Los Juicios De Salem

🌸 Compromiso🌸

Cabello negro.

Ojos verdes.

Piel blanca como la nieve.

17 años a punto de ser cumplidos.

Esa era Aradia Le Fay. La hija del cazador de brujas más famoso en Salem (después de Reverendo Parris, claro está) Hans Le Fay y la envidiable señora Elizabeth Le Fay. Eran la familia perfecta de Salem, impecable, irreprochable y totalmente devota a la iglesia y sus autoridades; al menos los padres.

Aradia era una muchacha que si bien no estaba de acuerdo con las prácticas llevadas a cabo en Salem jamás abría la boca para reprochar, pues además de ser mal visto que una mujer exprese su opinión abiertamente esa era una razón más que aceptada por los aldeanos para enjuiciarla por brujería.

Criada en el seno de una familia puritana estaba claro que se esperaba de ella nada menos que la perfección y las cualidades que una dama debe tener: educada, refinada, obediente, callada y sin más aspiraciones que criar a sus futuros hijos al igual que atender a su marido.

La señorita Le Fay era sin duda la candidata perfecta para convertirse en la esposa del Reverendo Parris quien había enviudado hacía ya 6 meses.

El matrimonio Le Fay bailaba de júbilo desde la noche en que Samuel Parris había hecho público su interés por su única hija; pero para Aradia (quien era 13 años menor que aquel hombre) la idea era repugnante, repudiaba la idea de estar unida a tan despreciable hombre y el que sus padres se mostraran tan ansiosos por el compromiso y la inminente boda la hacía sentir enferma.

...

Aradia Le Fay caminaba por las calles de Salem a paso tranquilo sin embargo la forma en que jugueteaba con su largo cabello negro delataba su verdadero estado de ánimo. Estaba aterrada y no iba a negarlo, el reciente acontecimiento no la dejaba tranquila. A su paso los aldeanos la saludaban con respeto mientras que las mujeres del pueblo susurraban a sus espaldas como si en verdad se creyeran que no las escuchaba.

- Viejas despreciables.- susurró reprimiendo algún comentario dirigido a ellas.

Ella siempre había sido objeto de miradas y comentarios indiscretos por ser la única heredera de una de las familias más ricas de Salem, pero todo había aumentado desde el día en que el Reverendo Parris había anunciado sus intenciones de desposarla.

18 de Noviembre de 1692, Salem.

Todos los habitantes de Salem nos encontrábamos reunidos en la plaza principal pues la bruja Morgana sería ejecutada.

La hoguera estaba lista, tan solo faltaba la condenada y la plaza se iluminaría con la luz del fuego purificador.

Pasaban los minutos y nada pasaba, la bruja no se presenciaba.

La gente estaba inquieta.

El Reverendo Parris hizo su aparición... solo.

Su rostro reflejando (aparentando) irritación.

La bruja había escapado.

Los más jóvenes estaban aliviados de no tener que presenciar otra ejecución.

Los mayores estaban en el fondo decepcionados, aquellos mórbidos espectáculos eran para ellos una gran diversión.

Yo tan solo deseaba abandonar la plaza para volver a casa.

A la tranquilidad que venía después de cada cacería.

Que chica tan ilusa fui.

En lugar de retirarse el Reverendo Parris dio un anuncio:

- Han pasado ya 6 meses desde la muerte de mi esposa y es mi deseo volver a contraer nupcias bajo la aprobación de nuestro señor.-

Todas las mujeres casaderas soltaron una eufórica exclamación.

Ese sin duda sería un matrimonio muy ventajoso.

La codicia brillando en sus ojos.

Yo repudiaba ese comportamiento tan vergonzoso.

- Estoy aquí frente a ustedes para exponer mis intenciones con la mujer más bella de este pueblo. Aquella que será la madre de mis hijos y los educará mientras atiende todas mis necesidades...-

Las miradas expectantes no se hicieron esperar.

- Es mi deseo desposar a la señorita Aradia Le Fay.-

La multitud estalló en murmullos, de todo se escuchó: indignación, celos, felicidad por mi.

Al mismo tiempo que yo dejaba escapar un jadeo de sorpresa los ojos se enfocaban en mí.

Mi padre se acercó al Reverendo para establecer los términos de la unión.

Mi madre me felicitó.

Yo maldije ese día.