Tercera Parte

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  • Dedicado a Val Nelia
                                    

—¿Qué haces aquí? —Venir a comprar —.Sonríe como si nada. —Si claro, comprar ¿qué quieres? Kheer coge una caja de condones del expositor y me la entrega, se da la vuelta y se va a por inciensos, unas esposas y unos geles, mirándome divertido. —¿Eso es todo? —digo tratando de no sonar grosera, con una sonrisa falsa y mi lengua hinchando por dentro la mejilla derecha. —No, también quiero ese conjunto de ahí —.Señala tras de mi. Me giró, miró el modelo en cuestión con un suspiro de resignación y lo bajo subiendo con una rodilla en el mostrador trasero, saltando con más o menos gracia de regreso al suelo, empezando a envolver y embolsar la compra, al tiempo que voy pasando los códigos después. —Aquí tienes, espero disfrutes de tu fiestecita privada. —Bueno, ahora solo falta la segunda parte —.Me tiende una tarjeta con una dirección —¿Quieres resolver el problema con esa escena? A las nueve ahí —.Me guiña el ojo como todo un magnate de la manipulación y sale por la puerta dejándome con la palabra en la boca. —¡Que te crees tú eso! —.Logro decir tristemente, cinco minutos después de que se haya largado dejándome con la dichosa tarjeta entre los dedos y cara de imbécil. Lo lleva claro si piensa que apareceré, ni loca ¡¿Cómo demonios le cuenta Gen eso?! ¿Y cómo piensa ayudarme? Ah no, ni hablar… Suena mi teléfono, es el director de la película metiéndome prisa y cuanto más me exigen, más me bloqueo. Hincho los labios y vuelvo a mirar la tarjeta con resignación, ni siquiera puedo llegar a entender como me estoy planteando el si quiera probar ¿total, que tengo que perder si ya hago suplencias en un sexshop y escribo erótica? ¡Nooo! No debería ir por ahí. —Estás desesperada, no hay vuelta de hoja Vega… ¿total que es lo peor que puede pasar, que te descuartice? ¡Maldita sea! Al final llega el momento de salir de casa, compruebo una vez más la dirección y me pongo en marcha, aparcó el coche, con mucha potra a la primera cerca del lugar, bajo. Compruebo mi aspecto en el cristal del edificio antes de presionar el timbre y suspiro. Al final opté por vestido negro algo entallado que se sujeta al cuello y zapatos de tacón que maldita la hora en que los compré y presiono. La puerta se abre y subo hasta el piso y para que negarlo, el pánico me empieza a invadir cuando veo que la puerta esta entornada con una nota que dice entra. Lo hago tragando, dejando el móvil lo más accesible posible dentro del bolso con el número de la policía en marcación rápida. Al cruzar la puerta me encuentro con un amplio loft de aspecto industrial, tenuemente iluminado, un gran comedor espacioso, sofás enormes dispuestos en buena parte del espacio formando una u con la tele delante. Miró hacia un lado, para ver donde dejar el bolso y encuentro un mueblecito para las llaves y demás con una nota; por que por si no lo he mencionado, no hay ni rastro de Kheer y mi pulso empieza a ser como una taladradora profesional, que amenaza con hacer papilla mi cerebro. Cojo el papel que hay encima de una cajita y la leo: «Póntelo» La abro con un parpadeo y me encuentro el dichoso conjunto de lencería negro y morado que el muy canalla compró en la tienda, y empiezo a dudar en salir por donde he entrado. —Muy gracioso ¿esto te sirve con otras? Te advierto que se defenderme. —¿Tienes miedo? Te hacia más atrevida. La voz de Kheer me llega de ningún sitio en concreto, con ese toque oscuro y aterciopelado que me hace estremecer y sin saber como, resopló y me veo a mi misma quitándome las bragas por debajo del vestido, sustituyéndolas por las otras. Me quitó la parte superior del vestido y meto los brazos por los tirantes del sujetador, lo abrocho y dejo a un lado el vestido. —Ve hacia el sofá. —Otra orden —pienso apretando los dientes tratando de localizarlo —¿Ahora que viene, la tanda de preguntas y preferencias? Una promesa sugerente y me destripas ¿o como va? —.Miro alrededor tomando asiento muy a mi pesar. Ese montaje me tiene intrigada, todo él para que mentir, y es que esta de toma pan y moja y te aseguro que no como pan —no soy una actriz novata, ni una candidata en busca de una prueba —.Vuelvo a decir impulsando la voz con una risita nerviosa y la pantalla del televisor se enciende y en ella aparece una peli porno que lanza destellos contra el espacio diáfano del lugar. La boca se me abre de par en par, y me quedo petrificada con los puños apretados sin lograr moverme o reaccionar. Al poco Kheer aparece apoyado en la columna que delimita la cocina con dos copas de vino. —Si te soy sincero, tenía mis dudas de que vinieses. Sonrio de forma cínica sin ocultar mi enfado. —Parece que soy más curiosa de lo que debería. Él sonríe y se acerca dejando las copas y la botella sobre la mesita de cristal. —¿Me cuentas a que viene o que diantres te ha dicho Gen? —Se que estás bloqueada con un trabajo y me propuse echarte una mano. Mira la pantalla —.Me dice al ver que mis ojos solo se centran en él. —No se en que va a ayudar esto. Ya se que es el porno, he visto de estás en varias ocasiones. —Perfecto entonces, dime que les falta, que necesitan según tu parecer, pero recuerda que romanticismo y sexo exclusivamente no van de la mano. —Sensualidad, es todo demasiado aséptico, ¡uy mira, abro la puerta y es el pizzero. Pasa que te voy a comer el peperoni! ¡Por el amor de Dios! —Ese es el punto —.Se acerca la copa a los labios y terminó pasándome la lengua por los míos, sedienta. —¿Y esto? —.Me señaló —Un estímulo ¿cómo te sientes, por qué te incómoda o molesta tanto? —Es violento, no te conozco de nada, podrías ser un loco. —Podría, pero tú racionalizas demasiado para ser una escritora. No tienes tantos tapujos ni pudor a la hora de expresarte en el papel pero no parece así en la realidad. —No tiene nada que ver, es degradante. —¿Por qué te lo parece si os arregláis igual para seducir, para sentíos guapas cada día antes de salir de casa?. No deja de ser parte del rito de apareamiento humano, gustar, saber que te miran. ¿Qué diferencia hay cuando es para estimular de cara a lo sexual? ¿solo vale para cuando vosotras queréis cazar? Boqueé como pez fuera del agua, bebiendo un poco de vino, oliéndolo antes sin apartar los ojos de él que me volvió a señalar la pantalla desde la que se oía chillar y gemir exageradamente a la chica de turno. —Te centras demasiado en lo correcto, en lo aceptado e impuesto socialmente, pero de puertas para dentro, cada uno elige que quiere en su vida. Todos tenemos preferencias, gustos, deseos, fantasías y necesidades, no hay nada de malo en ello. Noto como se levantaba del sofá a la que me quedo mirando la película, hasta clocarse tras de mi en el sofá, con esa voz seductora e hipnótica que tiene cardíaca perdida, como a una perra en celo y es que no negaba que la situación en sí, tenía un punto de erótica. Me estaba poniendo a mil y ni si quiera me estaba tocando. Pero a la que lo oigo inclinarse sobre mi para terminar diciéndome eso al oído en un susurró juro que siseé mordiéndome la lengua a tiempo para no gemir. No se exactamente que es, pero todos los estímulos que recibía hacían reaccionar mi cuerpo que empezó a arder de pura necesidad. —¿Y ya está, eso es todo? —pruebo a decir casi sin aliento, él puede ver como el pulso golpea contra la vena del cuello y como mi pecho sube y baja aprisa, encerrado en su prisión de seda. —¿Qué imaginabas, nena? No se con que idea rara has venido metida en la cabeza, mal pensada —.se que cuando me esta diciendo esto esta sonriendo de ese modo irreverente y yo empiezo a ponerme nerviosa entre ofendida y desconcertada, no puedo creer lo que estoy oyendo —.Después somos los tíos los que nos llevamos la mala fama por admitir que nos gusta el sexo y demás. Al menos somos sinceros con nosotros mismos, lo tenemos aceptado, pero no nos convierte en depredadores hambrientos de meterla todo el santo día a la que vemos una chica guapa. Yo vuelvo a inspirar bebiendo otro poco más sin saber si levantarme y arrearle un bofetón o que hacer. —Que yo recuerde la liberación de la mujer fue hace muchos años. —Y todavía a día de hoy se sigue callando, por algunas que admitan que disfrutan abiertamente de su sexualidad o de leer, muchas más callan. —No es algo de lo que haya necesidad de hablar. —Y tampoco de reprimir. Como bien dijiste esos tiempos pasaron, y no hay porque tachar de nada a los que van a por lo que quieren. Cada uno sabe que hace con su tiempo. —¿Y que tiene esto que ver con ayudarme a escribir una escena? —.Me levanto por fin girándome para verle quedándome sin saliva. Él vuelve a torcer la sonrisa acercándose a mi, desliza su mano por mi brazo sin apenas rozarme con la yema del dedo y juro que me fundo como mantequilla al fuego, un estremecimiento me recorre como un rayo de arriba abajo y el dolor de la necesidad se vuelve insoportable. —Ve y data una ducha, Vega, deje algo para ti… Me quedo sin respiración, Kheer se aparta evitando que mi mano burle a su cara y empiezo a respirar atropelladamente y lo único que pasa por mi loca cabeza es: si lo hubiese sabido me habría repasado las piernas… Y sin saber siquiera porque encaminó mis pasos hacia el baño, se donde esta porque veo la luz de las velas brillando y el olor del incienso y las sales. Entró despacio apoyando una mano en el marco y miró alrededor abriendo la boca. Miles de velas aromáticas están dispuesta por el gran baño con ducha de obra a lo largo, esta queda a la derecha frente al espejo y los dos lavamanos. Al fondo, separado por media pared del mismo entrepaño separa lo que es el retrete, frente al que queda un armario de obra con toallas y demás. Enciendo el agua ajustando la puerta de cristal y acabo desnudándome, me meto debajo del agua tibia cerrando los ojos. Cojo el gel que compró pasando las manso por mi cuerpo y un gemido escapa al rozarme la piel, haciéndome recordar las esposas y doy un bote. Anda listo si se piensa que las usará conmigo. A la que alzó la cabeza, entre el vaho le veo en la puerta, de lado, sin mirarme y me quedo echa gelatina una vez más cuando habla. —Estoy seguro de que si Vega, eres de a las que les gusta experimentar las sensaciones. te veo sentada en una silla, los ojos vendados y las manos atadas a la espalda con al confianza suficiente para experimentar las sensaciones de tu cuerpo en esa situación, es algo que has querido sentir desde hace mucho. Que adoren y te hagan conocer cada emoción y nota que pueden arrancar de ti.

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