La señora Blair

18 1 0
                                    



La señora Blair vivía en el cruce de las dos principales calles en Ottery. A cualquier otra persona no le hubiera gustado vivir allí, mucho ajetreo durante todo el día, y a veces también durante las primeras horas de la noche: escobas arriba y abajo, gente gritando, paseando, niños corriendo, jugando, personas apareciendo y desapareciendo y un largo listado de acciones; pero la señora Blair no era como el resto de personas, a ella le gustaba, le permitía estar al tanto de absolutamente todo lo que ocurría en el pueblo.

Sarah Blair era un de esas personas mañosas que tenía la capacidad de vigilar los asuntos ajenos y los propios. Ama de casa notable, su trabajo siempre estaba hecho y bien, miembro del AMPA del colegio de Ottery, dirigía la organización de Vecinos Para Ottery, miembro de la Junta de Ottery, miembro de la Asociación de Madres de Ottery y siempre que podía le daba sus opiniones al alcalde. A pesar de todo esto, a la señora Blair aún le quedaba tiempo para pasar horas enteras sentada junto a la ventana de su salón, tejiendo, sin perder de vista ambas calles. En ese punto, ambas calles daban a la calle que hacía de única entrada y salida física del pueblo y toda persona debía pasar bajo el atento ojo de la señora Blair. Cuando reparaba en algo extraño o fuera de lugar no dudaba en investigar sin descanso hasta descubrir el cómo y el por qué.

Y allí estaba la señora Blair esa tarde de medianos de julio, tejiendo al lado de su ventana. El sol entraba cálido y brillante, por la ventana abierta; las débiles nubes se perseguían sobre el césped perfectamente arreglado impulsada por la fina brisa que corría, juguetona hacía danzar las cortinas de la señora Blair, una abeja zumbaba alrededor de las flores y se deleitaba en cada uno de ellas para luego alzar el vuelo e introducirse en la campanilla de una enredadera. El señor Blair, un gracioso y dócil hombrecillo al que todos llamaban << el marido de la señora Blair>>, cuidaba de los bowtruckles de sus árboles de varitas, ataviado con su traje especial de trabajo por si alguno de ellos estaba de mal humor.

Quien también estaba por allí, a las tres y media de la tarde, era James Potter, que corría, vestido en sus mejores ropas, calle abajo en dirección contraria a la casa de sus abuelos. La señora Blair se acercó al borde del sillón, casi pegando la nariz al cristal si hubiera estado cerrada. Arrugó la nariz desconcertada, todo era posible alrededor del nieto de los Weasley, nunca sabías que podías esperar de él, así que la señora Blair no podía saciar su curiosidad. Si se hubiera tratado de otro niño del pueblo en un abrir y cerrar de ojos hubiera sabido a dónde se dirigía y que iba hacer.

James Potter le recordaba, a la señora Blair, a Ginny Weasley. Corriendo de un sitio al otro, desharrapado, sucio y despeinado. Con los ojos deseosos de aventuras increíbles. Rompiendo las normas. Saltando. Trepando. Metiéndose en líos. Como su madre hizo de pequeña, colándose en la granja de sus vecinos para robarles las manzanas de los árboles. Y siempre seguido de ese enorme crup al que él llamaba Athos. La señora Blair no pudo sacar nada en claro, después de reflexionar por unos largos minutos que equivalieron al tiempo que tardó en perderle de vista, lo que malogró su diversión de aquella tarde y la llevó a tomar la decisión de subir hasta La Madriguera.

La señora Blair partió de inmediato, a cada minuto que pasaba más le subía la curiosidad por lo que estaría haciendo el primogénito de los Potter y más le molestaba no saberlo. Chiquillo endiablado. Recordaba la mañana en que vio pasar el señor Weasley dirección a la pequeña estación de tren que quedaba a las afueras del pueblo. Esa mañana tampoco supo ver que estaba ocurriendo y también subió a casa de los Weasley para averiguarlo ¡menuda sorpresa se llevó! Le habían pasado cosas por la cabeza pero ninguna se acercaba a que pasaban a ser los tutores legales de sus nietos por la trágica e inesperada muerte de sus padres. Aunque parecía que la distancia no era tan grande tenía su largo trecho para recorrer. No podía evitar acordarse del abuelo del señor Weasley y su decisión de construirla tan alejada de todos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 03, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

James en Ottery St. CatchpoleWhere stories live. Discover now