Jueves, 6 de noviembre, 2014.

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3:20 pm

Todos los días eran iguales, perdida en la vida, reservada, y de una personalidad peculiar.

Sentada en su cama, mirando con un gesto serio el reloj de la habitación, contaba el tiempo que faltaba para su clase de literatura. Escribir era casi lo único que salvaba su día de ser un desastre total, porque al hacerlo, ella era importante, al menos para sí misma. Lo más puro de su ser era expuesto, pero en ocasiones, sentía un vacío en el pecho cuando sus escritos no transmitían nada.

Antes de levantarse, él tenía la costumbre de dibujar en una hoja de papel -fuese concreto o abstracto- su reto diario.

3:40 pm

Era un día frío, con una leve llovizna.

Al llegar a la estación de autobús, miró de reojo los asientos de espera, notó que todos estaban ocupados, envió un texto y, acto seguido, subió al autobús.

4:15 pm

Escribía en su libreta unos versos a la lluvia, y los grises del cielo.

La observaba tanto, sus ojos dominaban su cuaderno, su sonrisa era el más lindo título de sus historias. Todos los días plasmaba cada uno de sus rasgos. No, no era sólo admiración, también era obsesión. Jamás conoció un arte así de perfecto como ella. Imaginaba el día en que sus miradas se fusionaran, sólo eso bastaba...

Ella no le veía, ni cuando esperaban el mismo autobús.

7:05 pm

Su talento sin duda era la escritura. ¿Y el de él?, dibujar...

De camino a casa, encontró una hoja en el suelo, estaba húmeda, la guardó. Cuando llegó a su casa, la dejó secar, y después detalló el dibujo de la hoja. Era una tímida sonrisa, y una mirada hacia abajo. En la parte superior de la hoja tenía escrito: "¿Hoy conoceré tu voz leyendo esos preciosos poemas que escribes sin parar?", se detuvo a pensar si cabía una posibilidad de que esa hoja fuese por ella, le pareció absurdo, pero sin embargo, la guardó entre su libro.

LA VIDA EN UNA HOJA DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora