》Capítulo 02《

7 1 0
                                    


Parrell me entrega el dinero, y la lista de pedidos. Salgo del bar y camino bajo el sol castigador de las tres de la tarde. El verano era un infierno cuando se trata de Bronx y sus calles de cemento.
Pierdo la cuenta de todas las cuadras que recorrí, pero al fin había llegado a la tienda mayorista de Luca. Le entrego la lista y espero en la entrada. Luego cruzo a la calle de enfrente, donde hay un pequeño mercado y compro un jugo de naranja en cartón. Me siento en la sombra a esperar que Luca me dé el recibo de compra. Vengo haciendo esto unas diez veces en el mes.

Me acerco al tacho de basura para tirar el jugo, y un auto negro de puta madre me llamó la atención. Estaciona en una esquina. ¿Qué hace una joya así en Bronx?
Un tipo baja de éste junto a un rubio de cabello largo. Visten extraño, porque el que manejaba llevaba traje, y el rubio todo lo contrario.
Se acercan a un sucio vendedor de hamburguesas y le enseñan una foto. El viejo niega reiteradas veces. El rubio desaliñado saca un arma de su cintura y lo apunta. Enseguida, siento como la palidez me invade el cuerpo entero y rápidamente me escabullo en el mercadito. El pobre hombre la estaba pasando mal, pero entre insultos, ruegos y un casi llanto inaudible, señala la calle por donde yo había venido. Los tipos le desarman el puesto de venta, se suben al auto y se marchan.
Después de unos minutos, me acerco al viejo que estaba juntando sus cosas.

-Se hechó todo a perder.-se queja mientras junta el pan del suelo. Solo me limito a juntar las servilletas y los pocos billetes de la caja. El viejo levanta la mirada del suelo, y me observa.
-Gracias. Te ofrecería una hambu...- el viejo quedó con el rostro fijo en mí, pálido.
-Señor... ¿Está bien?

Ni que fuera el mismísimo diablo.... pensé.

-¿Por qué lo asustaron de esa manera?-me atrevo a preguntar. El viejo seguía con la mirada puesta en mí. Estaba sorprendido.
Su mirada me llegó a incomodar, y luego de unos segundos, responde:
-Andan buscando a una niña. Nada.... nada que pueda interesarte, gracias por tu ayuda.-agradece algo nervioso. El viejo me corta la charla y levanta el puesto. Cruzo la calle, y Luca me estaba esperando con cara de pocos amigos.

-Es la última vez que te espero.-advierte mientras me tiende el recibo.-Dile a Parrell que el camión llega en la mañana con la mercadería.
-Gracias, perdón por hacerte esperar...
-Tiene un hermano líder en la prostitución, por eso lo apuntaron.-confiesa.
-¿Por lo de la niña?
-No la conozco, pero sí. Ahora vete porque esta zona es jodida.

Me vuelvo por la calles de donde había venido. Con el sol en la frente, y algo acalorada. Veinte minutos después, llego al Parrell's Bar.

-Dijo que mañana llega el camión.-digo fuerte mientras cierro la puerta. Acostumbrada a que Parrell siempre esté sentado en la barra, me topé con lo contrario. Le estaba hablando a la nada.

-¿Jules?-llamo.-Ya llegué.

Pero no había nadie. Entonces se me ocurre que pudo haber salido, porque el bar es pequeño y solo tiene una habitación: la mía.

-¿Jules?-golpeo la puerta del baño.

Me acerco a mi cuarto dudosa de que pueda estar allí, ya que él cuida mucho de mi intimidad.
Y me encuentro con ello.
Jules Parrell está sentado en el medio de mi cama con la cabeza agacha. Una sombra se pasea por la pared y una voz gruesa retumba en las cuatro paredes.

-¿Tu empleada, Parrell? ¿Enserio?¡¿Dónde está la niña?!-grita.- Enseguida reconozco esa voz. Era la del tipo con traje, el del auto de lujo.
- ¡Te estoy diciendo que tiene veintiún años!-grita Jules. Se toca el tajo sangriento de la cabeza y se cubre con una parte de mi cubrecamas. Entonces, sigo espiando por la puerta entreabierta y me quedo aún más helada. La foto que le refriega el tipo a Jules, soy yo.

Nadie Nunca Nada - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora