Desde hacía unos años corría un arroyo cerca de La Madriguera. Nacía arriba en los bosques, cerca de la granja de los Barry, y por esa zona tenía fama de ser torrencial e intrincado; pero cuando llegaba cerca de La Madriguera era una pequeña comente tranquila y bien educada. Ni siquiera el arroyo se atrevería a pasar por la puerta de la señora Weasley sin el respeto y el decoro adecuado.
Esa tarde de principios de junio, la señora Weasley estaba sentada al lado de la ventana vigilando a sus nietos. El sol entraba, cálido y brillante, por la ventana. El señor Weasley trasteaba por el terreno mientras intentaba crear, con la ayuda de Albus, un huerto al estilo muggle, aunque hasta el momento no había conseguido muy buenos resultados. Un poco más alejados, James era perseguido por su hermana pequeña Lily; él tan delgaducho y desgarbado como su padre y ella tan pelirroja y pecosa como su madre, mientras que Albus físicamente no se parecía a ninguno de los dos pero era tan torpe y tímido como su padre.
La Madriguera se había construido por el abuelo de Arthur Wesley, lejos de miradas indiscretas y estaba rodeada de árboles para protegerla de las narices más curiosas. Él, tímido y silencioso se había alejado todo lo que pudo de sus congéneres y de los muggles.
A Lily se le habían desecho las trenzas por completo y corría descalza por la hierba del jardín. Era un jardín muy verde, ordenado y bien cuidado, como nunca antes lo había estado. No había ni una piedra, ni viejos calderos, ni un solo gnomo y ni un trozo madera; el señor Weasley no lo permitiría ahora que estaba jubilado y el jardín era su mayor tesoro. Habían llegado a crecer grandes sauces y primorosas casuarinas y el agua del estanque, que durante años había estado de un verde que echaba para atrás a cualquiera que quisiera bañarse, ahora era transparente y sus nietos se pasaban horas metidos en él cuando el tiempo lo permitía.
La señora Weasley se movió en su silla con la intención de sacar la cabeza por la ventana de la cocina para llamarle la atención; al final no lo hizo, siguió observando y pudo ver como James se dejaba alcanzar por Lily para verla celebrar alegre. Por el contrario, volvió a sentarse y con un golpe de varita puso la mesa. Los cubiertos, los vasos y los platos, volaron por la cocina para colocarse cada uno en su sitio en la mesa. La cocina de La Madriguera era un lugar alegre, lleno de trastos de niños, deberes de verano y por las ventanas siempre entraba la luz del sol, danzarina e irresponsable, sin importar que fuera invierno o verano. La señora Weasley dejó a un lado la bufanda que estaba tejiendo y se levantó, ahora sí, para empezar a preparar la cena. Siempre le hubiera gustado tener una cocina como la de los muggles, pero ambos mundos no podían estar más separados ahora mismo.
La señora Weasley se encendió la radio para que ahogara un poco los gritos de Lily diciéndole a su hermano que no hiciera trampas y cerrara bien los ojos; pero no del todo por si tenía que salir fuera a poner orden. Estaban enumerando las noticias de la tarde, cambió rápidamente de emisora y dejó que sonara música. Por un lado se pelaban las patatas, por otro se rebozaba el pescado, en la pica, bajo el agua, se limpiaba la lechuga y la señora Weasley encendía el fuego y vigilaba el aceite para las patatas. No entendía como les podía gustar tanto ese plato muggle. Al mirar, nuevamente, por la ventana vio como James asustaba a Lily y esta quería propinarle un golpe por haberla asustado. Albus seguía con el señor Weasley y agachado ponía un par de semillas y las enterraba bajo tierra. Sus padres estarían tan orgullosos de ellos.
Media hora más tarde, aunque a la cena le faltaban un par de minutos, llamó a sus tres nietos para que fueran a lavarse las manos; y ya que se ponían también la cara, sobretodo Albus que la tenía llena de manchas de tierra. Por su lado, Lily tenía el cabello lleno de hojas y bastoncillos de madera, pero eso lo solucionaría antes de que se fuera a la cama, la metería bajo el agua de la ducha.
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James en Ottery St. Catchpole
FanfictionEl mundo mágico y muggle nunca habían estado más distanciados y con reglas más estrictas. Mientras el mundo muggle habían ido avanzando; el mundo mágico se había anclado en el pasado férreamente. Parecía impoisble que llegaran coincidir.