Sexta Parte

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  • Dedicado a Vanesa González Villar Escritora
                                    

Al día siguiente…

Le veo cruzando cruzando la calle, viniendo directo hacía la cafetería, me levantó torpemente como un huracán haciendo caer la taza que derrama los restos de su contenido al tirar del bolso y rompo a correr como una loca hacia la parte trasera, cruzo la puerta como una exhalación saliendo por la callejuela y resbalo. El suelo esta húmedo, vuelve a lloviznar, y entre esto, los restos y las cajas acabó cayendo estrepitosamente sobre estas con un grito, despatarrada, dejad ver a todo el que pase por la avenida principal mis bragas fucsias y la sangre me sube a la cara a la que oigo las carcajadas de alguien en la entrada del callejón. 

Gruñendo, luchando por ponerme en pie y recuperar mi dignidad una mano masculina se alarga hacia mi, tira de mi brazo levantándome como nada y me quiero morir al reconocer su olor y su puñetera voz.

—Bonitas bragas, casi me deslumbran pero no negaré que tienen su que.

—¡¿Qué haces tú aquí?!

Kheer alza una ceja crítica mirándome de modo impertinente sin borrar esa sonrisa torcida de su atractiva cara, y yo empiezo a notar los efectos de esta, haciendo que al bochorno y el enfado se le sume un incontenible deseo que hace enrojecer mis mejillas al recordar la noche anterior.

Mis ojos enseguida se apartaron de él al igual que busco hacerlo mi cuerpo para poner distancia tras el calambrazo, porque ahora sabía de primera mano lo que podían obrar esas manso en mi piel.

—Saliste huyendo Vega, debería ser yo el que pidiese explicaciones así que no me has dejado más opción que venir tras de ti como un jodido acosador.

—Yo no hice eso, solo me fui de tu casa que es distinto.

—Oh claro ¿sin esto? Si era un regalo haberlo  dicho —dijo con repateante y orgulloso ego masculino dejando deslizar de la mano que se sacó del bolsillo mis bragas y sujetadores —no creo que sea mi talla ¿no crees?

Se las arrebaté de golpe embutiéndolo en el bolso, sacudiéndome los restos de papeles, suciedad y piel de naranja que llevaba por encima.

—No pensaba que fueras de esas…

—Explícate —exigí cruzándome de brazos fijando directamente mis pupilas en las suyas al oírle decir eso con la furia bullendo en mi interior.

—Escribiste al llegar a casa ¿verdad? No lo niegues. Leí esta mañana la entrada que subiste en tu blog, muy intenso por cierto.

—¡¿Qué demonios quieres de mi?! Déjame en paz Kheer, lo de ayer fue…

—¿Un error? —.Me interrumpió de golpe con cierta chispa de rabia tanto en su voz como en sus ojos -somos mayorcitos Vega y tú actuad como una cría de instituto. Aclárate.

—¿Qué me acare? ¡¿Pero tú de que vas?! Tú y no cosmos ni tenemos nada para que me reclames o me hables así ¿qué problema tienes? No se que buscas ni que te propones peor si sigues así la próxima vez llamaré a la policía.

—Ya veo, estas asustada, te acojinaste de lo que te hice sentir es eso —.Me acorraló hablando con rotundas seguridad hasta dar con mi espalda contra la pared.

La lluvia empezaba a caer con fuerza empapándonos en un instante, hasta ver una cortina de agua resbalando frente a mis ojos y mi pelo. La ropa se me pegaba al cuerpo mostrando la dureza de mis pechos desafiantes, que subían y bajaban a prisa. Forcejeé contra él pero Kheer encajó una rodilla entre mis piernas y me cogió las muñecas con las manos, presionándolas sobre mi cabeza. Mi nariz se rozaba con al de él mientras lo fulminaba.

—Niégalo si tienes el valor.

—Lo de ayer es pasado, no se volverá a repetir —respondí con rabia.

—¡Bien! —.Sus ojos recorrieron mi rostro.

—¡Perfecto! —.Le devolví peor enseguida estábamos devorándonos la boca.

Mis caderas empujaban contra su piernas y sin darme tiempo a pensar ni reaccionar, nos movimos hacia la puerta de servicio, la empujamos y sin dejar de comernos los labios, ni tirar de la ropa con la que luchábamos, nos metimos en los baños de la cafetería.

Kheer me alzó hasta sentarme en el mármol y se coló entre mis piernas. Una vez necesitamos respirar ambos nos quedamos mirando con la respiración agitada. Observé nuestro reflejo en el espejo y apartándolo conteniendo las ganas de darle un bofetón que más bien debería dármelo a mi misma, baje del lavamanos, colocándome el tirante del vestido que resbalaba por mi hombro.

—No soy así, no lo soy. Esto no esta bien —.Anduve hacia la puerta notando los labios palpitar a causa de la exigencia de sus besos, de la ansia voraz y febril que nos había dominado y que seguía girando en mi vientre como una bola de fuego incandescente que mandaba latigazos de necesidad a mi sexo húmedo.

—Vega, la atracción que sentimos seguirá ahí…

Me detuve antes de empujar la puerta, girando un poco la cabeza para poder verle.

—Hablemos, deja al menso que te invite a comer, lo que sea, pero no te vayas. No te tocaré si no quieres.

No se porque acabé asintiendo, y le seguía hacia el acogedor espacio de la cafetería recolocándome la ropa. Gen, que regresaba a la barra con la bandeja llena de vasos vacías nos miró en silencio, lanzándome una mirada interrogante.

Yo ni me atrevo a alzar la cara, ando tras sus pasos ocupando el asiento de una de las mesas del rincón mientras veo como fuera diluvia y la gente busca refugiarse a prisa en el primer lugar seco que encuentran.

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2014 ⏰

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