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Lo despertó la luz que se filtraba a través de las ventanas, debido a eso frunció el ceño y gruñó molesto. Segundos después cuando intentó sentarse la resaca lo golpeó, su frente punzaba, sentía sus brazos débiles y se dejó caer sobre la cama, tocó su cabeza sin intentar levantarse otra vez y permaneció apoyando su mejilla contra el colchón sintiéndose desenfocado.

La mente de Tony Stark era un conjunto borroso de imágenes incongruentes de la noche anterior, era incapaz de recordar.

Debía admitir que no era la primera vez que le sucedía algo como eso, así que simplemente cerró los ojos intentando enfocarse para averiguar que había hecho la noche anterior exactamente, se esforzó por traer a su memoria los rostros de las mujeres que seguramente estaban dormidas alrededor de la habitación, se esforzó aún más en recordar que había hecho con la armadura, frunció el ceño cuando no obtuvo nada.

No podía recordar nada, Tony era demasiado viejo como para asustarse, tenía que admitir que era lo esperado, estaba en las Vegas, eso lo explicaba, al menos recordaba asistir a la expo Stark.

Abrió los ojos y giró su rostro para apoyarse sobre la otra mejilla, se topó entonces con un par de pies y pensó que eran muy lindos.

Bueno, lo más lindo que podían ser los pies de un hombre, pensó.

Eran demasiado grandes como para pertenecer a una mujer, eran unos lindos pies masculinos, Tony simplemente parpadeó y una vez más no entro en pánico, no era su primera vez despertando en la cama con otro hombre, con un movimiento lento jaló la sabana blanca para observar al afortunado.

Se sentó con dificultad y tenía que reconocer su buen gusto, Tony siempre había sido un hombre de estándares altos; aunque no podía recordar nada y tampoco podía ver su rostro debajo de la almohada que lo cubría, notó que el hombre era grande en mas de un sentido, «grandes pies y todo eso ¿no?», pensó divertido, deleitandose con la piel blanca, nada de un pésimo bronceado que es lo que esperaría de alguien en las Vegas.

Apostaba que era modelo de algún tipo, Tony enredó una de las sabanas entorno a su cintura y cuando intento ponerse de pie, sus piernas cedieron.

El dolor no tardo en aparecer para su disgusto, pero también diversión, se puso de pie solo para volver a sentarse en la cama.

A pesar del dolor en la parte inferior de su cuerpo no podía desaparecer la sonrisa presuntuosa de sus labios.

Estudió la habitación no encontrando nada realmente revelador, lo que suponía era su maleta estaba arrumbada en una esquina, había ropa en el suelo y varias botellas de licor vacías.

Pasó una mano a través de su cabello y un brillo dorado llamó su atención, la sonrisa desapareció de sus labios, sustituida por una mueca de horror, si antes no había sentido pánico, ahora lo hacía, porque había un jodido anillo de matrimonio en su dedo anular.

Tony jadeó. Había pretendido que fuera un grito pero su garganta estaba demasiado seca.

Se levantó con rapidez, ignorando el dolor en la parte baja de su cuerpo, tropezando rodeó la cama y sin pensarlo apartó la almohada del rostro del hombre.

Encontró a un rubio conocido, un rubio que normalmente lo enfrentaba y llevaba un escudo a todos lados. Un rubio en el que Tony a veces se encontraba pensando sin poder evitarlo.

Plácidamente dormido sobre la cama se encontraba el Capitán América. Steve Rogers dormía con una suave sonrisa en sus labios.

De alguna forma, esta vez las palabras consiguieron abrirse camino a través de la adolorida garganta de Tony.

—Mierda.

Cayó de rodillas parpadeando con incredulidad.

Tras eso, Steve se removió durante algunos segundos antes de parpadear y fijar su mirada somnolienta en Tony.

—Buenos días —dijo, adorablemente confundido, se sentó limpiando sus ojos, un segundo después se sonrojo violentamente al descubrir su desnudez.

—¡¿Qué?! —exclamó consternado, tapándose con una almohada.

Tony apostaba a que no había sido tan pudoroso en su luna de miel.

—Buenos días, Cap, o debería decir... —Tony se puso de pie, pero volvió a sentir las piernas débiles por lo cual no logró sostenerse, Steve lo atrapó de la cintura, aún ocultando su pene con la almohada—esposo —dijo, mirando el anillo de oro en su mano izquierda.

Ignoró el golpeteo acelerado de su corazón.

El rubio se alejó bruscamente dejando a Tony caer al suelo.

—Ouch.

—¿Qué? —repitió Steve, consternado, observando el anillo en su dedo.

Tony bufó, sobando su trasero.

—No mas licor asgardiano para nosotros.

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Hola linduras.

Esto era un oneshot, lo comence a escribir  como eso, pero al final me di cuenta que era demasiado largo, al leerlo de un tiron me parecio demasiado pesado, asi que decidi dividirlo en seis partes.

Gracias por leer.

Mío para amar y protegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora