VI

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Llevaba días planeando, moviendo influencias, haciendo todo lo que fuera necesario para que no quedaran cabos sueltos, procurando que todo pasara lo más desapercibido posible por el Decano de Ciencias Sociales. Finalmente, luego de todo su esfuerzo sentía que las cosas comenzaban a encajar en su lugar, sólo faltaba acomodar algunas pequeñas piezas antes de que se pudiera sentar a ver como todo aconteciera.

Sobre la mesa de su despacho se encontraban una serie de expedientes, dudó un poco en tomarlos pero presintiendo que la siguiente negociació podía ser algo más complicada se decidió a llevarlos consigo.

Cuando asumió como Decana, hacía ya cuatro años, lo hizo con la esperanza de convertir su Facultad en un mejor centro educativo y estaba segura de haberlo logrado. Durante su mandato se inauguraron nuevas carreras al igual que una maestría, sin mencionar que estaban en camino de crear la Facultad de Ciencias. Esos cuatro años sin duda habían sido provechosos pero estaba segura de que de haber contado con más presupuesto habría podido hacer mucho más.

Todos los años el rectorado realizaba la adjudicación de presupuestos para cada Facultad; En teoría, estos debían repartirse equitativamente pero la situación actual distaba mucho de la realidad. Desde que asumió el nuevo Rector el presupuesto era asignado a su antojo, priorizando siempre a aquellas Facultades que habían apoyado su candidatura al rectorado. Desde entonces, estas habían sido las reglas del juego. Estaba acostumbrada a ellas pero nunca antes el presupuesto de su servicio había sido tan magro y sin duda eso estaba afectando su desempeño.

Quizás en otro momento esto no le hubiera molestado tanto pero al año siguiente, cuando terminara su mandato, sería evaluada y Gabriel ya se había encargado de dejarle entrever que seguramente no continuaría como Decana. Podría apostar que incluso ya tendrían previsto su reemplazo.

Para su suerte, contaba con un plan.

Además de la asignación presupuestal, las facultades podían aspirar a diferentes partidas extras, un generoso bono por la excelencia de sus estudiantes. Dependiendo de la cantidad de postulaciones que tuvieran a los llamados para investigación, extensión e incluso a las becas, se le daría a la Facultad una nueva partida de dinero. Para ello, sus estudiantes debían quedar en los primeros lugares de cada llamado.

Esto sin duda era un reto, los estudiantes de todas las Facultades competían entre ellos en los llamados, pero no todo estaba perdido. Había contactado con los estudiantes más brillantes de cada una de sus carreras, incluso a todo aquel que en algún momento hubiera aplicado tanto a una beca como a un llamado.

Solo faltaba alguien dispuesto a trabajar con los estudiante, y luego de pasar la mañana entera leyendo expedientes creyó encontrar a la persona indicada.

Se detuvo frente a una puerta y miró hacia el cartel de su derecha donde figuraba la inscripción "Sala docente", solamente luego de cerciorarse que se encontraba sola en el pasillo se dispuso a entrar. Meciéndose en la silla, con las piernas sobre la mesa se encontraba Crowley, demasiado concentrado con su celular como para percatarse que ya no era el único en la sala de descanso.

-Anthony Crowley -Llamó con la mirada fija en el pelirrojo. De inmediato el menor alzó la vista sintiendo un pequeño escalofríos en su espalda al escuchar el tono de voz. Sentía como si lo hubieran emboscado.

-Decana...

-Decana

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