Ramé y Tiesto

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Ramé: Algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo.
Tiesto: Malvado, ruín.

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Jiang Cheng no recuerda con exactitud cuando fue que se enamoró de Wei Ying, quizás cuando eran adolescentes, quizás cuando lo vio con su túnica nupcial... o quizás lo amo desde la primera vez que lo vio. Cuando su padre llegó con un niño, escuálido y flacucho...  y con los ojos más deslumbrantes que jamás haya visto en su corta vida.

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Jiang Cheng miró con disgusto al niño de seis años en los brazos de su padre, fueron muy contadas las veces en que su padre lo cargó en brazos, y siempre por un corto tiempo. Su hermana siempre le decía que era porque su padre, como líder de la secta, estaba muy ocupado todo el tiempo, pero desde que ese pequeño intruso llegó toda la atención de su padre era para el, y no solo eso, ¡le habían quitado a sus perros! El niño, nada más ver a sus queridas mascotas había empezado a llorar, por lo que su padre había tomado la decisión de enviar a sus perros lejos. ¡No era justo! Y era aún menos justo que aquel pequeño intruso tuviese que quedarse en su habitación.

Ya tenía el amor de su padre, ya le habían quitado a sus perros por su culpa y ahora tenía que compartir su habitación con él. Lo único que faltaba es que le robara su lugar como el heredero de la familia y que su padre quisiese que Wei Ying tomase el lugar que le corresponde.

Enojado le mintió y le dijo que le echaría a los perros si lo seguía molestando, el pequeño intruso había huido con solo escuchar nombrar a los perros y Jiang Cheng se sintió satisfecho por eso... o al menos a si lo pensó, pronto la culpa empezó a acosarlo al punto de que, arrepentido, comenzó a buscarlo por toda la mansión, y al no encontrarlo entro en pánico y busco la ayuda de su hermana.

Su hermana buscó por el lago mientras el buscaba por el bosque, esperando que no se hubiese adentrado demasiado, ya que los animales salvajes podrían dañarlo. Estaba por darse por vencido cuando entre las raíces de un alto árbol noto un zapato.

—Wei Ying, baja.

—¡No!

—¡Baja de una vez!

—¡No! ¡Harás que los perros me muerdan!

La culpa apuñaló el corazón de Jiang Cheng al escuchar la vocecita angustiada y temerosa del pequeño. Lentamente y con miedo, asomo su cabecita, estaba encaramado en la alta rama de un árbol y buscaba temeroso a su alrededor.

—No hay perros, te lo prometo, por favor baja—habló con voz suave, intentando transmitirle un poco de seguridad.

—¿No harás que los perros me muerdan?

—No hay perros, te mentí porque estaba molesto—confesó Jiang Cheng apenado y culpable.

Wei Ying observó dudoso hacia Jiang Cheng, pero finalmente asintió para dar a entender que le creía, observó temeroso hacia abajo, Jiang Cheng lo notó y extendió los brazos alentandolo silenciosamente a que saltara, Wei Ying dudo un instante antes de dejarse caer hacia los brazos abiertos del joven maestro Jiang. Jiang Cheng se tambaleó al atraparlo y al final, por el peso y el impacto de la caída, cayó de senton con el pequeño Wei Ying en sus brazos. Ayudo al pequeño a ponerse su zapato y le comento el hecho de que este fuese más grande de lo debido, apenado el niño le dijo que no quería seguir causándoles problemas al tío Jiang, ya que ya había hecho mucho por el con sacarlo de las calles.

Jiang Cheng camino en silencio con el niño en su espalda, se sorprendió de lo ligero y pequeño que era para su edad, solo era dos años menor que el pero parecía un niño mucho más pequeño.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2019 ⏰

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