Tras unas horas tirado en la cama, decidí bajar a la cocina para ver que hacía mi querido amigo Vázquez, al cual le debía una disculpa. Al entrar a la cocina lo vi con sus guantes, pesando los polvos que habíamos logrado hacer, se quedó mirándome y dijo: Ey, ¿cómo has dormido ricitos?
-No he podido dormir, tío.
-Bueno...
-Oye que perdón por lo de antes.
-No pasa nada, escúchame.
-Dime.
-Te necesito al cien por cien, tenemos un problemón.
-Sorpréndeme.
-A ver... pf
Respiró hondo y me miró
-Tenemos 8 gramos, necesitamos 20 y la quieren para hoy a las a las once y media de la noche...
-O sea estamos hablando de que la quieren en ocho horas, vale. Hacemos más, ¿no?
-No Lucas, ese es el problema, tardamos 3 horas en hacerla, más si la dejamos enfriar... Súmale otra hora, no nos da tiempo.
-No me jodas...
-Estoy jodido, Lucas, creo que les diré que no la tengo y que hagan lo que quieran conmigo.
-Cállate, gilipollas y escúchame. Vamos a preparar una tanda, pongamos que son 4 horas y en el mejor de los casos nos saldrán otros ocho gramos, ocho y ocho son dieciséis ¿no? Pues a esos dieciséis les meteremos mierda hasta que lleguen a veinte.
-Pero ¿qué le vas a meter?
-Lo que sea, harina, ibuprofeno, paracetamol...
-¿Cómo vamos a hacer eso?
-Haciéndolo, ¿tienes alguna idea mejor?
-No.
-Pues a cocinar.
Yo me puse los guantes y me agarré a preparar todos los materiales, medía las cantidades, etc mientras Hugo hacia las distintas mezclas.
-Tío, ¿Crees que se darán cuenta de que no es su mercancía?
-Obviamente los que estén arriba si, pero los pobres pringaos como tú no o ¿acaso te diste cuenta de la mierda que llevaba, incluyendo la sustancia a culo para pasarla por la aduana?
-No empieces, porque yo no me meto.
-Lo que usted diga. ¿Un cigarro?
-Sí, loco, lo necesito.
-¿vamos a los columpios?
-Vamos.
En ese mismo instante nos quedamos mirándonos y los dos salimos corriendo, pues de niños siempre lo hacíamos, así quien llegaba primero se quedaba con el columpio más alto y el otro tenía que aguantarse.
-Jodete, que pringao eres.
-Dame fuego, payaso.
Me senté en el columpio más bajo, mientras me encendía el cigarro, miré a Hugo y lo vi muy concentrado en el horizonte, cuando de pronto se giró y me quitó el mechero.
-Trae, anda.
-Ese mechero era mío, cabrón.
-¿Qué dices? Estas tonto, si me lo compre hace años.
-Los huevos, mira la parte de abajo, lleva mis iniciales.
-Capullo... Bueno, te lo daré cuando tu me devuelvas esa camisa de cuadros que tanto te gustaba y te deje para la graduación...
-Hijo de puta, si no hubiera sido por el pedazo de traca que pusiste en la puerta del instituto la camisa no se habría quemado.
-Oye, oye, ¿puse? Yo no puse nada. Pusimos, Lucas, porque fuimos los dos.
Nos miramos y empezamos a partirnos el culo, no podíamos parar de reír, habíamos liado tantas...
-¿Unas cerves?
-Eso no se pregunta y anda, tráete el paquete de tabaco.
Y así fue como tras coger las cervezas y el tabaco, nos tiramos cuatro horas en los columpios, recordando viejos tiempos. Miramos la hora y nos quedaban dos horas para pesar la droga y meterle unos gramos de más y una hora y media para irnos al monte donde habíamos quedado con los traficantes.
Rápidamente nos fuimos a la cocina, teníamos que pesar lo que habíamos cocinado y efectivamente volvieron a salir 8 gramos, por primera vez algo nos había salido bien. Así que teníamos 16 gramos, ahora solo nos faltaban 4 gramos. Hugo cogió el paracetamol, nos miramos y nos empezamos a reír.
-Anda, pásame un cuchillo.
-Toma, payaso.
Y así fue como conseguimos los cuatro gramos que nos faltaban, ahora solo nos quedaba ir hacia donde habíamos quedado con los narcos, darles lo suyo y olvidarnos de todo.
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Hogar dulce hogar
Художественная прозаLucas, tras descubrir que su mejor amigo se puede meter en un gran lio, decide intentar sacarle del marrón. Este piensa que tiene todo solucionado y la vida resuelta para él y su amigo, pero ¿y si no? ¿y si su amigo no es la persona que esperaba?