Akiko Ishiyama daba sus últimos retoques al nuevo negocio familiar, Yumi e Hiroki miraban el nuevo cartel, el color vainilla y rosa pastel primaban por todos lados, a la madre de la chica siempre se le había dado bien cocinar, por lo que pensó que tener una pastelería sería una buena idea, los amigo de Hiroki llegaron, celebrarían el noveno cumpleaños del pequeño Ishiyama porque ellos serían los primeros clientes. Yumi estuvo de camarera, por supuesto, sin cobrar nada, los padres de los chicos y los pequeños serían los jueces del trabajo de su madre.
El día pasó largo, cansado y horroroso. Hiroki se fue con sus amigos al parque y su madre también salió a ver qué les había parecido a los adultos, por lo que la joven se quedó sola para limpiar. Resoplaba constántemente y se preguntó como unos niños habían actuado de tal manera que parecía que una jauría de cerdos había pasado por allí.
-¿Necesitas ayuda?
La chica se giró retirándose el pelo de la cara, sonrió al ver que se trataba de su mejor amigo, Ulrich. Llevaba la equipación de Kadic, por lo que acabaría de salir de entrenar. Tenía algún rastro de agua en el pelo, pero no parecía sudor, sino recién salido de la ducha, el olor corporal del chico superaba al de los pasteles allí, ese olor que la embriagaba como la más pura droga.
-Pues lo cierto es que me vendría muy bien la ayuda.
-Pues ha llegado la persona que más esperabas.
Yumi le dio indicaciones y los chicos comenzaron a limpiar todo el local, tardaron algo menos de lo esperado, pero aún así terminaron bastante tarde. Los chicos se sentaron en los puf de la mesa más baja de allí, Yumi se limpió el sudor y el chico hizo lo mismo.
-Si hubiera sabido esto, probablemente me hubiera ido a Kadic.
-Gracias, eh.-dijo la chica.
-Es broma.
-Sí, claro. Aunque bueno, te agradezco mucho lo que has hecho, voy a darte hasta un regalo.
El chico se puso muy nervioso al verla levantarse. ¿Quizás se darían un beso al fin? Desde que Lyoko acabó su relación no había avanzado mucho, como si siguieran con miedo, por mucho que aquel virus múltiple hubiese dejado de existir. La chica se levantó y sacó algo del mostrador. Eran dos cupcakes, con una pinta estupenda, de chocolate blanco y vainilla, al chico se le hizo la boca agua solo con mirarlo.
-Estos los he hecho yo, a mí tampoco se me da mal.
-¿Y puedo probarlo?
-Claro, idiota. Para eso están.
El chico olió el cupcake, olía tan a dulce que podría olerlo de por vida, le dio un mordisco y parpadeó varias veces al probar aquella delicia.
-Dios mío, Yumi. Esto está buenísimo.-dijo el chico.
-Gracias.-sonrió la joven.
-¿No vas a comerte el otro? Me lo como yo antes de que Odd se entere de que sabes hacer esto.
La chica se rió y miró la magdalena, cogió un poco de chocolate con el dedo y lo puso en la nariz del chico entre carcajadas. El chico se miró la nariz y miró a Yumi que no podía parar de reírse.
-Eh.
Entonces el joven decidió contra atacar cogiendo del mostrador el bote de nata, ella lo miró y negó repetidas veces con la cabeza. Ulrich agarró todo su cuerpo con un solo brazo y manchó de nata montada su cara, ella intentaba zafarse, pero la risa hizo que el chico acabase soltándola.
-Te odio.
-No lo haces.
-Dame algo para limpiarme.
La chica estiró la mano para que Ulrich le diese una servilleta o un trapo. En su lugar, en forma de broma, el chico se acercó a ella y chupó la nata del ojo limpiándolo.
-¡¡Ulrich!!
Toda la nata cayó al cuelo y los dos se miraron. Cuando iban a volver a atacarse escucharon la puerta, Akiko volvió a entrar en la pastelería y se puso las manos en la cintura.
-¿Pero se puede saber qué es esto? Lo habéis dejado peor que los niños.-les regañó la adulta.
-Lo siento mamá.-dijo Yumi intentando aguantarse la risa.
-Voy dentro a tomar nota de los pedidos que me han hecho, quiero esto como los chorros del oro cuando vuelva.
Akiko entró en la cocina y los chicos comenzaron a recoger de nuevo.
-Esta me las vas a pagar.-bromeó Yumi.
-Ya veremos quién acaba más dulce de los dos.-amenazó el chico.
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veinticinco momentos. Ulrich y Yumi
FanfictionEsto es un reto al que me hacía mucha ilusión apuntarme.