Gururú

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Me llevó algo más de hora y media llegar hacia su ubicación, claro, que la aguja del velocímetro del coche no bajó de 190 km/h. Nada más desviarme y entrar al monte solté el coche, busqué en la guantera, ahí siempre solía llevar una buena linterna, ya que irnos de acampada era muy habitual en nosotros y salí corriendo mientras gritaba su nombre a los cuatro vientos.

- ¡Lucas!, has venido, pensaba que me ibas a dejar tirado-

Era él, vino corriendo hacía mí y me abrazo llorando.

- ¿Qué te pasa hermano?

-Está muerto, está muerto por mi puta culpa.

- ¿Qué dices? ¿Has bebido? Será mejor que vayamos a casa. - le cogí del brazo e intenté llevarlo a mi coche.

-Qué no, tío, que no, tienes que verlo- salió corriendo hacía monte adentro y yo le seguí.

De pronto Hugo se paró en seco, yo no daba crédito de lo que estaba viendo. Hugo había acudido al monte con un amigo suyo y ahora su amigo estaba muerto.

-Hugo, ¿esto son marcas de bala? - le pregunté mientras tocaba la chapa del coche.

-No, Lucas, no, han sido los mosquitos de la carretera, ¿tú que crees?

-Creo que si quieres mi ayuda deberías relajarte y contarme porqué toda esta mierda.

- Perdón, no sé que hacer. La he cagado.

- Tenemos que irnos, no podemos permanecer aquí por mucho tiempo.

Hugo cogió sus cosas del coche y ahí fue cuando me di cuenta de que estaba herido, tenía un balazo en el brazo. Salimos corriendo hacia mi coche, antes de subirme me quite una de mis camisetas y se la presté para que se tapase la herida que le sangraba por momentos. Hice un gran derrape para dar la vuelta y desviarme a la carretera, durante el trayecto lo único que quería hacer era ir a casa, pero a la vez no paraba de pensar, ya que no podía llevar a Hugo al hospital sino que le tendría que curar en casa y lo más probable era que la bala estuviese dentro.



Hogar dulce hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora