Como cualquier otro día la alarma sonó a las 6:30, me había acostado pronto, pero esa noche me costó bastante conciliar el sueño y acabé durmiéndome sobre las 5, fui a ducharme ya que tenía que ir a trabajar, me vestí, desayuné, cogí mis cosas y salí corriendo de casa para llegar al metro. Pero eso no es todo, una vez en el metro me dí cuenta de que era viernes, en la línea 6 empezaban las obras y yo tendría que haber cogido la línea 1 sino hubiera sido porque hacía 10 minutos que había salido... Se me ocurrió coger un taxi para conseguir llegar al trabajo.
-Buenos días- dije subiéndome al taxi.
-Buenos días, ¿dónde te llevo jovenzuelo? - me preguntó el taxista
-Déjeme en Nervión- contesté intentando ser lo más amable posible.
Como tal vez podéis haber deducido vivo en Sevilla, concretamente en Pablo de Olavide, todas las mañanas tenía que ir al metro y cogerme la línea 6, la cual me dejaba en Gran plaza y yo debía coger un bus hasta Nervión. Así eran todos los días, no tenía tiempo ni para comer, me daban una hora y en ese margen de tiempo no podía volver a casa, ni comer en ningún bar, ya que siempre solían estar llenos de turistas, etc...
Durante el trayecto estuve planteándome mi vida una y otra vez, preguntándome cosas como ¿Por qué habré estudiado? ¿De qué me ha servido? ¿Qué he hecho mal? Yo era traductor y la verdad que me encantaba mi vocación, pero estaba explotado, trabajando más de ocho horas al día y cobrando una mierda, como la mayoría de los españoles, pero tenía que dar gracias porque al menos tenía un trabajo.
-Illo, que ya hemos llegao- me dijo el taxista, dándome un golpe en el brazo.
-Perdone, ¿cuánto le debo?
-Son 5.82€
-Uf, tome 5.90€ y quédese con el cambio- me bajé y salí pitando a la oficina.
Entré en la oficina esperando llevarme alguna bronca de mi superior, ya que llegaba como una hora tarde, pero por suerte ese día mi superior se había cogido el día libre, rápidamente me puse en mi puesto. Unas horas después paré a comerme un buen bocadillo de jamón que me había traído de casa, pero pronto volví a ponerme manos a la obra. Después de traducir como unos quinientos artículos de periódicos a diferentes idiomas vi que eran las ocho de la tarde, dentro de lo malo solo me quedaba una hora para poder irme a dormir y olvidar mi día, pero en ese mismo instante un montón de periódicos cayeron sobre mi mesa. Si, era mi superior y como siempre necesitaba todo ese montón para mañana... Me quedé mirando fijamente a la primera portada de uno de los periódicos, intentando asimilarlo, me llevó un tiempo, pero por fin eran las diez y media de la noche y había terminado.
Tenía muchísimas ganas de irme a dormir por lo que cerré las oficinas super rápido y sin pensármelo dos veces, paré un taxi que me llevó por fin a casa. Abrí el portal, subí las escaleras y entre al piso -Hogar, dulce, hogar- dije suspirando. Solté la mochila, me descalcé y justo cuando fui a pasar al baño, se me mojaron los calcetines.
No puede ser...
Me había dejado el grifo de la ducha abierto, me di varios cabezazos en la pared hasta que fui capaz de cerrar el grifo, ir a coger la fregona y ponerme a limpiar todo.
-Muy bien Lucas, muy bien, otro día que te acuestas a las dos de la mañana- dije hablando en voz alta y con las más manos en la cabeza.
Después de lo sucedido me metí en la cama, me costó bastante relajarme, pero lo conseguí. Al poco tiempo sonó mi móvil, miré quien me había hablado, era Hugo.
-Lucas, debes venir ahora mismo- Tras leer el mensaje me llegó automáticamente su ubicación, estaba en el monte Gururú, pero ¿Qué hacía ahí a las tres menos cuarto de la mañana? ¿Por qué quería que yo fuese?
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Hogar dulce hogar
General FictionLucas, tras descubrir que su mejor amigo se puede meter en un gran lio, decide intentar sacarle del marrón. Este piensa que tiene todo solucionado y la vida resuelta para él y su amigo, pero ¿y si no? ¿y si su amigo no es la persona que esperaba?