》Capítulo 01《

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Estoy sentada en un cajón de Coca Cola mientras tengo una guerra en mente. Parrell termina el cigarrillo y me hace una seña para que entre. No creo que trabajar en un bar nocturno sea buena idea, pero es lo único que me salvará en estos meses.
Me ato el delantal negro y amarro mi cabello. Lavar los trastes era una tarea fácil para mí, una costumbre.

-Para cuando termines, comienza con las mesas.-ordena mi jefe. No parece mal tipo. Aceptó que trabajara aquí sin tener identidad, y debo valorarlo aunque no me guste para nada el bajo Bronx.

Parrell es el típico metalero calvo, de ojos celestes y piel rojiza. Parece un tipo aterrador, pero en la profundidad de sus ojos, parece ser como Nothings Else Matters de Metallica.

La una y pasadas de la madrugada. El Parrell's Bar está lleno. La mayoría son hombres, después una que otra mujer de turno.
Finalmente aprendí a destapar las cervezas con la mesa, también me tomo el atrevimiento de beber algún que otro sorbo de los vasos que dejaban en la barra.
Mi jefe viene hacia donde estoy y toma una cerveza del mostrador. Me dice que estoy haciendo las cosas bien.

-¿Ves esos sujetos de ahí? No hables con ellos. Son algo...-me observa.
-Entendí.
-Toma, no la pierdas. Es la única copia.-dice mientras me tiende una llave con la lengua de los Stones. Agradecí con la mirada, o eso intente. El tipo me estaba dando trabajo y una habitación vacía en el bar para dormir. Sin saber quién soy.
-Voy a mantener todo limpio, no te preocupes.

Parrell me observa fijamente, entrecierra los ojos.

-No parece ser que tengas veintiún años.-dice. Se da la vuelta y se marcha. Por dentro agradezco porque no quiero dar explicaciones.

En cuanto amanece, los tipos y las putas se van. Me ocupo de juntar todas las mesas y sacar las bolsas de consorcio llenas de botellas.

-Termina de trapear mañana, ve a descansar. Hiciste mucho por hoy.-ordena Parrell mientras baja las cortinas del bar. Dejo el trapeador tras el mostrador y cuelgo el delantal en el perchero. Siento los ojos en llamas tras la acumulación de humo por los cigarros. Me refresco la cara, y lavo mis dientes con los dedos.
Además de la identidad, tampoco tenía cepillo de dientes.

-¿Y cómo tengo que llamarte entonces?-pregunta antes de irse.

Suspiro resignada. Algo tenía que inventar en el momento.

-Leva. Llamame Leva.

Y me fui a dormir.

Nadie Nunca Nada - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora