen los ojos y no creas que no me he dado cuenta - me regañó. - SeHun, eres joven y soñador deberías encontrar la felicidad en las cosas pequeñas, como que cada niño que viene aquí llorando sale con una sonrisa a causa de una pequeña e insignificante paleta de fresa, como que en este preciso momento alguien está dando a luz, o luchando por su vida, o sonriendo o simplemente viviendo. No voy a explayarme en razones por las cuales deberías ser feliz pero ahora, lo menos que tienes que hacer es estar encerrado en tu cuarto, por mucho que te guste. Y es tu decisión, lo de esperar a ese muchacho, has lo que creas correcto y conveniente para ti, por favor.
- Está bien, sunbaenim. - repliqué algo abrumado por la sarta de verdades que me había arrojado. - Lo haré.
El turno acabó minutos después del discurso, hablamos como si fuéramos amigos, me sentí cerca de otra persona que no era LuHan y vaya que necesitaba algo así, pues me había vuelto tan dependiente como las abejas del polen, un vampiro de la sange, un niño de su madre, SeHun de LuHan.
Cuando llegué a casa, tecleé un par de palabras por el grupo de mi clase en Kakao, preguntando qué diantres habían hecho y que fotografiaran las tareas, lo hicieron, preguntaron sobre mi inasistencia, a lo que respondí "me dolía mucho el pecho". Algunos se preocuparon, otros no.
"Lo que sea conveniente para ti".Las diez de la noche eran próximas a mí y mi lado masoquista suplicaba con fervor que me llegara a la casa del árbol, que trepase por última vez ese tronco de esperanzas rotas, que la realidad me apuñale con el vacío de su halo, y me dije a mí mismo ¿por qué debería esperarlo?
Me mantuve estático en el umbral, las estrellas brillaban más que nunca.
Ya no volverás...Observé la luna sin moverme.
- Te amo, LuHan, pero no puedo seguir con esto. - susurré extremadamente bajo, para mí mismo. La única vez que me confesé y no me escuchó. Así que para impedir que las lágrimas caigan, regresé a mi casa.
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I'll wait a thousand years (Just Forget Me II)
Fiksi RemajaY se marchó, borrando y negando con una sola mirada todo lo que alguna vez tuvimos, pero lo esperé cada noche desde las diez hasta las doce en la casa del árbol como prometí en el pasado, sin embargo, incluso después de haber pasado ya tres meses si...